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Arturo Martínez Núñez

Las perlas de la marea

A quince días del inicio de las campañas políticas, el tono y el nivel del debate político parecen esclarecerse.

Héctor Astudillo y su marea roja parecen decididos a estacionar las ideas e instalarse en el golpeteo y la provocación, mientras Zeferino Torreblanca comienza –aunque lentamente– a articular su propuesta de gobierno.

El PRI ha mostrado los puntos por donde piensa atacar. Lo patético es que varios de estos coinciden con los que hasta hace poco utilizara otro precandidato contra Zeferino, con los consabidos resultados. Estas perlas de la estrategia política son entre otras:

Zeferino no es guerrerense, nació en Jalisco. Este viejo argumento chovinista y segregacionista suena verdaderamente ridículo en un estado con clara vocación expulsora de migrantes. Zeferino nació en Jalisco porque como solía ocurrir con muchas familias, la madre se trasladó temporalmente a su estado natal, a fin de que el niño pudiese nacer en mejores condiciones hospitalarias y arropado por la familia materna. Desde los tres meses de edad, Zeferino ha vivido y desarrollado sus actividades productivas y políticas en Guerrero. El abuelo paterno, Zeferino Torreblanca Ávila, fue el primer presidente municipal de Benito Juárez (San Jerónimo). Por lo tanto, cualquier intento de señalar a Zeferino como fuereño o golondrino es, en el mejor de los casos, ordinario y grotesco. Sin embargo, aun si el señalamiento fuese cierto, negar o descalificar los derechos políticos de las personas que no han nacido en Guerrero, –y otros ni siquiera en el país– es condenar a miles de mujeres y hombres que han decidido desarrollar sus actividades académicas, económicas, artísticas o políticas en el estado. ¿Cuántas personas bien nacidas en Guerrero, viven, estudian, se desarrollan y trabajan en otras ciudades del país? ¿Esto los convierte en ciudadanos de segunda? ¿Existen distintas jerarquías dentro de la heráldica guerrerense? ¿Apellidarse Astudillo o Vicario es más valioso que llamarse Salgado, Walton o Martínez? Miles de no nacidos en Guerrero han aportado al estado mucho más que aquellos que cacarean un supuesto abolengo guerrerense aunque en la práctica sean instrumentos del centralismo, este sí pernicioso y miserable. Uno no decide dónde nacer, pero en cambio puede decidir dónde vivir. Por último, cualquier señalamiento por origen, genero o apariencia, es cuando menos fascista, integrista y racista.

Zeferino es rico, nació en sábanas de seda. Felicidades. Ojalá que la mayoría de las niñas y niños guerrerenses pudieran, ya no digamos nacer en sábanas de seda, sino al menos con las condiciones mínimas de salubridad y atención médica. Zeferino tiene una situación económica desahogada, gracias al trabajo de sus padres y al empeño y talento propios. Hace años decidió participar en la lucha democrática, cuando podría vivir como la mayoría de los empresarios, despreocupado por la situación de sus paisanos. Su condición de empresario exitoso no lo hace mejor pero desde luego que no le resta méritos. Qué bueno sería que todos los guerrerenses tuvieran la oportunidad de prepararse y desarrollarse exitosamente en su estado, y no tuvieran que arriesgar la vida como los casi 800 mil paisanos que han tenido que buscar un mejor destino más allá del río Bravo. Ser rico no es pecado; enriquecerse a costa del erario sí.

Astudillo está bien casado. Que es una manera eufemística de decir que Zeferino no lo está. El ámbito privado de las figuras públicas debiera de ser precisamente privado. Las decisiones que de puertas para adentro toman dos adultos, son de su exclusiva competencia. Las circunstancias que orillan a dos personas a la disolución de su vínculo afectivo no debieran de interferir en su capacidad laboral. Celebro que el senador Astudillo tenga un matrimonio envidiable. Sin embargo esto a mí no me indica que por ello pudiese ser un mejor o peor gobernante. Creo firmemente que la familia es núcleo fundamental de la sociedad, pero estoy convencido de que el modelo tradicional no es ya el único. Así, hoy día vemos familias que se componen por una madre o un padre soltero y sus hijos; o por los hijos, la madre y los abuelos; o por la madre o el padre con sus hijos, viviendo separados aunque en un ambiente de armonía y respeto hacia la ex o el ex. Existen también muchas parejas que aparentan tener un matrimonio modelo, cuando en realidad todo es apariencia y simulación. Zeferino tiene una excelente relación con sus padres y sus hermanos, adora a sus hijas y textualmente ha dicho “estimo y quiero mucho a la madre de mis hijas”. Un matrimonio que se disuelve siempre es una pena, pero siempre será peor, para los miembros de éste y principalmente para los hijos, mantener la fachada de una relación ya inexistente.

Rectificar es de sabios, el PRI está justo a tiempo de recomponer su estrategia y dar una batalla de altura, digna y sin desfiguros.

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