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Moisés Alcaraz Jiménez

Depredadores del bosque

Guerrero se encuentra prácticamente devastado en amplias zonas de su territorio debido al saqueo criminal que sus bosques han sufrido, lo cual ha empezado a provocar severos daños al equilibrio ecológico que se manifiesta en la extinción de ríos, lagunas, manantiales y demás cuerpos de agua y mantos acuíferos, además de las cada día menores precipitaciones pluviales y desaparición de cientos de especies de flora y fauna que antes nacían, crecían y se multiplicaban en esta región de país.

Extensos bosques que antes proliferaban en las partes altas y la serranía del estado, han sido talados indiscriminada e inmoderadamente y ahora sólo quedan amplias zonas áridas que han traído desolación y mayor pobreza a poblaciones y comunidades enteras que antes subsistían gracias a los recursos que con abundancia se podían extraer de la naturaleza mucho antes que llegaran los talamontes a provocar la grave deforestación que ahora se padece en todas las regiones de la entidad.

Los saqueadores del bosque son un reducido número de delincuentes que son los únicos       beneficiarios de la riqueza forestal del estado. Grandes fortunas han acumulado aquellos que amafiados con autoridades corruptas de todos los niveles de gobierno, incluidas muchas comisarías, durante décadas se han dedicado a la explotación ilegal e irracional de estos recursos.

Lo que debería ser, como sucede en otros países, una fuente inagotable de riqueza para miles de guerrerenses –principalmente para aquellos que habitan en las comunidades y poblaciones serranas pobres y más apartadas, que son quienes viven en contacto inmediato e interrelación directa con la naturaleza– está convertido en un factor de enriquecimiento ilícito de unos cuantos depredadores que además han lesionado mortalmente el equilibrio del ambiente.

En muchas partes del estado, esta actividad ha sido también motivo de fuertes conflictos que han provocado lamentables hechos de sangre. La disputa por la explotación de los bosques sea de manera autorizada o de forma clandestina, ha ocasionado muchas muertes y el problema tiende a agravarse a pesar de las acertadas medidas que al respecto ha tomado la Semarnat en Guerrero. Existen lugares donde los talamontes actúan como verdaderas bandas de criminales, similar a como lo hacen quienes se dedican al narcotráfico, con ajustes de cuentas incluidos.

La sustentabilidad y racionalidad de esta actividad productiva garantizaría ingresos que podrían contribuir al desarrollo económico y social de Guerrero. Mantener bajo estricto control y vigilancia gubernamental esta actividad, con medidas que protejan y restauren la flora y la fauna, transformaría a los bosques en una importante fuente de recursos que ayudaría a mejorar las condiciones de vida de miles de guerrerenses. Con ello se preservaría, además, el medio ambiente, cuya afectación amenaza con transformarse en una verdadera catástrofe ecológica.

Durante los últimos meses ha destacado la actividad desarrollada por la Semarnat y Profepa en Guerrero, la inspección y vigilancia se han fortalecido y se han realizado diversas acciones para revertir el deterioro de los recursos naturales y promover el desarrollo sustentable.

Sin embargo, las medidas han sido insuficientes dado el escaso presupuesto que manejan esas dependencias. Se requieren cuantiosas sumas para atender con éxito este problema sumamente complejo y de gran magnitud, dinero del que se carece, así como también carecen algunas autoridades de la voluntad política para prestar mayor atención a un asunto que debería ser considerado como prioritario.

En México, la protección del medio ambiente sigue siendo catalogada como un aspecto secundario. Ningún gobierno ha dado la importancia al cuidado del entorno ecológico y no se ha generado en la población una auténtica cultura en esta materia. El entorno continúa alterándose ante la mirada indiferente de las autoridades que tienen su sede en la capital del país.

El presupuesto destinado al cuidado del medio ambiente y el equilibrio ecológico ha sufrido severos recortes de manera indiscriminada e insensible. Los legisladores federales asignan a esta importante actividad partidas sumamente limitadas y, por si fuera poco, sobre ellos se aplican constantes ajustes que impiden el cumplimiento cabal de los programas, objetivos y metas de las dependencias del ramo.

Mientras tanto, el problema avanza a ritmos que en el corto plazo podría alcanzar niveles de emergencia, ya que las medidas tomadas son soluciones temporales que en poco tiempo podrían ser rebasadas y los conflictos podrían resurgir con mayor intensidad.

Hacen falta programas integrales para el desarrollo y uso sustentable de estos recursos, investigación y educación ecológica, talleres de capacitación, vigilancia de los bosques y castigo a los depredadores, implantar la legalidad y poner fin al clandestinaje.

Son aspectos que seguramente están planteados en los programas y proyectos de las dependencias encargadas de estos asuntos, pero que seguirán siendo teoría y papel mientras el gobierno federal que encabeza Vicente Fox no se decida a tomar de verdad cartas en el asunto.

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