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Arturo Martínez Núñez

Presupuestar con la sociedad

Ayer se realizó la primera sesión del Diálogo Público Política Económica para un Guerrero Mejor, promovido por la diputada Gloria Sierra.

El ejercicio resultó sumamente pedagógico y productivo. Resulta ser que, como dijo uno de los participantes, la cuenta pública es todo menos pública. El presupuesto que propone el Ejecutivo estatal para el año 2005, asciende a 21 mil 622 millones 142 mil 400 pesos. En una brillante exposición, Francisco Abarca Escamilla destripó el presupuesto advirtiendo de los riesgos de la discrecionalidad a la hora de asignar las partidas sobre salarios, que pudiera ser la preparación para bonos y otro tipo de malas usanzas sexenales.

La diputada Yolanda Villaseñor se quejó de lo difícil que resulta trabajar con un Congreso que saca la aplanadora a la menor provocación. Es curioso escuchar esto, porque precisamente en estos momentos el PRD aliado al PRI, hace lo mismo en la Cámara de Diputados en contra del PAN. Y lo mismo hizo éste, aliado al PRI, en el caso de la reforma al 122 constitucional.

Una de las principales funciones de los diputados es la revisión, modificación y en su caso aprobación de los presupuestos presentados por los ejecutivos. En los sistemas parlamentarios, la no aprobación de éste es la primera causa de la dimisión del gobierno en turno. En alguna ocasión, Bill Clinton fue incapaz de ponerse de acuerdo con la mayoría republicana en el Congreso, y por algunos días el gobierno se paralizó.

El debate sobre los presupuestos, lejos de ser tema menor, debiera de constituirse en el debate central en nuestros congresos. Ninguna ley, decreto o reglamento se compara en importancia a la discusión alrededor de los dineros con los que se contará en el año siguiente. Por esto es grotesco que los ejecutivos intenten por medio de artimañas legales y técnicas legislativas, aprobar sus iniciativas de la manera más rápida y con las menores observaciones posibles. Al legislador que se atreve a cuestionar este o aquel rubro, en seguida le cae una andanada de ataques acusándolo de traidor a la patria. En este renglón, todos los partidos actúan como hermanos de leche: lo mismo hace el PRI en el Congreso federal y en varios estatales, que el PAN en los que tiene mayoría; y qué decir de la super aplanadora con la que cuenta Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal.

Lo que la sociedad requiere es construir el andamiaje político por medio del cual la asignación de los recursos ocurra a partir de planes de desarrollo a largo plazo, y donde las prioridades se acuerden previamente con el concurso de la sociedad.

Analizando a fondo el paquete entregado por el Ejecutivo estatal al Congreso, nos damos cuenta de que aunque nuestros candidatos se desgañiten prometiendo hasta lo indecible, en realidad el margen de maniobran con el que contará el ganador de la contienda de febrero será poco menos que estrecho.

Guerrero genera poco menos del 10 por ciento de lo que gasta y por lo visto a nadie le interesa aumentar la recaudación. Ni una palabra se ha escuchado en la campaña. Seguir así significa condenar a nuestro estado a perpetuarse como recipiente de la solidaridad federal.

Un estado que recauda casi nada y que gasta poco y mal, difícilmente encontrará la salida hacia el progreso. Sin inversión productiva y generadora de empleos y riqueza, Guerrero seguirá atrapado en el pantano del asistencialimo, el clientelismo y el corporativismo.

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