Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Martínez Núñez

Claves

Hacia el mediodía de este miércoles, el proceso electoral estadunidense ha concluido con la aceptación de la derrota por parte del candidato demócrata John Kerry.

A pesar de lo que titulan la mayoría de los medios mexicanos y extranjeros, esta vez no se repetirá la experiencia de Florida en el año 2000; a pesar de lo que quisiera la mayor parte de los habitantes del mundo, Bush ganará con amplitud; a pesar de que la razón nos sugiere una cosa, el pueblo estadunidense ha decidido lo contrario.

Ahora vendrán en cascada las explicaciones, intentando comprender por qué los estadunidenses piensan tan distinto del mundo; por qué donde todos vemos al demonio ellos ven al salvador; ¿acaso no se dan cuenta del engaño al que han sido sometidos principalmente ellos, que finalmente son los que mandatan al presidente?

Para entender este proceso es necesario intentar el ejercicio de comprender a Estados Unidos, pero esto requiere tiempos y espacios diferentes, baste saber que existen varios Estados Unidos. Intentaré en la medida de mis posibilidades, esbozar algunas de las claves que desde mi punto de vista llevaron a este resultado.

El número de votantes no tiene precedentes aunque tampoco es un porcentaje demasiado llamativo: ejercieron su derecho aproximadamente 120 millones personas, cerca del 60 por ciento de los votantes. Casi 15 millones más de personas salieron a las urnas en un día que en varios sitios fue lluvioso y frío. Sin embargo, la alta participación se dividió geométricamente hacia los dos candidatos. Contra lo que suele ocurrir, esta vez el incremento de la participación no favoreció al retador sino a ambos. Lo que en las primeras horas de la jornada parecía animar a los seguidores de Kerry, se convirtió en triste realidad al caer la madrugada.

–Ohio. Este estado más bien mediano, se convirtió gracias a sus 21 votos electorales en el botín de la elección. Algunos se apresuraron a bautizarlo como la Florida del 2004. No es casual que los candidatos lo visitaran más que a los estados grandes donde la elección está decidida de antemano. Durante las últimas horas de la jornada, los operadores demócratas se dedicaron a intentar mantener la esperanza, basados en las largas filas que todavía existían en algunas casillas de Cleveland. En algunos momentos de la noche, parecía que la diferencia entre Bush y Kerry se acortaba, pero la realidad es que nunca llegó el milagro. No dejaba de ser patético que los mariscales demócratas pusieran la esperanza de toda una elección en un puñado de casillas. Al final, los lectores de este estado abatido por el desempleo, decidieron otorgar su apoyo al responsable de su desgracia.

–Florida. El hermano cómodo y los huracanes, jugaron un papel fundamental. A raíz del antecedente nefasto del 2000, los ojos de republicanos y demócratas apuntaron hacia allá. En los segundos había quedado la sensación (plenamente documentada) de haber sufrido un descomunal fraude. La pequeña diferencia de 2000 se convirtió en tendencia irreversible a lo largo de la tarde. La diferencia fundamental se halló en la parte central del estado. Es notable el hecho de que Kerry ganó en el sur de Florida, en los condados de Miami-Dade, Broward y Palm Beach donde habitan muchos latinos y ancianos retirados. Es aquí dónde radica la mayor parte de la comunidad cubana, que sin embargo no fue factor.

En un lapso de sólo seis semanas, Florida fue duramente castigada por la tormenta tropical Bonnie y por ¡cuatro! huracanes: Charley, Frances, Iván y Jeanne. Esta rara convergencia de meteoros golpeó en distinta magnitud a casi todo el estado y permitió al presidente Bush y a su hermano Jeb desplegar todo el poder del que fueron capaces para otorgar recursos ilimitados (al declarar el estado como zona de desastre) y en mano propia a los damnificados. El presidente recorrió la zona en diversas ocasiones, aterrizando aquí y allá haciendo una campaña que ni en sus mejores sueños se hubiera imaginado. No sugiero de ninguna manera que esto constituya una irregularidad, sólo resalto el hecho de que Bush ganó con cierta facilidad los condados del centro del estado que curiosamente fueron los más golpeados por los huracanes.

–El Partido Demócrata ha sido reducido a comparsa en todos los estados del sur y del medio oeste. Sólo Clinton, sureño, ha sido capaz de ganarlos para su causa. Al Gore, aunque sureño nominal (senador por Tennessee) parecía más bien un liberal de la Costa Este. Ni qué decir de Kerry, senador por Massachussets, millonario e intelectual, que nunca conectó con el votante medio, con el habitante del interior: blanco, anglosajón y protestante. A diferencia de los dos anteriores, Clinton no necesitaba impostar la voz ni posar ridículamente para parecer un ciudadano común. Lo era. Clinton es un luchador, hijo de madre soltera que salió adelante a base de trabajo y disciplina. Para él no era extraño el americano común, toda la vida la hizo rodeado de ellos. Sus hábitos personales, similares a los del pueblo, casi le cuestan la presidencia (cuando absurdamente jugueteaba con sus puros) y recientemente la vida, cuando su corazón atrofiado por la comida chatarra le dijo basta. A diferencia de Kerry, Bush es un tipo gris con mirada oligofrénica, que sin embargo es simpático y bonachón. Kerry puede disertar horas hablando sobre cualquier tema sin hacer jamás conexión con la gente. Bush, con un discurso lleno de lugares comunes y referencias divinas, comunica su mensaje con dos o tres frases.

El Partido Demócrata debe replantearse el perfil de sus candidatos, o se verá condenado a mirar los toros desde la barrera durante un buen rato.

El Partido Demócrata gana con facilidad pasmosa en los estados grandes, educados y ricos como Nueva York, California, Illinois, Massachusetts, Washington… El voto duro de los republicanos es muy parecido al del PRI: áreas rurales, mal educadas y pobres. Los maniquíes demócratas podrán seguir ganando las grandes ciudades y los debates intelectuales, pero los neoconservadores retendrán el poder con los Nixon, Reagan y Bushes.

–El famoso “voto latino” es ya una realidad, pero dado el sistema electoral estadunidense no sirve de nada si no se concentra. La única buena noticia es la elección tanto de Ken Salazar (demócrata de origen mexicano) en Colorado y de Mel Martínez (republicano de origen cubano) en Florida, como senadores. Los latinos se inauguran en la cámara alta. Es absurdo cómo siendo ya la primera minoría, por encima incluso de los negros, seguimos sin tener un solo gobernador ni un solo alcalde en alguna ciudad importante de Estados Unidos. Es hora de que se deje de hablar del voto latino como ente homogéneo y se encaminen los esfuerzos para que los paisanos puedan ver reflejado su peso en los puestos de toma de decisiones.

Al terminar esta serie de ideas sueltas, sale en CNN el presidente Bush para su discurso de victoria. Hace una hora Kerry ha “concedido”, esto es, ha reconocido su derrota. En la bolsas de valores ya se había tomado con entusiasmo la ventaja de Bush.

Kerry dice que es hora de curar y de tender puentes, que es importante ganar la guerra contra el terror y termina con una oración que según él, ahora comprende plenamente: “Que dios bendiga a América”.

¿Era Kerry garantía de un cambio? Nunca lo sabremos.

El mundo amanece con un amargo sabor de boca. Por un momento creímos que las cosas cambiarían, que un mundo multilateral era posible y que sólo estábamos viviendo una larga pesadilla de cuatro años. Se nos olvidó que los que estaban votando eran los estadunidenses, ciudadanos de la metrópoli y que el resto de los habitantes del imperio sólo tenemos –y eso a veces– voz pero nunca voto. Que dios bendiga al mundo.

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