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Renato Ravelo Lecuona

Digna hasta el último aliento

En esta película que mezcla el documental con la ficción, Felipe Cazals presenta un resumen bastante completo y valiente de toda la información vertida sobre Digna Ochoa y su asesinato, cuya autoría, planeación y ejecución no han sido aclarados pero que apuntan hacia los servicios de inteligencia militar.

La película se desarrolla como una reconstrucción de hechos según la costumbre jurídica e incorpora en las partes actuadas a actores como Vanessa Bauche como la protagonista principal.

El trágico final de la indagatoria de este impune –cuanto anunciado– asesinato, fue la absurda versión del suicidio que se manejó desde el principio y culminó con la conclusión de la fiscal Margarita Guerra, especialista como se ve, en descubrir tramas psicológicas basadas en peritajes, que están muy lejos de los sospechosos.

Es obvio que el Ejército y los tenebrosos encargados de la seguridad nacional bajo una dirección made in USA, son intocables e inalcanzables y ninguna de las pistas aportadas por ciudadanos con valor civil fueron seguidas y por eso el caso, como el documental, quedan hasta donde todos ya sabemos que quedaron los cosas: los responsables ocultos y por lo tanto impunes, protegidos por una muralla de silencio del Estado en su conjunto.

No obstante, los numerosos testimonios que recoge el documental de valientes ciudadanos que denunciaron lo que sabían o indagaron, la investigación dejó muchos cabos de hilos que podrían llevarnos a la madeja ¿Cuántos hilos se dejaron sueltos? ¿Cómo sondear las instancias del poder a las que apuntan los datos disponibles? ¿Cómo abordar esta tarea a la Michel Moore, con la cámara detrás de la indagatoria, cuando menos para mostrar el hermetismo de Estado que existe en nuestro país, gracias al cual se han podido consumar graves asesinatos.

No sabemos si Cazals lo intentó, o ni siquiera se lo propuso, pero obviamente le cerrarían todas las puertas, lo que permitiría la denuncia de lo que no se investigó y explicar la salida “jurídica” que le dejaron inventar a la fiscal, avalada por el perredista procurador Bátiz, con la versión del suicidio cuya falacia Cazals intentó y logró mostrar muy bien en la reconstrucción actuada.

Lo que no se investigó en el caso, es también lo que no está en la película, pero es la parte más importante en esa historia: ¿Quiénes están detrás del homicidio de Digna?

Lo que está registrado en esta reconstrucción de Cazals son testimonios y opiniones muy calificadas que dejan planteada seriamente la duda. Empezando por Maribel Gutiérrez cuyos reportajes en El Sur abrieron rutas de indagación que no fueron asumidas por las fiscalías; los testimonios de Bárbara Zamora y de Pilar Noriega, reducen al absurdo la versión del suicidio y exponen lo sucedido, como cuando el centro defensor de derechos humanos Agustín Pro prácticamente dejaba a Digna “colgada de la brocha” recomendándole el exilio: están las denuncias de Hilda Navarrete, Abel Barrera y Silvestre Pacheco, de Rodolfo Montiel, Erika Zamora y otros testigos más que la trataron directamente esos días.

Así, esta puesta en escena con la información existente, nos revela varias Dignas: la versión de los activistas, personajes y familiares nos la presentan como una persona digna de llevar ese nombre, que asume los riesgos de su profesión, serena, entregada, con sentido del humor, sencilla, sin los conflictos psicológicos que la fiscalía extrema hasta la psicopatía suicida; de un trato suave y normal entre el círculo de amistades que la rodeaban.

La Digna de la versión oficial se nos presenta con todas sus letras en un dictamen psiquiátrico como maniaco-depresiva, obcecada, conflictiva e incontrolable lo que la lleva a romper con el Agustín Pro, de quien por cierto no se indaga qué información manejaban para recomendarle el exilio.

Una tercera Digna en el documental es la que Cazals reconstruye con la acertada actuación de Vanesa, es alguien a quien la permanente persecución, siempre bajo la mira de la cámara que deviene mira telescópica de alguna arma, le crean un delirio persecutorio. Pero esta Digna perseguida no corresponde con su trayectoria real, visitando a los presos políticos, desplazándose a la sierra de Petatlán, con los jóvenes detenidos del EPR, relaciones que tuvo que establecer en condiciones de seguridad, con la tranquilidad, la confianza en la legalidad que Digna ponía a prueba con el riesgo y el resultado que conocemos. Esta versión tampoco se corresponde con la falaz versión oficial de la maniaco-depresiva y menos con el testimonio de las personas que la trataron.

La película es excelente para recobrar memoria, exaltar una digna memoria y para indicarnos que hay un asunto pendiente en nuestra agenda política para tranquilidad del país que depende de los negocios turbios del Estado, un Estado que asesina a cardenales, candidatos presidenciales, luchadores sociales y que comete masacres populares mientras protege y se convierte en cómplice de los responsables.

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