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No se trata sólo de votar, sino de decidir qué hará el gobierno, dice municipalista

 Conferencia Participación social en los municipios

 La alternancia en el poder ha roto con el mito de que al cambiar de gobierno se mejorarían las condiciones de los habitantes, afirma el director del Centro de Servicios Municipales Heriberto Jara

La participación ciudadana no es salir a las urnas y emitir el sufragio, sino decidir qué acciones debe llevar a cabo la autoridad electa para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, afirmó el director general del Centro de Servicios Municipales Heriberto Jara, Carlos Andrés Rodríguez Wallenios.

El sábado, durante la conferencia Participación Social en los Municipios, dentro del ciclo Por una cultura democrática, organizado por Promotores de Autogestión para el Desarrollo Social (PADS), Carlos Andrés Rodríguez indicó que la alternancia en el poder en los municipios ha roto con uno de los mitos que había creado, sobre que al cambiar de gobierno se mejorarían las condiciones de vida de los habitantes, factor que ha generado “desilusión” entre los votantes.

Esta situación –dijo– se debe a tres factores: la democratización de los procedimientos electorales que originó la alternancia en el poder, el impulso de políticas económicas neoliberales que empobrecieron aún más las condiciones de vida de la población y la democratización parcial de los recursos.

El expositor habló sobre tres experiencias que se han desarrollado en distintos municipios del país, donde se ha ejecutado modelos de participación ciudadana. Los ejemplos corresponden a Ciudad Mendoza, Veracruz, donde integraron un parlamento compuesto por representantes de las distintas colonias que integran el municipio, quienes votaban a favor o en contra de las acciones del Cabildo y fiscalizaban las obras del Ayuntamiento.

Otro ejemplo fue el de Tataguicapan, Veracruz, un municipio con población indígena donde se constituyó una Asamblea Popular, cuyo objetivo fue vincular el actuar gubernamental con el interés de las comunidades indígenas, lo que permitía a los habitantes emitir un voto sobre ello.

El tercer caso que citó Rodríguez Wallenios fue el ejecutado en la Delegación Tlalpan, denominada Hacia un presupuesto participativo, y consistió en que ciudadanos y autoridades emitían una opinión sobre la prioridad de la obra pública y los asuntos públicos, cuyas decisiones incidían en la ejecución de los proyectos.

Pese a estos ejemplos –concluyó– las iniciativas de participación ciudadana no logran prosperar porque se genera el cambio de gobierno que ocasiona “el borrón y cuenta nueva”, debido al “cortoplacismo” con que las autoridades asumen la responsabilidad de dirigir a un municipio. (Daniel Velázquez Olea).

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