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Jorge G. Castañeda

La visita de Peña Nieto a Estados Unidos

La visita de 24 horas del presidente Enrique Peña Nieto a Los Ángeles y Sacramento, en California, tuvo tres méritos, el de existir, el de haberse centrado en el tema migratorio y el de no centrarse en el tema de las drogas. Lástima que se tardó tanto, que duró tan poco y que sea, en realidad, apenas el primer viaje de Enrique Peña Nieto a Estados Unidos a los 20 meses de haber tomado posesión. La estancia en Sun Valley, Idaho, a principios del sexenio fue más bien un picnic de empresarios.
El mérito de existir; Peña Nieto ha viajado más que sus tres predecesores durante los primeros dos años de su mandato, pero a países cuya pertinencia para México es enigmática. En cambio, no ha ido a Washington (aunque se haya reunido con Barack Obama tres veces; no es lo mismo); no ha ido a Nueva York (canceló el viaje a la Asamblea General de la ONU el año pasado); no ha ido a Chicago, Houston, Dallas, Miami ni otras ciudades con una amplia población mexicana, y que sus tres predecesores visitaron incluso a principios de sus respectivos sexenios. Ya era hora de darle más importancia a un país donde se concentra no sólo el 90 por ciento de nuestro comercio internacional, del turismo que viene a México, de la escasa inversión extranjera arribando al país, sino sobre todo donde vive uno de cada nueve mexicanos en el mundo. Ojalá, de ahora en adelante las prioridades queden más claras, y se pierda menos tiempo con el folclor y los mariachis en América Latina o en el incomprensible exotismo en Turquía.
Haber centrado dos de sus tres discursos en el tema migratorio en California y haber insistido en ello es un segundo mérito de gran importancia. Ciertamente, no pudo evitar la cantaleta absurda de que es un tema interno de Estados Unidos, incluso invocó la mexicanada pejista de “con todo respeto”. Pero de cualquier manera el avance es notable, y explicable; durante el sexenio de Enrique Peña Nieto han sido deportados quizás medio millón de mexicanos; se aprobó en el Senado una reforma migratoria integral que quedó atorada en la Cámara de Representantes, y sobre la cual México no se había manifestado salvo en términos muy abstractos y poco escuchados; y se desató la crisis de los niños migrantes centroamericanos en la frontera con Estados Unidos que ahora, aparentemente, ha sido desplazada a la frontera entre México y Guatemala. Es alarmante el dato, según el cual, en las últimas semanas se ha incrementado el número de deportados de México a Centro América y ha disminuido el número de niños centroamericanos llegando a Estados Unidos.
No hay tema más importante en el ámbito internacional para México que la migración a Estados Unidos. Pensar como Calderón, que lo esencial es la guerra contra las drogas, o como Peña Nieto hasta ahora, con la promoción de sus reformas, es un sin sentido que rebasa la importancia de los 12 millones de mexicanos. Qué bueno que ya empieza a cambiar.
Tercer mérito, no repetir la otra cantaleta también aberrante del eterno reclamo mexicano pocas veces evitado, “los pinches gringos mariguanos y asesinos”. Calderón se pasó seis años reclamándoles a los estadunidenses que dejen de consumir drogas, al mismo tiempo que en varios estados de Estados Unidos se legalizaba el uso terapéutico de la mariguana. Insistió, durante todo su sexenio, que Estados Unidos impidiera la exportación ilegal de armas a México, ya que a eso se debía la violencia en el país. Prefirió que Estados Unidos colocara retenes al llegar a la frontera, entorpeciendo el flujo vehicular. Peña Nieto, junto con el gobernador Jerry Brown, propuso tal vez de forma ilusa acelerar el tiempo de cruce en la frontera en lugar de obstaculizarlo con retenes del lado norteamericano.
Se ha comentado en redes sociales que la visita de Enrique Peña Nieto a California, y en particular a Los Ángeles, tuvo poco eco. No sé si sea cierto, pero por la agenda se ve que prefirió omitir varias visitas tradicionales, a una de las grandes universidades ubicada en Los Ángeles, al consejo editorial del diario de la ciudad, a la plaza Olvera o a cualquiera de los grandes foros empresariales o de Hollywood. Tendrá que volver, pero ya es un principio, ojalá siga por este camino.

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