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Jaime Salazar Adame

Gobernabilidad

En el periodo electoral actual, una de las tareas que no debe soslayar el gobierno estatal es el de la gobernabilidad democrática porque existe la necesidad de asegurar el orden y la estabilidad sin violencia política, pues apenas se están dejando atrás periodos de crisis política por la toma de ayuntamientos y cierre de vías de comunicación como repulsa a procesos comiciales desaseados.

Asimismo, la lucha contra la pobreza debe producir resultados visibles al final de este mandato sexenal, en comparación con los índices heredados del periodo gubernamental anterior. Por lo tanto, la gobernabilidad apunta a los problemas del orden social y a los de la productividad democrática. Como es notorio, ambos objetivos no son fáciles de alcanzar tratándose de un gobierno con hondas raíces autoritarias.

Esto nos plantea y recuerda que la democracia no es un fin en sí mismo, sino que se trata de un medio para alcanzar la convivencia política civilizada y además, por lo menos en teoría, promueve y estimula el crecimiento económico con formas equitativas en la producción y el reparto de la riqueza social.

La tan manoseada democracia política, económica y social, tan en boga en el discurso oficial, hace precisamente referencia a esta relación de logros de la democracia política y las urgencias populares de la democracia económica; claro está que la relación entre régimen político partidista y crecimiento económico es un asunto muy vivo actualmente porque precisamente se trata de hacer resaltar qué tipo de régimen político partidista promueve o retarda la modernización económico-social.

Consecuentemente allí radica la importancia de que la sociedad suriana disponga de instituciones que garanticen la honestidad electoral como una buena dosis de responsabilidad, que privilegie el orden social y la estabilidad política, que a su vez hagan innecesario el activismo popular al resolver los conflictos entre los diferentes partidos políticos, y así ganar en legitimidad.

La sociedad guerrerense lo que actualmente está exigiendo no es sólo que las elecciones hagan democrático el ejercicio del poder político, pues eso es lo que califica el sufragio libre, sino que va más allá al considerar que la democracia política tiene su mayor fundamento en la calidad igualitaria al tomar de cada ciudadano un voto, por lo tanto el gobierno emanado de tal proceso comicial debe producir políticas públicas que dejen de proteger intereses de grupo para cobijar a los intereses populares.

Así lo está planteando la coalición de partidos políticos que postulan a Zeferino Torreblanca Galindo al gobierno del estado de Guerrero, pues está organizando a la diversidad social unificada en su entorno. La prueba más palpable es la corriente política que aglutina el diputado Carlos Sánchez Barrios y que decididamente se adhirieron a la candidatura zeferinista.

En esas condiciones podemos afirmar que gobernabilidad es la cualidad del sistema político, según la cual sus instituciones actúan eficientemente, de un modo considerado legítimo por la ciudadanía, porque les proporciona seguridad, integración y prosperidad, permitiendo el libre ejercicio de la voluntad política democrática del Estado, así como la participación de los ciudadanos, todo lo cual asegura el orden y la continuidad del sistema.

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