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En el nuevo tianguis popular, los Reyes Magos cumplieron su encomienda hasta con 100 pesos

 Xavier Rosado * La noche de Reyes Magos se vivió en Acapulco con las marcadas diferencias que distinguen las clases sociales, sin embargo, algo que fue común en todas las casas donde hubo o hay todavía un arbolito de Navidad, fue la alegría de los niños y en las calles del puerto, los centros comerciales y mercados abarrotados por padres que como costumbre muy mexicana, salen a última hora a hacer las compras.

Los paterfamilias hicieron el último esfuerzo económico y se convirtieron en Reyes Magos que tuvieron que buscar los regalos que suplieron los tradicionales oro, incienso y mirra.

El tianguis de Reyes que fue instalado en lo que fuera el estacionamiento del hotel Continental, en las calles Vicente Yáñez Pinzón y Costera, fue una alternativa que ofreció el presidente municipal de Acapulco, Alberto López Rosas a todos los locatarios que invadían anteriormente las calles del centro como Belisario Domínguez, Parián, Matamoros, 5 de Febrero y Melchor Ocampo con los juguetes del día de Reyes.

Aunque hubo mucha resistencia de parte de los comerciantes ambulantes, alrededor de 300 puestos fueron instalados en este tianguis, dejando las vialidades libres, aunque resguardadas por la policía municipal para evitar rebeldías de los inconformes.

El domingo, una noche antes de que llegaran los Reyes Magos a Acapulco, el tianguis estuvo repleto de padres que acudieron a ver qué les compraban a sus hijos o para ver si ahí encontraban el juguete encargado en la cartita a los Reyes Magos.

Entre polvo, lonas improvisadas y juguetes sobre cajas de cartón, los padres preguntaban ¿a cómo el carrito? hasta de 25 pesos había juguetes, la mayoría importados de China y Taiwán.

No se encontraron en este tianguis los llamados juguetes “de marca” u originales, aquí se puede comprar una copia muy austera de la mundialmente famosa y polifacética Barbie por sólo 20 pesos.

Un padre joven, de unos 25 años de edad salía con cara de “ya la hice” del tianguis con dos juguetes en una bolsa de plástico, al mostrar su contenido, exclamó: “Esta guitarrita es eléctrica y tiene varios sonidos, me costó 85 pesos, el carrito (una grúa de volteo) 25 pesos”.

Así que los Reyes Magos a este novel padre le salieron en un poco más de 100 pesos.

También había cochecitos de control remoto a 250 pesos, pero de esos que todavía son alámbricos. Las bicicletas tipo montaña, como para un adolescente, costaban 180 pesos y un mini triciclo de plástico, mucho más pequeño que la bici mencionada, costaba 250 pesos.

También había juguetes inflables con las figuras de las Chicas Superpoderosas y del Hombre Araña, desde 30 hasta 90 pesos.

El tianguis de reyes promovió también la cultura popular al ofrecer en juguetes tan mexicanos como trompos, yo-yos y baleros de madera labrada, portacassettes y porta cd’s de madera de pino, guitarritas, mueblecitos y violines.

Otro producto de la creatividad nacional que se comercializó en este tianguis fueron las máscaras de lluchadores, que según el personaje, marcan su costo, por ejemplo, una de Lizmark cuesta 70 y una de La Parca, 30 pesos. También se ofrecían del Hombre Araña, Máscara Sagrada, Blue Demon y El Santo.

Mochilas, patinetas, patines del diablo, transbordadores eléctricos, todos copias de los originales y a precios de fayuca, se ofrecían en ese tianguis. En realidad los Reyes Magos no encontraron aquí un artículo que cueste más de 300 pesos.

Un señor de unos 35 años de edad salió cargando 12 cojines estampados con las figuras de los personajes de Walt Disney, al preguntársele a cómo los había comprado contestó entusiasmado “Me los dejaron a dos por 20, es que los llevo para la cunita de nuestro bebé”.

También había artículos para niñas: un burro de planchar con su respectiva planchita, la estufita, con todos sus trastecitos y ollitas, una escoba que no incluye mandil, una lavadorita y una alacenita con todos sus aditamentos.

Para los niños también se ofrecieron juguetes como una ametralladora con sonido de semi automática, pistolas de agua y de dardos con punta adherible, cuchillos de plástico y un kit de Rambo, con todo y arco, flechas, brújula y un poco de pintura para camuflajearse la cara.

En este tianguis todavía se puede regatear con los marchantes, de hecho hay que hacerlo si no se quiere quedar como un comprador novato, tomando en cuenta que la mayoría de los comerciantes le aumentan un leve porcentaje a sus productos a sabiendas de que el sagaz padre de familia, lo sableará pidiendo 10, 20 y hasta 50 pesos de descuento.

Un negocio paralelo al de los juguetes es el de las pilas, porque los comerciantes ya conocen de la desilusión que representa para los niños recibir un juguete ¡sin pilas! y salir en piyamas a la tienda más cercana para conseguir el alma de los regalos. Estas también son chafas, no había originales y un paquete de cuatro doble A, costaba desde 20 pesos.

Y para aguantar la desvelada, los Reyes Magos pudieron combatirla con un buen plato de enchiladas picosas, unas tostaditas de pollo o chorizo, rebosantes de lechuga, crema y queso en polvo, unos tamalitos oaxaqueños o de chile o de dulce, un atolito de arroz o de maíz o el consabido refresco de todos los sabores.

Los Reyes Magos menos sensibles a los gustos y preferencias de los pequeños, pudieron encontrar todo tipo de ropita para niños.

Sin embargo, después de soportar el polvo, los abusos en los precios, el tráfico de medianoche, la obstrucción de los elementos uniformados y por supuesto, la desvelada, los Reyes Magos, cumplieron su misión.

 

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