Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Netzahualcóyotl Bustamante Santín

Elecciones en Guerrero, incierto resultado

El 7 de diciembre de 1986 se realizaron comicios para elegir gobernador, 76 Ayuntamientos y diputados al Congreso del estado. Ese sería el último proceso electoral en el que los guerrerenses votarían al conjunto de sus autoridades en la entidad.
Llegado José Francisco Ruiz Massieu al Ejecutivo local, decretó que la elección de gobernador fuera separada de la de Ayuntamientos y diputados, decisión que se adoptó en 1993 al efectuarse comicios en febrero para el primer cargo y en octubre para los restantes.
Por esa razón, los presidentes municipales y diputados electos en la turbulenta elección del 3 de diciembre de 1989, duraron en sus puestos casi cuatro años.
La reforma electoral local de 2008, dispuso empatar cada tres años las elecciones locales con el proceso electoral federal a partir de 2012. Tal decisión produjo que la actual legislatura del Congreso local ampliara su natural periodo de duración diez meses más, lo mismo que los integrantes de los Ayuntamientos.
En los primeros minutos de este martes iniciaron las campañas para la renovación de los 81 cabildos y 46 escaños del Congreso local. Será la primera vez en 31 años, que los guerrerenses vuelvan a participar en comicios concurrentes, que ahora se suman a la elección federal.
La elección local es de alta incertidumbre. Por ser la primera vez que se realiza junto a la federal, no se sabe a ciencia cierta cuál será el comportamiento de los ciudadanos al emitir su sufragio ni los resultados que obtengan los partidos por cada uno de los cinco cargos en disputa: presidente de la República, senadores, diputados federales, locales y presidentes municipales.
La comparación de estadísticas electorales ya no será igual, pues no podrán compararse los resultados del 1º de julio próximo con las elecciones previas, en virtud de que la votación local estará altamente influenciada por las tendencias que sigue la elección federal.
En los cuarenta días de campañas en la geografía suriana, los candidatos a alcaldes, síndicos, regidores y diputados no podrán trazar una agenda propia sin considerar los grandes temas que se debaten en su similar federal. Y también aprovecharán sus recorridos para hablar de sus abanderados presidenciales y capitalizar la imagen de estos a su favor e incrementar su caudal de votos. Veremos qué tanto arrastra la elección presidencial los cargos en disputa en Guerrero.
Ensayos académicos, estadísticas electorales y estudios varios, han demostrado que aquí existe un arraigado bipartidismo y por ende una cerrada disputa electoral entre dos formaciones políticas, PRI y PRD.
El tricolor llega a la elección en uno de sus peores momentos de imagen institucional. En menos de seis meses ha tenido tres dirigentes estatales; Efrén Leyva renunció el pasado noviembre por la denuncia de militantes de promover sus propias aspiraciones políticas y responder a uno de los grupos al interior de la organización.
En su lugar quedó el chihuahuense Víctor Valencia, cuya llegada fue festinada por los mandamases del PRI guerrerense porque al no ser natural de Guerrero, incrédulos creyeron que adoptaría una decisión neutral en la designación de candidatos. Pero la cultura priísta del compadrazgo se impuso; Valencia fue echado el 15 de abril acusado de vender candidaturas y de solicitar dinero a los aspirantes para el levantamiento de encuestas, que sin embargo, nunca dio a conocer.
Rubén Figueroa comenzó hace tiempo a perder el control del PRI; Manuel Añorve y Héctor Astudillo carcomen su liderazgo sin que aún lo destronen.
Esa tríada pidió al Comité Ejecutivo Nacional del PRI la salida de Valencia (como antes lo había hecho con Efrén) ante la multiplicación de los conflictos originados por la designación de candidatos a cargos locales y federales, y su resuelta incapacidad para procesarlos adecuadamente, cosa difícil de lograr ante la maraña de intereses en juego de cada uno de los barones del tricolor en Guerrero.
Ese partido disciplinó a sus huestes en las principales ciudades –Acapulco, Chilpancingo, Zihuatanejo, Iguala y Taxco–, pero no pudo evitar la sublevación en poblaciones como Chilapa, Zitlala o Tixtla, luego de nominar a los candidatos a las presidencias municipales de esos lugares. Incluso se observaron acciones no vistas antes en esa formación política como la toma e incendio de sus oficinas estatales por parte de militantes inconformes con las decisiones de la cúpula.
El PRI pues, inicia campaña con una unidad ficticia y endeble.
Es posible, como lo ha sostenido Andrés Manuel López Obrador, que éste le lleve una ventaja considerable en Guerrero a su adversario priísta. Eso impactará muy seguramente en los resultados que ese partido obtenga en el Congreso y los Ayuntamientos. No obstante lo anterior, bastiones priístas como Chilpancingo (que en las dos últimas elecciones a gobernador han votado masivamente por el PRD) habrán de refrendar el triunfo con el ex munícipe Mario Moreno, quien desde ahora prepara su propia ruta al 2015.
Por lo que hace al PRD, la designación de candidatos provocó el estallamiento de un conflicto tan severo, que combativos y leales militantes como los de Tierra Caliente han anunciado públicamente la decisión de abandonar el barco y dar la lucha desde otros partidos de “izquierda”.
Inexistente la dirigencia estatal, cuatro mercaderes de la política han suplantado en los hechos al comité estatal tomando acuerdos y dando línea de quiénes serán los candidatos. No bastó a la cuarteta indigestarse con las candidaturas para el Congreso y presidencias municipales, pues en las planillas de Ayuntamientos únicamente registraron a personas afines a sus grupos, ignorando olímpicamente al resto de corrientes.
La lógica de los militantes desplazados en el PRD tiene sentido: si ellos decidieron las candidaturas solos y sin tomar en cuenta al resto, que ellos solos hagan las campañas, cuiden las casillas y consigan los votos.
Ni elecciones internas ni encuestas definieron las candidaturas perredistas; las determinaron las relaciones personales, afectivas, sentimentales, familiares, de complicidad y compadrazgo de cada uno de esos personajes como la insulsa propuesta que ha hecho Evodio Velázquez para la planilla de regidores en el puerto, entre la que se cuenta su esposa.
En 2005 el PRD conquistó 41 Ayuntamientos, tres años después logró apenas 25. Es posible que como su historia lo indica, pierda municipios que ahora gobierna y recupere otros que en otro momento gobernó, pero en ningún caso vuelva a alcanzar su máximo histórico.
Por lo pronto, Acapulco una plaza estratégica por su peso político, económico y poblacional, será recuperada por una alianza del PRD y Movimiento Ciudadano, que cuatro años atrás no prosperó.
Los partidos Movimiento Ciudadano y del Trabajo en Guerrero, deberán ser generosos y agradecer a la dirigencia de facto del PRD integrada por los cuatro falsarios, ya que su votación crecerá nominalmente y su representación en el Congreso y en los Ayuntamientos podrá verse incrementada, aunque ligeramente.
La grotesca forma de apoderarse de las candidaturas responde entre otras cosas, al cálculo de que será la última vez que el PRD acuda a una elección en su forma actual, porque después del 1º de julio, el rompimiento al interior del partido, que se aceleró en los últimos cuatro años, habrá de concretarse.

468 ad