Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Ricardo Castillo Díaz

MAREA ALTA

  La OCVA del PRI

 Bien podría decirse que la política turística de Acapulco anda como el cha cha cha. Un pasito pa’ delante y dos pasotes para atrás.

El pasito lo dio el alcalde Alberto López Rosas al tomar la presidencia del Fideicomiso Proturismo, que administra lo recaudado por el impuesto de 10 por ciento al consumo de agua para la promición turística del puerto. Y la vicepresidencia del Fideicomiso del room tax, que administra el impuesto de 2 por ciento que pagan los turistas al hospedarse.

Un pasito que de poco o nada servirá al haber dejado el manejo de los millonarios recursos de ambos fideicomisos a la misma Oficina de Convenciones y Visitantes de Acapulco (OCVA) cuya fama no es precisamente por aplicar con honestidad y transparencia el dinero que en su mayoría es público.

O dicho de otra forma, López Rosas sí tendrá en sus manos la chequera, pero finalmente se la gastarán los permanentemente señalados por despilfarros, lo cual sería uno de los dos pasotes hacia atrás.

Porque el otro pasote, más que la desaparición de la Oficina de Promoción de Acapulco (OPA) –justificadamente creada por ex alcalde Zeferino Torreblanca Galindo por las irregularidades que descubrió en la OCVA–, es la salida de los turisteros de mejor reputación en el manejo de estos recursos.

Si López Rosas dice que al continuar con la política de las calles libres de ambulantes “menguamos liderazgos obsoletos” ¿por qué no se hizo lo mismo con los muchachos del más de lo mismo del turismo que se asumen como empleados del gobernador y del PRI, y se prefirió hacer a un lado a los independientes Héctor Pérez Rivero, Sergio Salmerón, Luis Peimbert y Luis Miranda, que garantizaban transparencia?

Pero como dice que al son que le toquen baila, se espera que con López Rosas en las cabezas de los dos fideicomisos de promoción turística, se presenten y publiquen informes completos del ejercicio de esos recursos.

“Parto de principios de buena fe; con la responsabilidad vamos a tener mejor fiscalización de los recursos”, ofreció el alcalde al regresarle los recursos del Proturismo a la OCVA . Y eso no sólo se espera. Su extracción opositora lo exige.

Y para muestra…

Entre que desaparecía y que no, la OCVA despidió el año 2002 muy a su modo. Y no precisamente con el raquítico espectáculo de pirotecnia, pues ya ni eso hubo.

Sucede que los primeros días de diciembre pasado su director general Carlos Velázquez Cerda, ex funcionario federal priísta que fue cercano colaborador en la Secretaría de Turismo del hombre de las millonarias pensiones y de peculados, Oscar Espinosa Villareal, rindió su informe de labores.

Y lo hizo nada menos que en el salón Atlantes –el mismo que se habilitaba como amplísima sala de prensa en la Convención Nacional Bancaria que se llevaron a Cancún– del hotel Fairmont Princess.

Ninguna relevancia tendría el sitio donde se llevó a cabo el acto de la OCVA si no es porque el presidente del organismo de promoción turística del puerto es nada menos que Ian Robinson, director de ese exclusivo hotel del Acapulco Diamante.

Otro detalle que no menos nos brinca es que la directora de Relaciones Públicas de la misma hospedería es la ex conductora de Televisa, Claudia Córdova, esposa del director de la OCVA.

Conveniente sería preguntar si la realización del informe de Velázquez Cerda tuvo un costo por la renta del salón, con cargo a los recursos públicos que maneja la siempre cuestionada oficina turística. Porque Robinson bien pudo ser conciente de la responsabilidad que implica cuidar el dinero que proviene de los impuestos de todos, y generosamente prestar sus instalaciones.

¿O a poco ya se le olvidó a él y a Velázquez que llegaron a la OCVA en sustitución de otro grupo de priístas figueroístas y aguirristas que hacía exactamente lo mismo?

Cómo olvidar que tan sólo los cuatro primeros meses de 1999 el entonces presidente de la OCVA, Arturo Córdova Mendoza, benefició a sus negocios de la misma forma, rentando para juntas ejecutivas del organismo los salones de su hotel Las Hamacas, y pagando cenas con cargo al room tax en dos de sus restaurantes: el carísimo Casanova, y el desaparecido Costa Romanza, donde ahora está un 100% Natural.

Igual hacía el entonces presidente del Fideicomiso para la Administración del Impuesto al hospedaje, Ramiro Reina, quien beneficiaba al hotel Elcano del que era gerente, pagando “consumos y servicios”, también para sus reuniones.

Y esto es sólo un botón del modus operandi del grupo priísta del sector turístico incrustado en la OCVA, al que López Rosas “de buena fe” le regresó la confianza, y con ella varios, pero varios millones.

¿Y dónde está el gobernador?

Ya pasaron casi dos semanas de la violencia en Coahuayutla y de la aparición de hombres armados en Apango, y el gobernador René Juárez Cisneros no ha dicho ni pío.

Después de sus días de descanso ha preferido guardar silencio, ese “que es la forma más cobarde de la complicidad”, escribió Granados Chapa cuando el lunes se refirió al conflicto de las televisoras CNI-Tv Azteca.

Sólo falta que cuando le pregunten al Ejecutivo estatal dónde se ha metido mientas ocurren estos hechos ocasionados por su partido, el PRI, responda que él no es chaleco antibalas o algo por el estilo, como el “no soy bombero” que dio su amigo el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velasco, cuando lo cuestionaron por no haber regresado de sus vacaciones el día de la explosión de cohetes en el Mercado de la ciudad jarocha.

Juárez Cisneros sólo se ha dado tiempo para opinar –y mediante boletines de prensa que elabora su Dirección de Comunicación Social– sobre la temporada turística decembrina, que sólo según él, fue muy buena.

De los heridos, las armas y los conflictos del estado que gobierna, nada de nada.

Lo peor: nadie se molestó en suspender sus vacaciones para atender las crisis poselectorales y ya nadie se acordó de aquel demagógico postulado del priísmo de que la violencia ahuyenta a los turistas y a las inversiones. Ni René Juárez, ni Marcelino Miranda ni Carlos Sánchez Barrios ni nadie. ¿Indignante insensibilidad o ingobernabilidad?  [email protected]

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