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Conserva La Pintada la cicatriz que le dejó la tormenta: el cerro desgajado que sepultó a 71 de sus habitantes

*La nueva iglesia será inaugurada el 16 de septiembre en una ceremonia especial para honrar a los muertos en la catástrofe. De las 210 viviendas prometidas se han entregado 144, pero no todas están habitadas por falta de alumbrado

Francisco Magaña

Atoyac

A un año del alud que cubrió más de la mitad de la población de La Pintada, enclavada en lo alto de la sierra de El Paraíso, la vida de los sobrevivientes no se ha recuperado del todo, pese a la millonaria inversión en viviendas coloridas que contrastan con el dolor de sus pobladores.
La comunidad luce diferente, con casas modernas, espaciosas áreas verdes, alberca, cafetería, capilla y una iglesia que destaca como el edificio más alto del lugar; pero tiene una enorme cicatriz que se observa desde lejos: el cerro desgajado que cubrió la mitad del pueblo.
La iglesia será inaugurada el 16 de septiembre en una ceremonia especial que realizará el gobierno federal y municipal para honrar a los muertos en la catástrofe que cubrió de luto al estado.
Junto al río se construyó un malecón donde se colocaron esculturas que denotan dolor en sus rostros, las piezas no están firmadas por el autor. También llama la atención el memorial, un cubo incompleto pero de pie, donde están los nombres de los fallecidos el 16 de septiembre, ubicado junto a una enorme roca que no se pudo mover aun usando la maquinaria más potente y se optó por dejarla en el lugar donde quedó desde el derrumbe del cerro.
En el antiguo centro del pueblo hay cruces con los nombres de los fallecidos, junto a cada una se sembraron árboles de frutas nativas como símbolo para que el lugar se cuide y se proteja. Sólo 20 cruces tienen flores en señal de que alguien las visita.
Todavía se mantiene el antiguo quiosco y el empedrado original de la calle por la cual transitan diariamente los vecinos, que ya se comenzaron a mudar a sus nuevas viviendas, a las que poco a poco han hecho adecuaciones, como en los jardines y traspatios para guardar cosechas.
Una de las sobrevivientes, doña Pascuala Ávila Nava, recién se mudó a su nueva casa, consta de dos recamaras, sala-comedor, cocina y baño; dice que es espaciosa ya que ella vive sola.
Dijo que confía en que la población salga adelante y valore la desgracia que vivieron, en la que muchos perdieron la vida, ya que por ellos hoy tienen todo eso, con el apoyo del presidente de la República.
El proyecto de la Nueva Pintada, como se llama ahora, consta de 210 viviendas, de las cuales se han entregado 144; aunque no todas están habitadas, ya que no cuentan con servicio de alumbrado público porque la CFE, con quien ya se hizo el contrato, no ha subido a dar el servicio, se quejaron los ingenieros.
La Pintada fue una de las comunidades más afectadas por la tormenta Manuel y el huracán Ingrid, cuyas lluvias torrenciales tomaron por sorpresa a muchos guerrerenses por la falta de alerta.
En La Pintada todavía se recuerda con dolor y con lágrimas a los que quedaron sepultados en sus viviendas la tarde del 16 de septiembre, donde varios preparaban el convivio con motivo de las fiestas patrias después de que no se pudo celebrar la noche mexicana debido a la fuerte lluvia que se sintió en todo el municipio.
La población guarda experiencias traumáticas para muchos de sus moradores; uno de ellos es Edmundo Adame, quien promovió la recuperación de los cuerpos y presidió las brigadas de rescate junto con los Topos.
Él cuenta la historia de “los muertos de los manguitos”, donde un padre de familia fue encontrado con sus hijos, abrazado en un árbol de mango afuera de su casa, buscando salvarse de la corriente de lodo y piedras que bañó la comunidad.
También la historia de la novia que subió a la comunidad con su prometido, quien recientemente la había pedido en matrimonio y lo acompaño para conocer la población, y ahí los dos perdieron la vida.
Edmundo Adame fue de los pocos que nunca abandonó el lugar con la esperanza de encontrar los cuerpos de los pobladores que fueron sepultados, entre ellos el de su hija, que hasta la fecha no ha sido encontrada.
“Nosotros no pedíamos casas ni nada de esas cosas, queríamos encontrar a nuestros familiares; el gobierno llegó y sin consultarnos comenzó a construir, ellos hicieron lo que quisieron”, dijo.
Recordó con nostalgia que su hija salió corriendo de su casa porque una de sus hermana había recibido una llamada.
Su esposa, Francisca Caballero, vio como el alud de lodo y piedra arrasó con la camioneta adonde venían sus dos hijas, yernos y nietos.
Solo los que estaban en la cancha de usos múltiples, junto al kiosco y en la entrada de la localidad se salvaron, ya que justo hasta ahí llego la mancha de tierra y lodo que cimbró el pueblo acompañada de un estruendo.
Murieron 71 personas, entre las que había visitantes de otros municipios que habían acudido a pasar el puente de las fiestas patrias.
A un año de la tragedia se inaugurará la iglesia del Señor de la Misericordia, que también quedó sepultada. Los vecinos contaron que en las noches, después de la tragedia, escuchaban repicar las campanas.
Dentro de la antigua iglesia murieron personas, ya que justo en el momento de la catástrofe se celebraba la oración por la paz.
El modelo de reconstrucción de La Pintada será compartido con otros pueblos de la entidad, sobre todo en La Montaña, donde se enviará una comisión de 20 vecinos que hablarán de su experiencia, de cómo se organizaron para levantar su pueblo, de los talleres y cursos en los que se les enseñó que hacer para que se reactivara la economía local.
Ahora, a la Nueva Pintada suben personas de otros municipios y estados para conocer la población que atrajo las miradas del mundo, de ello esperan sacar una recompensa, promover el ecoturismo y motocross como deporte de aventura, acompañado de recorridos por los cafetales que rodean a la comunidad.

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