Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Eduardo Pérez Haro

¿Transformación o administración de cambios?

Para Claudia Politi

Grecia se coloca ante la posibilidad de separase del Euro en el contexto de la crisis de la Eurozona, y podría arrojar a un serio problema de liquidez e insolvencia a la nación que, paradójicamente, hace tres mil años, desde su epopeya y altura de pensamiento, pautó el proceso de civilización en Occidente. Mas el hecho no quedaría acotado al glorioso país helénico al que tanto debemos, pues ahondaría la descapitalización del sistema financiero, debilitaría al euro en el contexto internacional, cuartearía a la Unión Europea dada la estela de países  sobre endeudados y con desequilibrios fiscales y repercutiría complicando a todo el mundo del que –no se nos debe de olvidar–, México hace parte.
Los pronósticos internacionales y el de México informan que la desaceleración de la economía disminuirá aunque no de manera significativa. Las bases del FMI y del Banco de México para hacer estos pronósticos no son del todo explícitas ni claras, y nos vendría muy bien que así fuera, pero los hechos recientes no nos permiten compartir ese optimismo que sólo se puede explicar por la idea de no alarmar para evitar el pánico de los inversionistas o por el deliberado interés de cerrar filas ante un pronóstico que depende de acatar sus recomendaciones en los planes de ajuste que las sociedades de base han protestado en las urnas como lo muestran los casos de Grecia, Inglaterra y Francia recientemente y que ya hemos argumentado aquí.
Al contrario, no podemos sino advertir que podría ser muy diferente. La crisis financiera y fiscal, primeramente de Estados Unidos como crisis de los créditos hipotecarios Suprime (2007-2008) se ha transformado en crisis de la deuda soberana en el bloque de la Unión Europea (2011-2012), y ahora adopta la condición de una recesión económica en el viejo continente con riesgos de escalar a nivel mundial. Los difíciles síntomas de este panorama son los del desempleo llevado a proporciones muy complicadas, con altos precios de los alimentos, astringencia del crédito, decrecimiento económico y debilidad presupuestal de los gobiernos. Las medidas para evitar esta debacle no son del todo claras y en principio nada justas. Se propone asumir en un a situación como la que se describe, un esquema de ahorro y pagos al sistema financiero a efecto de que éste se recapitalice y más adelante pueda volver a prestar recursos para el crecimiento económico y el empleo.
La medida es inequitativa y sólo es clara con compromisos muy definidos y cuantificados en la primera parte; es decir, tamaño de la deuda y tiempos de pago, digamos treinta años de sacrificios, pero no está claro qué habrá a la vuelta, eso queda abierto y a la buena voluntad de los acreedores. Este trato no ha sido sellado, los gobiernos recién electos en los países mencionados tienen el mandato de revisar los términos de tan indecorosa propuesta y no está claro en qué términos se establecerá la réplica de tal ingeniería financiera, pues sólo hay el concepto de disminuir la línea de pagos para alcanzar a invertir en aras del crecimiento económico, esquema que bajo esa generalidad tiene sentido pero a decir verdad tampoco queda clara pues se necesita ponerle el apellido del empleo. Crecimiento con empleo. Ese es el nombre con el que se debe de empezar la negociación.
Para la sociedad de base la crisis es una crisis de empleo, para el sector gubernamental es fiscal y para el sistema financiero la crisis es estrictamente financiera. El eje ordenador debe ser el crecimiento económico pero cada uno de los factores debe reordenar su función. No puede haber sistema financiero con el despropósito de sacrificar al sector productor, ni sector productor que especule con las ganancias de corto plazo en contrasentido de la inversión en escala ampliada que le permite bajar los precios y aumentar la acumulación, estableciendo así una vía de ampliación de la demanda de trabajo y con ello elevar el nivel del salario, logrando un esquema de distribución del ingreso capaz de ligar un desarrollo sostenido y de largo aliento.
La manera de poder introducir cambios en la trayectoria que había tomado la crisis en estados Unidos y en la Eurozona, se está procesando con los cambios en las líneas de mando en los gobiernos ya mencionados de Europa, y podrá perfilarse mejor a partir de los que suceda en las elecciones de noviembre de este año en Estados Unidos y el próximo año en Alemania. Efectivamente los cambios necesitan no sólo la idea sino la correlación de fuerzas que permita atemperar los ímpetus de los poderes fácticos del sistema financiero e institucional del mundo global, y de las naciones que se han ceñido incondicionalmente a este esquema.
No pocos son los académicos de las artes y de las ciencias que desde hace tiempo han venido abonando un ejercicio crítico sobre los excesos de la centralización financiera y la segregación social de la globalización dirigida por el pensamiento, los hombres y las instituciones neoliberales pero los jóvenes han marcado una nueva pauta con la letra @, signo de la comunicación moderna, la construcción de redes como crítica factual al individualismo y reivindicación de lo social sin demerito de la diversidad de los individuos, esto es, como signo de progreso. Su politización está en Madrid y Nueva York, en Egipto y en México.
La crisis es económica pero su punto de atención se habrá de procesar desde la política. La idea, los contenidos y la ingeniería de los cambios se habrán de nutrir en la discusión y queda abierto el proceso para definir si la crisis se perfila como ajuste y administración de cambios dentro del mismo esquema, o por la vía de una transformación de fondo.
México no está fuera de esa disyuntiva sino al contrario, se encuentra directamente inmerso y a pesar de su estabilidad macroeconómica se encuentra con problemas adicionales pues no cuenta con las bases estructurales de los países ricos ni con las que han creado los países emergentes, o ¿dónde está la infraestructura, la tecnología, la fuerza de trabajo calificada, la organización de la producción, el sistema financiero abierto y competitivo, y sobre todo los acuerdos con los empresarios de la pequeña y mediana empresa, con la sociedad de base y sus estratos de profesionales organizados?

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