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Héctor Manuel Popoca Boone

Piratería a los pueblos

En la era de la globalización, la voracidad de las empresas transnacionales por apropiarse de los recursos naturales y conocimientos de los pueblos para su beneficio económico propio no tiene llenadera ni límite de rapacería. Veamos el caso del nim.

El neem o nim (azadirachta índica) es un árbol originario de la India que tiene una gran cantidad de propiedades y usos; cuyo aprovechamiento va aparejado con la historia del pueblo hindú. En la medicina tradicional de ese país su uso se remonta a más de 4 mil 500 años y tanto sus hojas, flores, semillas, tallo y pulpa del fruto se utilizan para el tratamiento de una gran cantidad de enfermedades y molestias desde la lepra y diabetes hasta úlceras, problemas dermatológicos y gripe.

Desde el punto de vista sanitario, millones de hindúes utilizan las ramitas de nim como cepillo de dientes antiséptico. Su aceite se usa para la preparación de pasta dentífrica y en la elaboración de jabón. Como anticonceptivo, es un potente espermaticida. Su madera, además de ser dura, crece rápido, es resistente a las termitas y es usada para la construcción de casas. El aceite del nim es aplicado como combustible y la pulpa de su fruto para la elaboración de metano.

En el aspecto agropecuario es usado el árbol y sus frutos para el tratamiento de tierras, plantas y animales enfermos. El residuo de sus semillas sirve para alimento del ganado. Sus hojas aumentan la fertilidad de la tierra; además de que es un potente insecticida eficaz para el control de alrededor de 200 insectos.

Estas propiedades mencionadas y otras, conocidas por los hindúes desde hace milenios, han determinado que este árbol en sánscrito haya sido denominado Sarva Roga Nivarini “sanador de toda enfermedad” o, en la tradición musulmana, Shajar-e-Mubarac, “árbol bendecido”. El acceso a los productos de este árbol desde siempre ha sido popular; es decir, ha sido gratuito o a bajo precio porque se utilizan técnicas tradicionales y ancestrales para la obtención de sus aceites y emulsiones. Existen aproximadamente 14 millones de árboles de nim en la India.

Pero he ahí que en 1990, la empresa transnacional agroindustrial W.R. Grace, de Nueva York y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, registraron una solicitud de patente que comprendía un método para combatir las infecciones de las plantas, mediante un aceite hidrófobo extraído del nim, cuyo nombre es Azadirachtin. En 1994 se hizo pública la concesión de una patente europea sobre este extracto. Desde 1985, más de 12 empresas estadunidenses y japonesas patentaron en Estados Unidos otras tantas fórmulas de soluciones y emulsiones a base de nim.

Durante siglos el mundo occidental ignoró al árbol del nim y sus propiedades. Las prácticas y el uso de esta planta por los campesinos y médicos hindúes no fueron materia de atención por parte de los colonialistas ingleses. No es sino en la última década del siglo XX, con la oposición creciente en Occidente a los plaguicidas químicos, cuando toma interés económico las propiedades plaguicidas y farmacéuticas del nim. Los agricultores, médicos y curanderos hindúes están indignados por lo que ellos consideran una vil piratería de su flora natural y de sus conocimientos tradicionales que son fruto de siglos de experimentación e investigación de muchas personas anónimas y personajes. Y que por eso mismo, su uso y conocimiento son patrimonio común del pueblo hindú.

Este intento de las empresas multinacionales de explotar económicamente sus patentes relacionadas con esta planta maravillosa ha hecho que su precio en el mercado haya subido desorbitadamente al pasar de 27 dólares la tonelada a más de 300 dólares; convirtiéndose así en un  producto prohibitivo para el pueblo hindú de más bajos ingresos, cuando antes era todo lo contrario.

El martes pasado, subí a la localidad de Agua Fría, municipio de Heliodoro Castillo en el mero corazón de la sierra de Guerrero. Ahí los serranos me dieron a conocer una planta de la región que la usan para la cura de múltiples enfermedades, denominada curalotodo. Ruego a Dios, a Alá, a Buda y a Krisna que ninguna empresa transnacional la haya identificado y esté patentando sus extractos y esencias.

 

PD1. Así son las cosas, zanca: En tiempos político-electorales, los que nos dedicamos a la función pública, a veces tenemos que tragar sapos de diferentes tamaños. Con la única condición de que éstos no sean más grandes que el diámetro de la cavidad bucal de cada cual. Todo tiene su límite. Yo no tengo boca de cocodrilo.

PD2. Debe uno estar dispuesto a renunciar a las conveniencias si se quiere actuar según las convicciones.

PD3. ¿Cómo pretende conservar el voto verde el PRI, teniendo como dirigente de pacotilla de su principal organización campesina a una persona tan inepta como Moisés Carbajal Millán que no tiene un adarme de sentido común y que ha convertido a la CNC-Guerrero en un cascarón hueco y dividido? Ese tipo no moviliza ni a su perro para ir al parque los domingos.

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