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Héctor Manuel Popoca Boone

Impugnación  

El Ejecutivo propone y el legislativo dispone. Tal fue la consigna política con la que inició su mandato presidencial Vicente Fox Quesada. Con ella refrendaba su convicción republicana y su acatamiento a la división de poderes y el respeto a las facultades constitucionales de cada uno de ellos, en concordancia con lo preceptuado en nuestra norma legal suprema: la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La esencia del precepto constitucional correspondiente consagra el régimen de pesos y contrapesos en el gobierno nacional a partir de tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Tres instancias en donde el poder se distribuye y balancea de tal forma de que inhiba la tentación del uso del poder absoluto en la persona del Presidente de la República, principalmente.

Cuatro años de mandato presidencial le bastaron al presidente Fox, y a su partido político, el PAN, para desdecirse y recular de lo prometido. Han mostrado inconformidad y posible impugnación a lo aprobado por la cámara federal de diputados respecto a la ley de Presupuesto de Egresos de la federación para el año 2005. Mal, muy mal se están viendo.

Con esta impugnación merma el espíritu democrático con el que debe teñirse el gobierno de Fox. Recordemos que en el año 1649, el rey de Inglaterra, Carlos I, fue decapitado por no querer acatar y sujetar su reinado a la Cámara de los Comunes, que era la instancia representativa del pueblo. Decía que su poder era divino, que emanaba de Dios y no del pueblo. Su cabeza rodó sin que ninguna divinidad lo impidiera.

Al presidente Fox no le va a pasar eso porque su paulatino suicidio político lo ha ido labrando con esmero digno de mejor causa desde que se sentó en la silla presidencial. Con esta impugnación, con berrinche televisivo a lo aprobado por la mayoría de los diputados federales, incorpora un elemento adicional al desencanto y deterioro de una administración gubernamental en la que el pueblo había otorgado y depositado mayores y mejores expectativas y esperanzas de las hasta hoy logradas.

Hay que saber mandar, obedeciendo. Tal es la consigna política del subcomandante Marcos de los alzados de Chiapas. Renovada actualidad cobra ante la rebeldía presidencial sobre lo que el Poder Legislativo quiere legislar para el bien de la nación. No en balde la lección de la historia nos indica que el uso del poder con el tiempo deviene en su abuso.

La tentación del gobernante de convertir su verdad relativa –y por ende, cuestionable– en verdad absoluta es constante y sonante. Aquí y en China. Modular la voluntad y pretensión del gobernante, para evitar que imponga sus criterios y decisiones de manera unilateral y vertical, es consubstancial al sistema democrático republicano. De lo contrario no tendría razón de ser la división conjugada del poder.

Las modificaciones realizadas por la Cámara de Diputados a la iniciativa presidencial de ley de Presupuesto de Egresos para el año 2005 no implican desestabilización económica del país, no provoca cancelación o inoperancia de ninguna de las políticas públicas establecidas por el gobierno federal ni de sus funciones sustantivas y guarda concordancia con la expectativa de ingresos que se obtendrán en ese año. Lo único que hicieron los diputados federales fue reorientar el énfasis o la prioridad del presupuesto público hacia cada uno de los programas de gobierno, disminuyendo aquellas partidas o programas que el poder legislativo considera superfluos, suntuarios o de baja prelación social y aumentándolos donde considera lo contrario.

Tampoco es prudente y pertinente desgarrarse las vestiduras y hacer un tango presidencial innecesario sobre este diferendo ante la opinión pública, a través de los medios de comunicación masiva. Bastante tenemos con los tele-videos de melodramas político-pasionales en el marco de una corrupción permanente, como para aumentarle mayor zozobra a nuestra vilipendiada y famélica vida política nacional.

Al presidente de la República no le queda otra más que acatar y respetar lo que dentro de sus facultades constitucionales la Cámara de Diputados aprueba mayoritariamente; y honrar, a cabalidad, la palabra empeñada cuando protestó al ponerse la banda presidencial: Cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

 

PD1. La perplejidad contemporánea en la política está acompañada de mucha fatuidad y pedantería de los políticos.

PD2. Que antes de reprimir la opinión o los gustos de sus súbditos, el Rey corrija los vicios del gobierno, que reforme sus abusos, que encarcele a los ministros que engañan o roban. Alphonse-Francois, Marqués de Sade.

PD3. Es fácil eludir nuestras responsabilidades, pero es imposible eludir las consecuencias de haber eludido nuestras responsabilidades. No por eso se sienta usted aludido. Josiah Stamp.

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