Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Llegan los cuerpos de dos de los acapulqueños muertos en Iowa

* Lomas de San Juan, comunidad exportadora de mano de obra * Al menos 100 jóvenes buscan en Estados Unidos el sueño americano * Las víctimas querían construir casas de material para sus padres y para ellos * Iban a Chicago cuando murieron

Alfredo Mondragón * Tras 18 días de espera, dos cuerpos de los cuatro migrantes acapulqueños muertos en un accidente de carretera en Iowa, Estados Unidos, llegaron al aeropuerto internacional porteño, con seis horas de retraso debido a trámites y requisitos sanitarios en el Distrito Federal, a bordo del vuelo 840 de Mexicana de Aviación, informó el delegado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Jorge Mario Rosas Pineda.

Según lo programado por delegación de la SRE, los cuerpos de Guillermo Paredes Villanueva y Héctor Alfonso Crisanto Sánchez, originarios del poblado Lomas de San Juan, municipio de Acapulco, llegarían al puerto a las 2:55 de la tarde de ayer a bordo del vuelo 803 de la misma línea viajera, pero demoraron hasta las 8:40 de la noche.

Desde las 2 de la tarde, los padres de ambos jóvenes; el delegado de la SRE, Rosas Pineda; la directora de Relaciones Públicas del ayuntamiento, Fabiola Vega Galeana; la regidora del partido Convergencia por la Democracia María de los Angeles González; reporteros y corresponsales estuvieron a la espera, pero el vuelo se retrasó debido a problemas en documentos         sanitarios, explicó el funcionario federal.

Lomas de San Juan, un poblado de unos 3 mil 500 habitantes, ubicado sobre la carretera federal México-Acapulco, entre Paso Texca y Kilómetro 30, se ha convertido en una comunidad exportadora de mano de obra a Estados Unidos, pues al menos 100 jóvenes trabajan allá como indocumentados, en busca del sueño americano.

Los cuatro migrantes acapulqueños, originarios de Lomas de San Juan, fallecidos en un choque automovilístico en el estado de Iowa, Estados Unidos, tenían una ilusión común: trabajar para construir casas de material para sus familiares y darles una mejor calidad de vida, que no lograron laborando en México.

El pasado 2 de enero, en un accidente de carretera en Des Moines, Iowa, antes de llegar a su destino, Chicago, fallecieron nueve personas, dos de las cuales eran del DF, dos de Puebla, una de Taxco y cuatro de Lomas de San Juan, municipio de Acapulco.

Perdieron la vida el matrimonio Lucio Bautista Tadeo, de 32 años, y Patricia Dircio Dorantes, de 31 años; los amigos y vecinos Guillermo Paredes Villanueva, de 21 años, y Héctor Alfonso Crisanto Sánchez, de 18. Juntos partieron el 27 de diciembre de 2002.

El comisario municipal Jesús Flores Avelino, tío de uno de los jóvenes accidentados –quien buscó a las autoridades de los tres ámbitos de gobierno para apoyar a los deudos con los gastos del traslado de cuerpos–, comentó: “como autoridad me ha tocado un año difícil, porque habido muchos accidentes (apuntó hacia la carretera) con muertos y heridos, aunque no eran de aquí… Y ahora este caso”.

Durante siete años, Lucio y Patricia trabajaron en Chicago. El como pintor y ella como trabajadora doméstica. Su única ilusión: construir la casa para sus padres… No la terminaron, sólo concluyeron un nivel, y quedó inconcluso el piso y sin aplanar las paredes.

En casa de Lucio y Patricia se observan las varillas del techo para el segundo nivel, donde querían hacer la casa en la que vivirían a su regreso.

Lucio y Patricia regresaron al puerto en noviembre, para bautizar a su hijo Jesús Angel Bautista, entonces de un año siete meses, y para pasar los festejos de fin de año con sus padres. Luego volvieron al trabajo, pero encontraron la muerte.

“Mi hermana era muy fuerte, decidida a todo; por muy dura que fuera la situación era una mujer que no caía; siempre trabajaron de sol a sol porque su única ilusión era terminar esta casa para nuestros padres y hacer el segundo piso para cuando regresaran de trabajar”, recuerda Ricarda Bautista.

“Las necesidades económicas te obligan a partir para sacar adelante a la familia; en México no hay tantas oportunidades como las que hemos podido obtener allá, que es más fácil conseguir empleo o para las personas que no alcanzamos a tener un título o una profesión”, explicó Ricarda.

Apenas el 20 de julio del año pasado, Guillermo Paredes se había casado con Petra Carvajal Flores, de 19 años, sobrina del comisario municipal, y vivían en una casa de adobe con techo de lámina de cartón y piso de tierra.

En noviembre Petra le dio la noticia a Guillermo de que estaba embarazada y él le prometió viajar a Chicago para trabajar y poder construir una casa de material para su hijo y su mujer, comentó Flores Avelino.

Petra no quiere hablar con nadie y al escuchar el nombre de su marido se le escaparon las lágrimas y agachó la cabeza.

Este domingo llegó desde Canadá Susana Villanueva, madre de Guillermo, y molesta comentó: “mi hijo no me dijo nada, no me avisó que se iba”, y decidió no hablar con los reporteros.

Atrás de la casa de Guillermo vivía su amigo Héctor Alfonso, soltero de 18 años, maestro rural durante dos años. En Acapulco “trabajó de todo, pero como el sueldo no alcanzaba, se fue a los Estados Unidos a buscar un mejor medio de vida, quería terminar esta casita para su mamá (Maximina Santos) y sus dos pequeñas hermanas”, dijo con voz entrecortada su padre, Eugenio Crisanto.

Eugenio Crisanto también decide no hablar más porque estaba preparando la vivienda porque este lunes –después de 18 días de trámites– llegarían los cuerpos para ser sepultados en el panteón del poblado.

468 ad