Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Florencio Salazar

2003  

Aptitud presupone honestidad, pues verdaderamente no se puede saber sin ser probo. José Vasconcelos  Con el inicio del año todos nos hacemos nuevos y mejores propósitos. Pasadas las fiestas decembrinas, siempre al empezar otro años se refuerza el optimismo y las ganas de ser mejores. Ojalá que en este 2003 todos tengamos la oportunidad de realizar las justas aspiraciones y de hacer realidad nuestros mejores deseos.

Guerrero amanece convulso por hechos violentos. Asesinatos, fuga de reos peligrosos, ayunos, plantones, bloqueos, protestas, disputas forestales, bancarrotas municipales, que si bien desgraciadamente no son nuevos para los guerrerenses en forma aislada, sí lo son al presentarse juntos, creando un ambiente cargado de malos presagios, a contrapelo de la tradición que ha indicado lo contrario.

Cuando los reporteros preguntaron con insistencia al gobernador sobre los hechos poselectorales prevalecientes, la respuesta fue: “Hay que tener memoria histórica. Antes era 20 o 30 los conflictos, ahora son 2”. Y es cierto. El problema consiste en que ahora son muchos los fuegos, prendidos por diferentes causas y de distintas magnitudes. Fuegos que queman a todos: a los oficialistas y a los opositores; a empresarios y campesinos. Nomás falta que algún vocero oficial diga que es un avance de la democracia porque la quemazón es plural.

Mantener la paz social en Guerrero más que tarea de seguridad pública, es un verdadero esfuerzo de política gubernamental. En una entidad atrasada, como la nuestra, la vida económica, política y social, gira en torno al gobierno. Esto es así porque el alto grado de marginalidad implica la falta de desarrollo económico y esto, a su vez, que todo mundo quiera participar dentro de la administración para garantizar un ingreso, por modesto que sea.

Los surianos no tenemos una importante clase empresarial. Consecuentemente, el principal inversor y empleador ha sido y es el sector público, pues también otorga concesiones, contratos, subsidios, ayudas y diversas formas de apoyo económico; e, igualmente, puede cerrar la llave a los levantiscos que exijan transparencia y rendición de cuentas. La “popularidad” de algunos servidores públicos no radica en su visión de gobierno ni en su carisma, sino en el manejo patrimonial de la chequera gubernamental; en la colocación de amigos, recomendados, “líderes”, parientes y “comunicadores”, a cambio del compromiso de apoyo o simplemente de no dar lata.

Lo anterior no quiere decir que todos, o la mayoría, estén conformes. No pueden estarlo cuando advierten que en el propio gobierno es en donde se queda la tajada de león, por medio de empresas de familiares de los funcionarios o de socios identificados por la opinión pública. Cuando, como lo comentan no pocos contratistas, se han incrementado los porcentajes por la asignación de obras; cuando se advierte el dispendio en gastos personales; cuando cotidianamente hay muestras de frivolidad e irresponsabilidad. No recuerdo un gobierno con tan acelerado desprestigio.

La visita del nuncio apostólico a Guerrero, monseñor Giuseppe Bertello, con un mensaje de paz, debería hacer parar la oreja a los señores y señoras de la administración local. Que el enviado del Vaticano afirme no conocer la situación de violencia que priva en nuestro estado, significa un acto de cortesía con las autoridades, pero ni modo que ignore lo que ocurre. ¿O cómo ocultar durante su visita que, durante dos años, esté tomado el Palacio Municipal de Tecpan, como protesta por la impunidad de que disfruta la anterior alcaldesa acusada de corrupción?

El 2003 será propicio para que en las próximas elecciones federales de julio se elijan diputados de la verdadera oposición. Aquellos que lleguen sin compromisos con la actual administración del estado; los verdaderamente comprometidos con la transformación que Guerrero urge y exige; y que tengan la convicción de servir a los muchos pobres que hoy pueblan la tristeza, la desesperanza y la irritación, y que lo hagan con programas y leyes justas, sin demagogia, sin dádivas onerosas, sin lucrar con la marginación. Pero el movimiento se demuestra andando y en eso estamos.

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