Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Juan Angulo Osorio

AL DIA  

 Amplia y plural solidaridad hacia López Obrador  

La dolorosa muerte de la esposa del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, suscitó una muy amplia, plural y sorprendente solidaridad, y dio pie a comentarios diversos que destacaron la calidad humana y política de su compañera Rocío Beltrán, y a otros que resaltaron la popularidad del perredista.

Pese a ser domingo, y a que sólo se veló por dos horas el cuerpo en la ciudad de México, a la funeraria alcanzaron a llegar decenas de personalidades y centenares de ciudadanos comunes convocados por la noticia apenas escuchada en cortes informativos de algunas estaciones de radio.

Además de la presencia explicable de sus compañeros de partido –encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles–, asistieron los periodistas Julio Scherer, Joaquín López Dóriga y Jacobo Zabludovky –la nota de Milenio menciona también a Ricardo Rocha–, el secretario de Seguridad Pública federal Alejandro Gertz Manero, el controvertido obispo de Ecatepec Onésimo Cepeda, el diputado federal priísta Gustavo Carvajal Moreno, el secretario general de la FSTSE Joel Ayala y el historiador Lorenzo Meyer.

Sobre todo en La Jornada y Milenio aparecieron decenas de esquelas –en Reforma se publicaron tres de diversas instancias del PAN y una del hospital inglés ABC–, en las que destacan las de varios gobernadores del PRI, entre los cuales por cierto no se encuentra la del Ejecutivo del estado, René Juárez Cisneros.

Entre los numerosos condolientes sí está el presidente municipal de Acapulco, Alberto López Rosas. Por cierto que la trayectoria de éste en el PRD está muy vinculada al político tabasqueño. El alcalde fue candidato a diputado federal por el distrito 10 en 1997, y su triunfo fue parte del gran ascenso electoral del perredismo alcanzado bajo la presidencia de López Obrador, que llevó a la Cámara de Diputados federal a 125 postulados por el PRD.

De los diversos comentarios sobre el talante de la esposa de Andrés Manuel, nos quedamos con el siguiente de Julio Hernández López en su columna Astillero que publica La Jornada:

“Rocío nunca aceptó que los recursos del gobierno a cargo de su esposo fueran puestos a su servicio, ni buscó que las relaciones políticas de su compañero se conviertieran en influencia o privilegio concertado aparentemente en la confidencia de lo privado… Hoy, a la vista del ejemplo extremo de Rocío, recordando la manera difícil con que a veces sobrellevaba las precariedades propias de un presupuesto familiar ajustado al sueldo del esposo austero, resulta terriblemente contrastante ver los casos de las muchas esposas de políticos –de los priístas tradicionales y de los advenedizos del cambio– que se especializan en convertir el erario en botín personal –recuérdese el caso de las llamadas ‘casas de gobierno’ o ‘residencias oficiales’. Todos los gobernadores, y no se diga el Presidente de la República, viven en mansiones con amplia servidumbre y vigilancia, cuyo alto gasto diario (bebidas y comidas incluidas) es pagado con dinero público. También resulta ofensivo ver a muchas de esas llamadas primeras damas utilizando los recursos gubernamentales para fabricarse imágenes de servicio social, atendiendo a miserables con migajas asistenciales cuyas entregas son costosamente difundidas. Es más, muchísimo más, lo que algunas de esas damas gastan en sus lujosísimas vestimentas, en sus joyas lucidas sin pudor, y en sus giras a las que asisten séquitos también pagados por el erario, que lo que realmente acaban entregando a los pobres así usados como mero pretexto”.

Y termina Julio: “Por todo ello hoy se recuerda aquí con respeto a Rocío Beltrán, y se dice abiertamente que poco habrá de cambiar de verdad y para bien en México mientras no se entienda que los cargos públicos son para servir y no para allegarse recursos y privilegios en lo personal, en lo conyugal o genéricamente en lo familiar”.

Aprovechamos de nuestra parte este pequeño recuento para enviarle un abrazo solidario a Andrés Manuel.

Lula, un avance en cada elección

Seguimos con el artículo de Lorenzo Meyer sobre el significado de la victoria electoral de Lula, publicado en Reforma el jueves pasado: “Brasil efectuó su tránsito a la democracia actual antes que México. En efecto, el 2 de abril de 1964 el presidente Joao Goulart, identificado con la izquierda, fue obligado a abandonar Brasil y con ello se inició el dominio de los militares en ese país, alentado por la atmósfera de anticomunismo y Guerra Fría que se había expandido por toda América Latina a raíz del triunfo de la Revolución Cubana. Ese autoritarismo burocrático de militares y tecnócratas, que contó con la plena simpatía de la potencia hegemónica en la zona, se prolongó hasta 1985 cuando, por la vía de una elección indirecta, un Ejército que había fracasado en resolver los grandes problemas nacionales aceptó el reinicio del gobierno civil en una atmósfera de retorno a la democracia. El primer presidente de la nueva época democrática brasileña, Tancredo Neves, murió antes de asumir su cargo, de ahí que su papel en la “nueva república” lo asumiera un personaje inesperado de centro derecha: José Sarney. Tres años más tarde, y en medio de grandes problemas económicos, Brasil se dio una Constitución realmente democrática; un año después llegó a la Presidencia un populista de derecha: Fernando Collor de Mello. Fue allí que apareció Lula como el candidato de la izquierda y de la alternativa. Tres veces más esa izquierda organizada alrededor del Partido de los Trabajadores (PT) –institución política creada en 1980– volvería a presentar a Lula como su candidato presidencial, que en cada ocasión avanzó hasta que, en el 2002, logró el triunfo con más de 52 millones de votos”.

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