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Lucio miraba la injusticia y dio la vida por un cambio: Jacobo Silva Nogales

Desde el penal de La Palma, Jacobo Silva Nogales, el comandante Antonio del Ejercito Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), envió una carta para recordar a Lucio Cabañas Barrientos a 30 años de su muerte.

En el documento manuscrito habla de la vida del dirigente guerrillero, y recuerda cómo le lastimaba la pobreza, “miraba la injusticia en donde otros sólo veían que así era la vida y que el tener o no tener para comer era cosa de suerte y podía ver que las cosas no cambiaban solas sino que habría que hacer algo ya, en ese momento y en este lugar en que le toca vivir y arriesgar la vida”.

Recluido desde octubre de 1999 en el penal de máxima seguridad de La Palma, en Almoloya, estado de México, Silva Nogales cuestiona “hemos cambiado cada uno de nosotros pero qué ha cambiado este país que Lucio quiso cambiar con algunos de esos muchachitos –algunos de ellos sobrados en años, como el Güero Cedeño se alzó y anduvo en el monte– a veces con el cuerpo vacío del alimento pero lleno de esperanza”.

Recuerda al profesor y fundador del Partido de los Pobres con la mirada aguda y tierna a la vez, con la voz firme para ordenar pero suave para enseñar y para convencer.

Al recordar la muerte de atoyaquense relata: “supe de algunos que esta misma fecha pero hace 30 años lloraron cuando supieron o intuyeron su muerte, y sepan que no es motivo de vergüenza porque en todo el país y aún fuera de él se lamentó su muerte entre los hombres buenos”.

También se refirió a quienes causó gozo la muerte del profesor, “ayer los victoriosos se sentían en la cima del mundo y dónde están ahora”.

La carta concluye con una reflexión, “Lucio tenía razón, era cierta la injusticia, en verdad el Ejército y la Policía asesinaban a los campesinos o los desaparecían; ha hablado ya el que disparó nueve de los tiros de gracia; habló quien siendo campesino acompañó a los guardias para capturar a otros campesinos que jamás volvieran a sus casas porque tal vez terminaron siendo arrojados al mar desde algún helicóptero”.

“Otros militares y policías han mostrado que no eran más que bandidos que evaden sus responsabilidades y niegan lo que antes para ellos era motivo de orgullo. El tiempo, Lucio, ha puesto a cada uno en su lugar y tú aún conservas en nuestro corazón el lugarcito que desde entonces ocupaste, y si ahora pudiéramos verte diríamos “tenías razón Lucio, tenías razón”.

 

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