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Jaime Salazar Adame

Sistema electoral suriano

El sistema político guerrerense, con toda y la composición plural del Congreso del Estado, se distingue aún por carecer de un sistema de frenos y contrapesos reales. Esto ha traído como consecuencia un Ejecutivo imparable e incontrolable que consigue hacer pasar o aprobar cualquier medida de política pública que se proponga, la más populachera si se quiere y si es de actos proselitistas en periodos electorales como el actual, mejor que mejor.

Asimismo, eso le permite detentar un todopoderoso (que no quiere decir eficiente, con sus honrosas excepciones, por supuesto) gabinete igualmente incontrolable, que ha utilizado sus poderes discrecionales para actuar en ocasiones con total impunidad al no existir prácticamente nada entre el ciudadano y el régimen, es más, en términos formales el gobierno se ha convertido en el Estado.

Como las cuestiones electorales son cuestiones de poder, los guerrerenses quisiéramos observar por lo menos en el sistema electoral suriano la herramienta más notable en la lenta pero segura constitución democrática del poder político, pero el yerro que recientemente se cometió en la mascarada de firma de pacto de civilidad entre los partidos contendientes hacen observar todo lo contrario, es más, la sobreactuación de funcionarios priístas envían señales de parcialidad política de una instancia que lo menos que puede hacer es parecer neutral, y encima de tal despropósito los reclamos al presidente del Consejo Estatal Electoral lo hacen ver como a un empleado que no supo hacer su cometido.

Por lo menos en la inminente elección para gobernador percibimos que estamos a un paso de alcanzar la alternancia con la candidatura de Zeferino Torreblanca Galindo, al prometer un gobierno innovador que pondrá en práctica fórmulas distintas a las ensayadas para enfrentar con honestidad las graves cuestiones pendientes en materia de combate a la pobreza y a la impunidad, seguridad pública, justicia social, empleo y educación, porque el cambio político es una necesidad que garantice el bienestar de las mayorías y destierre a la corrupción.

La larga permanencia del Partido Revolucionario Institucional en el escenario político de la entidad suriana hasta hace un par de elecciones sexenales había borrado del mapa la confrontación electoral libre y competitiva, pero exhausto de demagogia, corrupción y cinismo, el pueblo de Guerrero está haciendo de esta elección la más competida. De ese tamaño es la importancia del sistema electoral dentro del sistema político, y en ese sentido es uno de los responsables de los bandazos postelectorales que pueden suscitarse.

Con Paola Román Marugán entendemos al Sistema Electoral como un conjunto de elementos contenidos en la normatividad electoral que, con eficacia directa, conducen o inciden en la conversión de las referencias electorales (votos emitidos) en cuotas de poder institucionalizado (escaños o cargos electivos). Lo que ocurre es que la complejidad que gradualmente ha ido adquiriendo nuestro sistema político durante los años de rodaje no nos lleva a hablar en sentido estricto de sistema electoral, sino más bien de sistemas electorales.

Ciertamente disponemos de un sistema electoral nacional que se encarga de las elecciones de diputados y senadores al Congreso de la Unión y presidente de la República; sistemas electorales estatales que realizan la elección para gobernadores y en algunos casos incluye otras elecciones de cargos municipales; y el sistema electoral local para elegir alcaldes y diputados a los congresos locales.

Este sencillo planteamiento deja mirar la importancia que ha adquirido la llamada ingeniería electoral para el diseño de instrumentos y consecución de objetivos comiciales, ya que no existen sistemas electorales neutros porque todos acarrean consecuencias políticas trascendentales, dependiendo de la configuración del sistema de partidos.

En realidad, sabemos que el protagonismo de los sistemas electorales se debe a que es el método mediante el cual el ciudadano elige a sus representantes porque el sistema electoral es el vehículo que intenta hacer realidad la aspiración que encierra cada elección democrática: producir representantes y gobiernos legítimos, a eso aspiramos los guerrerenses con operadores igualmente legítimos, imparciales y honestos.

 

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