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Les prometieron reubicarlos y viven en la calle en la colonia Tierra Digna, Coyuca de Benítez

En Coyuca de Benítez basta con alejarse unos metros de la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo para encontrarse con quienes a un año del paso de la tormenta Manuel perdieron sus viviendas arrastradas por el río, y siguen sin tener un lugar en donde vivir.
Por ejemplo en la colonia Tierra Digna, debido a que les prometieron que serían reubicados, no fueron beneficiados con la tarjeta de enseres de 10 mil pesos ni materiales.
Del lado izquierdo de la carretera con dirección a Zihuatanejo se encuentra la colonia del Río, los vecinos dijeron que sí les llegó la tarjeta de enseres, y de marzo a ayer se habían pavimentado las calles con concreto, hace un año, solamente la principal estaba pavimentada.
Por la calle principal atrás de la colonia del Río empieza la segunda sección de la colonia Tierra Digna, y ahí es donde se ve la diferencia no sólo en el material de las viviendas, que en su mayoría son de madera, sino en el camino que está enlodado por el agua negra estancada, los vecinos explicaron que no tiene salida, por lo que tienen que pasar por los bordos o dar la vuelta a la cuadra.
Los vecinos dicen que son 36 familias las que fueron afectadas de la primera sección de la colonia Tierra Digna, a diferencia de la segunda, ellos ya tenían escrituras de sus predios.
Pedro Claudio Avelino, de 62 años, es uno de los afectados y vive en la calle, literalmente, en la calle Frente Democrático esquina con Mirador, allí construyó una galera donde vive con su esposa, dos hijos y cuatro nietos.
Pedro y su familia vivían en una casa de madera con piso de cemento y techo de lámina, el río se la llevó y vivieron en el albergue hasta febrero, pero se salieron porque ya casi no les llevaban de comer “ni agua teníamos” recordó, y dijo que eran unos 300 refugiados que buscaron por su cuenta un lugar para vivir.
La opción de Pedro ante la falta de dinero fue construir una galera, pidió permiso a los vecinos y al delegado de la colonia y la hizo en la calle, con tablones improvisados y láminas que consiguió armó la estructura donde tienen dos camas que les regalaron con base metálica y tres colchones más encima de cajas y blocks de cemento, cocinan en un fogón que está a un lado de un colchón, y tiene una pequeña mesa de madera que construyó para poner el molino para el cacao, su esposa vende chilate y es su herramienta de trabajo, indispensable para toda la familia.
Pedro se dedica a vender agua en garrafón, tiene un triciclo de carga en el que se traslada de un lado a otro.
Informó que hace dos meses les hicieron firmar unos documentos según para su reubicación, pero no sabe nada aún, pero ha empezado a juntar tablones de madera, y en cuanto terminen los trabajos en el río, por los que le impidieron regresar al terreno que ocupaba, construirá su casa nuevamente.
La galera en donde vive es de madera, con paredes de plástico, lámina de cartón vieja y por dentro le cuelgan varias lonas “para que agarren el agua” y evitar que se mojen los colchones en los días de lluvia. Sus pertenencias las tienen en cartones y cajas de plástico, le regaron un refrigerador usado y una televisión, el DVD es prestado, lo tiene que regresar.
Mantiene a sus hijos y nietos de lo que gana vendiendo garrafones con agua y lo que le dan de pensión, su esposa está en Oportunidades pero no saben si van a cobrar este mes porque se encuentra fuera cuidando a su mamá.
Pedro reprochó que ellos están viviendo en la calle y en la colonia “hicieron casitas que ni las habitan, y uno que las necesita, aquí nos tienen sin decirnos cuándo”.
Yomaira es nieta de Pedro, su cama está al fondo de la galera junto a la de su abuelo, la comparte con su prima mayor que va a la secundaria, sobre la misma hay colgado un pabellón, es la única que tiene, también hay algunas estrellas de peluche, dice que se las fueron a regalar personas que estuvieron en el albergue el 14 de febrero, cuando ya habían abandonado el lugar. Se pone triste al recordar la casa donde vivían y se llevó el río, le entra melancolía porque dormía sola, tenía su propio espacio para dormir, aunque en el cuarto había más camas. Ella está con sus abuelos desde que sus padres se separaron, y se quedará con su papá quien actualmente vive en los Estados Unidos.
Las tres hijas de Pedro también perdieron sus viviendas, una es Carolina que vive con su hermana, los esposos e hijos de ambas en una casa que rentan por 500 pesos mensuales, son nueve en la vivienda de dos habitaciones y una estancia, también están en espera de la promesa de reubicación a un año de que se quedaron sin nada.
Carolina agradece lo que le han dado en la Cruz Roja, le regalaron una cama con colchón y unos trastes, no fue candidata a tarjeta de enseres por la reubicación ni a los mil 200 pesos que estaban dando por la limpieza de sus casas. Ella y su hermana son amas de casa y sus esposos albañiles.
Dijo que este año ha sido difícil por la falta de trabajo, por eso su hijo mayor, de 16 años, en las tardes después de la escuela va a vender agua en garrafón y ella pan.
En la colonia Tierra Digna se construyeron ocho viviendas nuevas, en su mayoría están deshabitadas aunque ya fueron entregadas, han sido ocupadas por sus propietarios porque se ven las cortinas puestas en las ventanas, y a otras se les están terminando detalles.
Otra vecina, Araceli Catalán Jiménez dijo que el apoyo a las familias llegó pero no por igual, unos recibieron tarjetas de enseres, otros no, algunos alcanzaron láminas del gobierno del estado, pero no todos.
A un año del paso de la tormenta Manuel no se ve un cambio en Tierra Digna, las calles siguen siendo de tierra, casi el mismo alto con el que quedaron después de la inundación, en algunos patios quedaron los bordos de lodo que se endureció y sólo se limpió al interior de las viviendas.
Alejandrina Hernández López de la Cruz, de 42 años, no ha recibido ni su casa prometida ni el pago por su cosecha dañada, ella vive en el terreno donde estaba su casa, le dijeron que no puede volver a construir ahí porque es zona de riesgo, así que espera que le digan a dónde la van a reubicar.
Duerme en una hamaca, no tiene un techo que la proteja, el que está en el terreno es de lámina y está dañada, por eso cuando llueve “corro a casa de alguna amistad”.
Se mantiene de vender fruta rayada en platos desechables, no ha podido sembrar luego de que se dañó su cosecha de maíz. Ella tenía varilla, alambrón, tabique y arena para cambiar de madera a concreto su vivienda, pero el río la dejó sin nada.
Dijo que se tiene que hablar con la verdad, que muchos de los afectados ya fueron beneficiados, como doña Eduarda Cisneros, que también espera su casa, pero ya recibió un estufa, un colchón, una cama y una mesa con cuatro sillas.
Alejandrina dijo que “muchos se aprovecharon de la ocasión, muchas gentes no tenemos servicio de agua, no tenemos servicio de luz”, tiene cuatro gallinas metidas cada una en una caja para que no se las roben, como ocurrió con las láminas que le dio el gobierno del estado y que desaparecieron de su terreno.
Alejandrina enfatizó que no tiene por qué mentir, por eso cuando le fueron a preguntar recientemente si necesitaba algo, presentó el folio 025177 que le dieron como comprobante de que fue censada para reubicación, porque confía en que le cumplan, aunque también en el censo de productores afectados apareció y no recibió ningún apoyo, sigue en pie y dispuesta a luchar para seguir adelante, porque “lo importante es mi vida, las cosas materiales van y vienen”. (Mariana Labastida).

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