Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Martínez Núñez

 Con Zeferino para que gane Guerrero

El pasado fin de semana iniciaron formalmente las campañas políticas por la gubernatura de Guerrero. Una vez más acudimos a la fiesta de la democracia, al ritual sexenal de la renovación del Ejecutivo. En esta ocasión, la diferencia fundamental es que el PRD encabezado por Zeferino Torreblanca arranca como claro favorito. No es casual que el PRI de Madrazo haya designado como sus delegados especiales a la misma cuadrilla de nigromantes que recientemente lograron hacerle el milagrito en Ciudad Juárez, Tijuana, Mexicali, Oaxaca y Tuxtla Gutiérrez.

En Insurgentes Norte saben que retener Guerrero es un reto magnífico. Madrazo ensaya en los estados lo que será su gran actuación en el teatro nacional. El PRI mueve sus fichas. Aplicarán aquí la estrategia que les ha arrojado tan buenos resultados: por un lado, a través de la “marea roja”, buscarán generar la sensación de pertenencia y crear una mística de grupo, sumamente útil y rentable. Otra línea de acción será la de intentar situar la agenda del debate político y llevar al PRD y a Zeferino a la confrontación de callejón, al debate estéril y desgastante, a la discusión de nimiedades para evitar los temas fundamentales. Y es aquí donde Zeferino tiene que ser muy cuidadoso y ser quien determine el tono y la agenda del debate. Hay que evitar a toda costa, que compañeros tan respetables como Martín Mora y Félix Salgado, vuelvan a caer en las provocaciones de los delegados, dirigentes y del propio candidato del PRI. Los misiles que se disparan desde el Vips de la Gran Plaza deben de ser ignorados. Al electorado guerrerense ya no lo van a engatuzar con los viejos argumentos oficiales: que si Zeferino no nació en Guerrero, que si Astudillo está bien casado, que si nacer pobre es mérito, etc. La campaña sucia, la des-campaña, es la especialidad de su casa.

Zeferino tiene que poner en la agenda los temas principales: Guerrero pide que se acabe con el hambre, y el PRI reparte despensas y fertilizante salitroso; Guerrero pide vivienda digna, y el PRI reparte láminas de cartón y bultos de cemento; Guerrero pide educación y salud de primer nivel para toda la población, y el gobierno ni siquiera se sonroja con los resultados actuales y con desfachatez ofrece por enésima ocasión “acabar con la marginación en La Montaña”; Guerrero reclama una nueva forma de hacer las cosas, y en el templete del acto del PRI en Tixtla, vemos a los emisarios de lo mismo; Zeferino ofrece el cambio para un nuevo Guerrero, y el PRI ofrece que cambiemos para seguir igual.

Tengo la certeza de que Héctor Astudillo es un tipo de bien, probo y honesto. Ha sido y es un guerrerense comprometido con su pueblo. El problema no es Astudillo, sino lo que representa.

Zeferino en cambio, representa la unidad de los guerrerenses por el bien del estado. La campaña puede simbolizarse con una imagen: las señoras ricas de Costa Azul, marchando en Tlapa codo a codo con los indígenas de La Montaña; la campaña es el punto de unión de muchos luchadores progresistas, que después de transitar por caminos distintos, a veces opuestos, se re encuentran en el sueño de un Guerrero distinto, de un Guerrero mejor.

Guerrero necesita unidad y concordia y el PRI con sus “superdelegados”, pretende dividir y enconar. Necesitamos que todos los sectores de la sociedad concurran en grandes foros donde se discutan los proyectos que habrán de sacar al estado de su impresentable atraso. Sólo la figura de Zeferino, firme pero sin estridencias, puede lograr que los empresarios y los campesinos dialoguen sin dar por hecho que son enemigos. Las divisiones regionales sirven para la planeación y para el orden geográfico, pero Guerrero debe de ser uno solo, diverso y múltiple como sus pueblos fundadores, pero uno. En esta empresa no existen espacios para las filias ni las fobias. Los priístas, a diferencia de lo que ellos creen, no son nuestros enemigos sino nuestros adversarios. Una campaña de odio y de rencor, sólo puede esperar recibir lo mismo.

Guerrero debe de mirar hacia delante, sin olvidar el pasado, pero perdonando a los ofensores. En este cayaco llamado Guerrero, vamos montados todos y mal hace el que sacude la embarcación porque al hundirse unos nos hundimos todos.

El llamado debe de ser a todos, las mujeres y hombres de bien, para construir un nuevo estado, donde todas y todos seremos indispensables. Guerrero necesita sumar, no restar. Zeferino debe de abrir la puerta para que todas y todos los guerrerenses, sin importar las membresías, se unan al movimiento del que habrá de surgir el proyecto para un nuevo Guerrero.

Esta es la gran oportunidad de aupar a nuestro estado hacia el desarrollo, hacia la felicidad y hacia la esperanza, no tenemos el derecho de desperdiciarla.

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