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Solo “les queda Dios” porque las autoridades no los apoyan, dicen víctimas de la violencia ante el arzobispo

Solo “les queda Dios” porque las autoridades  no los apoyan, dicen víctimas de la violencia

*Durante un encuentro con el arzobispo Carlos Garfias, católicos exponen casos de sus familiares asesinados o desaparecidos

Mariana Labastida

Para cientos de católicos su única esperanza es Dios porque perdieron la fe en las autoridades civiles después de que la violencia les arrebató a familiares.
Un caso es el de Laura, desaparecida el 30 de julio, y sus familiares reprocharon que ningún indicio de su paradero les han dado; “el que nos iba a ayudar, nos saca la vuelta”, señaló su tío Adolfo.
“Se lo llevaron, lo encontraron en una fosa clandestina y las autoridades me dieron mucho trabajo para entregármelo, lo incineré y no tengo dónde depositarlo”, relató por su parte Teresa, en el encuentro de Víctimas de la Violencia con el arzobispo Carlos Garfias Merlos, dentro de la visita pastoral al decanato de la Santísima Trinidad.
Allí, Garfias Merlos pidió “perdón” como Iglesia a las víctimas de la violencia porque “no hemos sabido acompañarlos, y en nombre de quienes han matado a sus seres queridos, los secuestrados, quienes han agredido a sus familias, por quienes han destruido la esperanza”.
El encuentro del arzobispo con las víctimas fue en la parroquia de San Nicolás de Bari, en la colonia La Laja.
En el encuentro, Eli relató que a su hermano lo mataron el 10 de septiembre de 2011, el mismo día que se realizaba en Acapulco la Marcha por la Paz y Dignidad encabezada por Javier Sicilia.
“Nosotros teníamos un cuerpo, hay hermanos que no lo tienen, las autoridades no nos apoyan, no nos ayudan, hay una corrupción tremenda”, reprochó.
Pidió a los sacerdotes que se enamoren del trabajo con las víctimas de violencia; “necesitamos sacerdotes que quieran vivir por esto, porque hay ocasiones en que lo único que queremos es un abrazo que nos reconforte”.
Al finalizar las intervenciones, el encargado de la Pastoral Social de la Arquidiócesis y párroco de la San Nicolás de Bari, Jesús Mendoza Zaragoza, pidió a los sacerdotes que abrazaran a las víctimas que “necesitan sanar su dolor para continuar” y trasmitir “paz, salud y consuelo”.

Laura

Del caso de Laura, de  29 años, su tío explicó que desapareció el 30 de julio, que a los dos días de que no llegaba a la casa de sus suegros, donde vivía desde hace cuatro años cuando su esposo se fue a trabajar a Estados Unidos, se hizo la denuncia ante el Ministerio Público y allí les aseguraron que los ayudarían, pero después les pidieron dinero; “según nos iban a ayudar pero nos saca la vuelta la autoridad civil a nivel nacional, está corrompida”.
Don Adolfo reprochó a las autoridades civiles “que no hagan nada”, y dijo que la situación de violencia es por la falta de empleo, salarios dignos, para “que las personas no estén pensando en matar o secuestrar, para que no nos partan el corazón”.
“Me siento muy sola, eran mis únicos hijos, mi compañero está enfermo y ahora estamos solos”, dijo Ofelia al arzobispo, quien fue la primera en tomar el micrófono para iniciar el encuentro luego de una dinámica de relajación que dirigió una de las colaboradoras de los grupos de apoyo.

Otras experiencias

Las víctimas, como son llamados los deudos, también relataron cómo les han ayudado los grupos de apoyo de la Iglesia; “a mi hijo ya se lo entregué a Dios, era mi alma gemela, no tenía vicios, hoy doy gracias porque me dejaron 18 años a mi Ángel, pero cuando se lo llevaron sentí que me arrancaron las víceras, ellos (homicidas) no conocen a Dios, no conocen cuánta falta nos hace el ser que acaba de partir”, lamentó una de las madres de familia de la colonia La Laja, a cuyo hijo lo secuestraron y lo mataron hace dos años.
Hilda recordó como su hijo, de 36 años, sentía miedo. Hace tres años lo desaparecieron 13 días, lo encontró atrás de la iglesia de Costa Azul con otro cuerpo: “creí que iba a morir, estoy de pie y acepto la voluntad de Dios”.
“Mi esposo jamás vendrá a mí, pero yo iré a él algún día”, aseguró otra de las víctimas antes de relatar cómo hace tres años y 5 meses mataron a su pareja e hirieron a su hijo cuando fueron a entregar el dinero y dos taxis que les habían pedido para liberar a un chofer que trabajaba para ellos y estaba secuestrado; dijo que al principio le reclamaba a Dios, “pero dicen que por algo pasan las cosas”.
“Yo no he tenido resignación porque me siento culpable”, se reprochó la madre de Tiaré, una joven de 15 años, estudiante del Colegio de Bachilleres número 7, que fue encontrada junto con su tío, hermano de su mamá, en un paraje en El Veladero, el 8 de marzo de 2013.
La madre de Tiaré relató cómo fue la entrega de los 400 mil pesos que le pidieron los secuestradores después de varios días de negociación, por un percance que ocurrió cuando esperaban a que recogieran el pago y piensa que los delincuentes creyeron que los había identificado, cuando lo único que quería era que le regresaran con vida a su hija y a su hermano, lo cual no fue así.
Garfias Merlos consideró que el encuentro era una experiencia de sanación y perdón, “porque cada quien lleva en lo más profundo dolor y sentimiento intensos, rencores y resentimientos que no saben cómo resolverlos, y llamó a experimentar el perdón a quienes hayan hecho daño”.
Garfias Merlos pidió perdón a las víctimas “por parte de la sociedad, de la iglesia, de los sacerdotes que no hemos sabido acompañarlos, en lo personal”, también se disculpó por los homicidas, secuestradores y agresores de las familias.
Don Adolfo sigue buscando a Laura, ahora lo hace junto con su hermana y esposa a través de la fe religiosa, en los días que han trascurrido desde su desaparición. Primero intentaron con las autoridades civiles, después acudieron a chamanes y lectores de cartas que les dieron esperanzas y a un día de que se cumpla el mes sin saber de la joven dice que solo les queda la autoridad divina.

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