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La Sonora Fiesta, más de 18 años de repartir ¡Azúcar! en el cabaret Arcelia

Xavier Rosado * Durante 18 años, la Sonora Fiesta ha animado las noches en el cabaret Arcelia. Dos turnos uno a las once de la noche y otro a la una de la mañana, permiten que a media luz, los parroquianos puedan sacar a sus parejas a bailar, o requerir los efímeros servicios de las mujeres que ahí cobran a 10 pesos la pieza.

Es el primer turno de la Sonora Fiesta que comienza su actuación con una cumbia para apenas dos mesas ocupadas: en la primera de ellas, una pareja a la derecha de la pista y en la otra, cuatro clientes que consumen una botella de solera.

Uno de ellos, el que da las órdenes al mesero, se levanta al oír los primeros acordes de Vendaval –canción que popularizara en los años cincuenta Bienvenido Granda–, hace una seña a una de las ficheras del lugar y abren pista.

La pareja se mueve siguiendo el compás de la canción. La mujer se ve de unos 40 años, viste una ceñida blusa café de manga larga, que deja ver las lonjas de la vida fácil.

Se acaba la canción y entonces el líder del grupo, Juan Valderrama, anuncia: “Este número va dedicado a Tamarín y a toda su gallada” y los seis miembros del grupo comienzan a tocar la pieza Mujer niña.

“Mujer niña, mi niña mujer, mujer niña mi niña mujer, amor de toda el alma…”, la canción suena mientras llega otro grupo de cinco jóvenes acompañados de un señor de unos 50 años, quien porta una gorra roja beisbolera con el logotipo de los cardenales. Inmediatamente ordenan una botella de ron blanco.

Despúes el grupo interpreta el himno lariano Veracruz, que en ellos suena más arrabalero.

Ya cerca de la medianoche el lugar empieza a cobrar color.

El espectáculo que da el grupo Fiesta se limita a dos horas por noche, sin embargo en su repertorio, según recuerda el líder del grupo, tienen más de doscientas canciones (incluyendo el Aserejé, su más reciente cover).

Al concluir su espectáculo, salen de la especie de jaula en la que se desempeñan los músicos, un escenario rodeado por una reja de un metro de altura.

Juan prefiere hacer la entrevista afuera del lugar “porque aquí no se oye nada”, se instala en un banca metálica sobre la banqueta y comienza su relato.

Comenta que la Sonora Fiesta lleva grabados ocho discos, “nos especializamos en el reventón, somos animadores por naturaleza. De hecho así se llaman nuestros discos: Reventón I, II, que son popurrís de éxitos bailables. La especialidad que tenemos pues son las cumbias, salsa, chachachá, mambo, merengue, danzón y todo lo rítmico que vaya saliendo”.

Hace memoria para especificar que el grupo se formó hace casi 30 años en Cuernavaca; de ahí han ido cambiando de integrantes, pero él y René Limón, han sido sus representantes desde que comenzaron.

Estuvieron 10 años en el estado de Morelos, haciendo presentaciones en todos los balnearios de la región.

“N’hombre, hemos estado en todos los balnearios de Morelos, en bailes con mucha gente, los que más recuerdo son El Rollo, Real del Puente, Ex Hacienda de Temixco, Agua Hedionda, en Cuautla y muchos otros, porque en ese estado, abundan las albercas, por el clima tropical que hay en las partes sureñas del estado”, explica Valderrama.

Dice que la vida del músico implica tener mucha disciplina, a pesar de que sólo trabajan dos horas efectivas al día.

Agrega que es necesario estudiar continuamente, estar ensayando y sobre todo, mantenerse al día con los éxitos musicales y poniendo canciones nuevas. Hay que cuidarse la voz y no desvelarse, son dos de los principios básicos para durar en este negocio, que según Juan, también les ha dejado muchas satisfacciones.

“Aquí en el Arcelia nomás llevamos 18 años, y mucho del éxito que ha tenido el lugar se debe a que nosotros somos los animadores oficiales. Yo puedo decir con orgullo que la mayoría de los que vienen aquí es para vernos a nosotros”, explica el vocalista.

Juan dice que el Arcelia se ha convertido en un lugar familiar, un centro nocturno donde se puede llevar a la pareja a bailar, aunque, la mayoría de los señores que llegan ahí, bailan y toman con las mujeres que trabajan de ficheras en la noche.

Es posible corroborar lo que dice el líder del grupo. Afuera del lugar están asignados miembros de la policía preventiva, la calle está iluminada y no se escucha alboroto, quizá porque es temprano, pero la imagen de antes, como muchos podrían recordar a la zona de tolerancia como un lugar denso y peligroso, se ha modificado con el tiempo.

El vocalista comenta que también es posible ir con las mujeres al privado, la tarifa varía de acuerdo a la persona, “el valor que se dé ella misma”, menciona el cantante.

Sin embargo, también es posible encontrar parejas que llegan simplemente a tomar una copa y a bailar al son de la Sonora Fiesta.

Cada noche tendrá su público diferente y para cada audiencia, la sonora tiene un repertorio que agrade a todos.

“Así es, si vemos que a la gente le gusta la salsa, pues incluimos más salsa cuando tocamos; si vemos que son jóvenes, pues música reciente y así le vamos campechaneando”.

–¿Y cómo se dan cuenta de qué música tocar?, se le pregunta.

Pues fácil, dice Juan: “casi a todos los que vienen ya los conocemos de años y hasta nos acordamos de las canciones que nos han pedido; otras, el mismo público nos va haciendo peticiones y si las sabemos, con gusto se las tocamos”.

Y así, noche a noche, la Sonora Fiesta cumple con el objetivo de hacer olvidar a los parroquianos la tristeza y la soledad y de darles como siempre, un poco de la vieja y buena ¡Azúcar!

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