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Perdió su familia, su casa y la confianza en el gobierno, lamenta vecina de Unidos por Guerrero

Mariana Labastida

Ni las actas de defunción de sus dos hijos, ni la casa que le prometieron ha recibido la señora Natividad Gallegos, luego de que los dos menores, su padre, dos hermanos más su cuñada murieron al deslavarse un cerro sobre su vivienda, en la colonia Unidos por Guerrero.
Los vecinos aseguran que después de los primeros días de la tragedia las autoridades no han vuelto a esa colonia.
Seis cruces de madera sobresalen del montón de tierra desgajada que sepultó la casa de Natividad Gallegos. Los efectos de las lluvias de la tormenta tropical Manuel y del huracán Ingrid se combinaron y la mañana del 15 de septiembre se vino abajo parte del cerro, sepultando a dos menores y a cuatro adultos, quienes que fueron desenterrados sin vida.
A un año de la muerte de sus hijos, Kevin Yahir, de 10 años, y Osvaldo, de 8, Natividad Gallegos sigue en espera de las actas de defunción. Anotó que la última visita de alguna autoridad fue durante la semana de los rezos, después, en febrero la buscaron agentes del Ministerio Público para que declarara acerca de lo ocurrido en su casa, debido a que fue la única sobreviviente del deslave.
Todos los días Natividad Gallegos va a la zona de la Central de Abastos, de la colonia Vacacional, donde se le puede encontrar sentada en el camellón de la avenida El Quemado, entrada principal a la colonia Unidos. Ahí se dedica a pepenar cartón con un sobrino y un hermano, actividad a la que se dedicaba su padre, Jesús Gallegos Martínez, también fallecido por el desmoronamiento, con sus dos tíos, Francisco y Jesús Gallegos, y su cuñada Carla Patricia Castro.
“Como soy solita”, explica, puede sobrevivir con los 40 pesos que gana diario. No ha buscado un trabajo fijo porque tiene que andar dando vueltas al MP y cree que en ningún empleo le van a dar permiso de faltar tanto. Trabaja desde las 7 de la mañana a las 7 de la noche. “Quiero arreglarme primero y después buscar trabajo fijo” en la Central de Abastos, donde trabajaba antes de la tragedia.
Actualmente vive en casa de una prima, donde comparte la habitación con su tía, quien le dio refugio después de que su casa de cartón y lámina se vino abajo por la caída de tierra.
En septiembre de 2013, recuerda Natividad, el director de Protección Civil y Bomberos, Efrén Valdez, ofreció reubicarla, “porque él era el que se hacía cargo de eso; pero jamás volvió a aparecer”. Sin contener el llanto, Natividad prefirió permanecer en silencio, lamentando lo “triste” que ha sido su vida sin sus hijos.
Los vecinos de Natividad recuerdan que la ayuda le llegó medinate despensas. Luego se repitió la historia de omisión por parte de las autoridades, pues no volvieron a ver personal de Protección Civil en aquella colonia. Una de las vecinas dijo que “por la tele” es que saben qué hacer en caso de riesgo por lluvias.
Angelina García Leal vive a dos terrenos de donde vivía Natividad. A ella también le prometieron regresar para revisar su vivienda, pues se derrumbaron varias costalillas rellenas de tierra que funcionan como muro de contención. A ella le molesta que el gobierno municipal no atienda la petición de reparar el andador Casiano. “Se han metido papeles y solicitudes pero nadie nos hace caso; no tenemos agua potable ni drenaje ni luz”. Asegura que no pagará predial mientras no tenga los servicios. “¿Por qué no viene Walton a ver cómo vivimos?”, afrontó.
Angelina García tiene 33 años viviendo en la colonia Unidos por Guerrero, en la calle Jazmín. Llegó ahí con su familia y al “poco tiempo” la Comisión de Regulación de la Tenencia de la Tierra (Corett) los actualizó, por lo que ya tienen escrituras de los terrenos que ocupan.
A un lado del espacio de Natividad, en la parte alta del cerro que se desgajó, Agustín trabaja en la construcción de una vivienda, dice que es para su hija, que no tiene miedo de que ocurra otro deslave porque está reforzando la construcción.
En la colonia Unidos por Guerrero, un terreno de 10 por 15 metros, sin servicios, cuesta aproximadamente 50 mil pesos. Sólo las propiedades cercanas a la calle son las que tienen la esperanza de tener drenaje. Alguna vez lo pusieron; sin embargo las lluvias y el arrastre de tierra han colapsado los tubos.

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