Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Martínez Núñez

De la Montaña a la Costa

Con el desvelo navideño aún a cuestas, partimos nuevamente de campaña con Zeferino. El punto de partida de esta nueva gira es Iliatenco en el corazón de la región cafetalera de la Costa Chica. A la entrada del pueblo, cientos de ciudadanos esperan al candidato para marchar con él rumbo al acto político. Sobre la cancha municipal atiborrada, el acto transcurre con gran ambiente. Este primer mitin será indicio de lo que ocurrirá a lo largo de la jornada.

Transitamos por la carretera Marquelia-Tlapa y advertimos los riesgos de hacer las cosas a la carrera, con el único objetivo de sacarse la foto y cortar listones contra reloj. La carretera es una realidad, eso que ni qué. La cuestión es saber cuánto tiempo pasará antes de que una de las muchas paredes deslavadas se desmorone y cierre el camino. Se cruzan las apuestas y muchos creemos que con las primeras aguas se verá la dimensión del engaño. Los caminos requieren obras anexas, puentes, túneles. No se trata simplemente de pasar los trascabos, medio compactar y echar una capita de asfalto que a veces más bien parece una mano de pintura. La carretera acaba de ser inaugurada con gran bombo y platillo y ya es evidente su deterioro. A partir de abril, será ineludible la revisión tanto técnica como financiera de la obra pública.

En Atlalatzala, en el filo de la montaña, es ya medio día pero el termómetro no rebasa los 17 grados centígrados. Las mujeres con sus niños a cuestas, no paran ni un segundo de tejer sombreros por los que reciben 2 miserables pesos por unidad.

En Ahuajotzingo el tiempo pasa de manera distinta. Viajar a la montaña es de muchas maneras, un regreso al pasado. Los actos políticos tienen su propio ritmo cansino y pausado. Repentinamente y a finales de diciembre, comienza a caer una helada lluvia que únicamente sorprende a los fuereños. A pesar de esto, la gente no se mueve un ápice. Un orador dice que desde 1815 cuando don Vicente Guerrero ubicara su campamento en el cerro de al lado, el progreso no ha regresado a la región.

Por la mañana, Zeferino tiene una entrevista en la radio. El candidato habla ya como gobernador. “Dicen que hablo como gobernador, pues sí, yo estoy pensando en gobernar”. En Xalpatláhuac es recibido por los representantes de Cuba Libre, que le piden como mucha gente en toda la geografía del estado, la pavimentación del camino. Durante el acto político, advierte que él solo no puede, que todos tenemos que arrimar el hombro, que el tercio pesa menos entre más lo carguemos.

En el trayecto hacia Copanatoyac, hay lugares que se asemejan a la geografía marciana. Dos kilómetros antes del pueblo, la gente hace marchar al candidato que es escoltado por cinco bandas de música. El diputado Javier Manzano pide acabar con los mapaches y tlacuaches que se chupan los recursos del pueblo. En este punto Zeferino manifiesta su apoyo a la policía comunitaria, pero advierte que el gobernador del estado no puede ser quien infrinja la ley. Propone buscar ya sea un modelo de policía que no viole la norma o la promoción de las reformas legales necesarias. En Chiepetepec habla de un gran programa de nutrición para Guerrero y de la creación de un gobierno de concordia, de unidad y de trabajo.

Al comenzar la tarde, volvemos a atravesar la montaña camino de Costa Chica. El paisaje es simplemente maravilloso. Vamos encima de las nubes y de repente la humedad nos anuncia que estamos de nuevo en el trópico. Una caravana de autos nos espera antes de Horcasitas y obliga al candidato a pasar a dar un saludo. Los coches nos acompañan sonando las bocinas hasta la salida de San Luis Acatlán.

En Ometepec, Zeferino desayuna con antiguos miembros de La Brecha, del PT y de la Unión Regional de Ejidos de la Costa Chica. El candidato nos recuerda que los que ya se van han desalentado la producción en el estado. Es cierto. Por todos lados encontramos mandarinas, plátanos, chanclas chinas e infinidad de cacharros plásticos, que vienen de cualquier sitio excepto Guerrero. Zeferino dice que es necesario que los recursos de los programas asistenciales se queden y circulen en las mismas comunidades. Pide una tregua al llegar al gobierno de al menos siete meses con el objeto de arreglar la casa.

En Quetzalapa una señora recita “Nunca tuve una bici, nunca tuve un camión, estamos seguros, usted será nuestro campeón; una libreta tengo, sus páginas están en blanca, tú serás nuestro gobernador, Zeferino Torreblanca”. El candidato ofrece la receta para un buen gobierno: organización, eficiencia, transparencia y limpieza. Nada más pero nada menos.

En el ambiente hay una sensación extraña de júbilo. Hay una vibración especial. El rumor es ya certeza entre la gente: vamos a ganar. Este movimiento ya no lo para nadie.

En Igualapa lo recibe una señora que se dice la dirigente de la tercera edad, “pues se ve usted muy joven”, dice el candidato, “¡Es que se pinta el cabello!”, gritan las mujeres. Aquí acompaña al candidato el compositor Indalecio Ramírez Rodríguez, “El taciturno indio de Igualapa”.

Por la tarde en Guadalupe Victoria, comunidad totalmente amuzga, el auditorio del pueblo está abarrotado. El entusiasmo de los indígenas enchina la piel. Zeferino no puede ocultar su satisfacción. En Cosoayapan lo detienen para un saludo fuera de programa y de ahí decide marchar hasta la plaza de Xochistlahuaca donde no cabe un alma. Al término del acto, Zeferino ataviado con una camisa amarilla elaborada por los artesanos locales, quiere tomarse una foto con las mujeres al pie de la Presidencia Municipal. En Zacualpan, son principalmente éstas las que llenan la cancha. Alguien ha cortado súbitamente la luz eléctrica así que con camionetas se medio alumbra el lugar. Nada detiene al movimiento, mucho menos un grupo de muchachos con camisetas rojas que intentan bloquear la poca luz. Aquí Zeferino explica, como lo ha hecho desde La Montaña y a través de la traductora, cuál es la manera correcta de emitir el voto auxiliado por un enorme cartel con el logotipo de la coalición y una réplica de la boleta que se utilizará el 6 de febrero. En la elección del 99 fueron casi 14 mil los votos anulados, así que no hay que dejar ningún espacio para la fuga de éstos.

Ya de noche en Cochoapa, pueblo dedicado en parte a la pirotecnia, nos reciben con globos de Cantoya, chifladores, bombas y trincas de cohetes. El ánimo es desbordante. Zeferino nos regala más que un discurso, una conversación muy a la suya. La gente baila. Esto no parece un acto político. Parece más bien la fiesta del pueblo. Es la fiesta de un pueblo que por fin se ha convencido de que la victoria es una realidad. Las campanas de la democracia comienzan su cuenta regresiva.

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