Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime García Leyva *

La fiesta de los muertos

En la Montaña de Guerrero Na Savi (la gente de la lluvia; mixtecos) celebramos a nuestros muertos a fines de octubre y los primeros días de noviembre. La celebración se denomina Vikó ndii: la fiesta de los muertos y ha tenido continuidad desde tiempos ancestrales. Para Na Savi la muerte es sólo un paso a otra vida. Un ciclo que todos cumplen. Desde Ñuu ndii, el pueblo de los muertos, las almas retornan para ayudar a los habitantes del Ñuu yibi (el pueblo de la gente, el mundo). Vienen a compartir los alimentos y los productos cosechados; los protegen de las fuerzas negativas, el mal aire y las enfermedades, otorgan bendiciones y velan por la comunidad. Procuran buenas cosechas y la salud. Las almas se manifiestan con el aire de las tardes, en la comida que se quema, en los sueños y otras señales.

En la fiesta abunda la comida, las flores y el copal. Hay alegría, música y bebida. Na Savi, de manera respetuosa depositan los alimentos preferidos de los ancestros en la mesa y altares que construyen y adornan con ita kuan ndii (flor amarilla de muerto). La fiesta convoca a los avecindados en otros lugares del país y el extranjero. Como muestra de respeto, los vivos realizan el aseo de las viviendas, limpian el panteón y restauran las tumbas. En Tepecocatlán, Guerrero los mayordomos suben a un cerro y construyen una casita con ramas de encino y adornan las cruces con flores. El lugar se denomina nuu kundati (donde hay sombra y se espera a las almas). La noche del 27 de octubre los mayordomos, el comisario, los señores grandes, la banda de música y los habitantes acuden para llamar a las almas (nika na yo níma).

El cantor (ta kantori) celebra un ritual y llama a las almas por medio de rezos y plegarias   en tu´un savi (lengua de la lluvia). Los mayordomos ofrecen velas, manojos y cadenas de flores amarillas y de zempasúchil, copal, cigarros, cerillos y aguardiente. El cantor las apila junto a las cruces y reza por los mayordomos y las autoridades. Con plegarias llama a las almas de los fundadores del pueblo. Pide “por que al comisario se le ilumine su camino en sus quehaceres”, ruega por el bienestar del pueblo. Su discurso se basa en estrategias de la oralidad. Las almas vienen para Ña na taku tu´un –que se respete la palabra–, ña na taku tachi –que se respete el aliento–, ña na kaku ndusu –que se respete la voz.

En la media noche del 27 de octubre las almas llegan. Los diputados y mayordomos celebran lanzando cohetes y comparten el aguardiente con sus antepasados, parientes y hermanos. Se bebe por alegría. La banda de música toca dianas y chilenas. Algunos bailan. Las almas vienen para hacer justicia

Mii ndo na kotondo nuu ndi –ustedes vean nuestro rostro–, na kotondo xi´in na –vean por ellos–, na ki´in ndo kiti –quiten el animal–, na ki´in ndo ndoso –agarren el animal–, na ki´in ndo kue´e –agarren la enfermedad–, na ki´in ndo kuita –agarren la maldad–, vitin vaxi ndo koo justicia –ahora vienen para hacer justicia.

En la mañana del 28 de octubre el cantor reza a las varas de mando (yitun ta´nu) que lleva el comisario. El símbolo de poder comunitario. Los mayordomos depositan comida en el altar para que las almas coman (na chiso yo ña´a nuu níma). Posteriormente la comida se reparte entre los presentes y el cantor agradece a las almas. Luego los señores grandes (tata xikua´a), los mayordomos y la población en general cargan con las flores, las velas e inician el retorno al pueblo. Se llevan las almas de sus ancestros. En la comisaría se depositan las varas de mando en la mesa y altar construidos previamente. Los ancianos y las autoridades bailan frente a las almas de sus antepasados. Ahí llegan las almas de quienes fungieron como representantes del pueblo.

Ta ni xinu xa´a –el que anduvo rápido–, ta ni xinu kuachi –el que anduvo despacio–, ta ni xi ku komisari –el que fue comisario–, ta ni xi ku regidor –el que fue regidor–, ta ni xi ku komandante –el que fue comandante–, ta ni xi ku martomo –el que fue mayordomo–, ta ni xi ku piscá –el que fue fiscal–, ta ni ka´an vii –el que hablaba bien–, ta ni ka´an latun –el que habló bonito–, ta ni ka´an ndií –el que habló con cuidado–, ta ni ka´an ndichi –el que hablaba con sabiduría–, ta ni ka´an xa´vi –el que daba consejos–, ta ni ka´an nuu banca –el que habló en la banca–, nuu mesa –en la mesa.

Las casas del pueblo se asean. Se adornan las puertas y ventanas con flores amarillas. Se riegan pétalos de flor de cempasúchitl semejando a un camino para las almas y que las conduce hasta el altar (yitun toso) que consisten en mesas a la cual se les construyen un arco de carrizo adornado de flores. Ahí se depositan cempasúchil, velas, copal, sahumerio, cerillos, aguardiente, imágenes de santos católicos, comida como atole, chocolate, memelas de frijol, tortillas, tamales, mole, ejotes, calabaza, pan y otros. Una mesa es para los adultos y otra para los niños. Se ponen sillas alrededor para que las almas descansen.

Na Savi encienden velas para las almas e intercambian comida con parientes y vecinos. Rememoran a los muertos con sus cualidades y defectos. La banda de música recorre las casas del pueblo y toca frente al altar para alegrar a las almas. La gente se abstiene de “lavar ropa porque las almas se beben el agua sucia”, “disgustarse con los vecinos porque las almas pueden castigar al pueblo y se encuentran vigilando”.

El día 31 de octubre, en la vigilia de los niños, la familia debidamente aseada acude al panteón a rezar y encender velas ante las tumbas de sus familiares. Las mujeres estrenan ropas y calzado. Depositan flores y sahuman. Rezan en su lengua

Ánima ndee tu´un –ánima de palabra fuerte–, anima ndee tachi –ánima de aliento fuerte–, anima ndee tu´un –ánima de palabra fuerte, anima ndee tachi –ánima de aliento fuerte–, anima ndee tu´un –ánima de palabra fuerte–, anima ndee ndusu –ánima de voz fuerte–,

ta ni xi´i yichi –el que murió en el camino–, ta ni xi´i ya´ya –el que murió en el camino real–, ta ni xi´i ve´e kaá –el que murió en la cárcel.

El 1 de noviembre es la vigilia de los grandes y en la noche se van las almas. Se prepara atole, tortillas, memelas de frijol y se deposita agua en el altar para que las almas beban y coman en su retorno al Ñuu ndii. El 2 de noviembre, en la mañana, la población acude al panteón. El cantor reza y despide a las almas. El comisario lleva las varas de mando y acompaña a las almas de sus antepasados a su retorno al mundo donde habitan. Ellos, nuestros muertos, fueron los que construyeron el mundo. Los que vivieron bien.

Ta ni ni´in koachi –el que no tuvo conflictos–, ta ni ni´in tu´un ndo´o –el que no tuvo problemas–, ta ni ni´in tu´un nani –el que no tuvo palabras de amonestación–, ta ni xini kivi                           –el que vio los días–, ta ni xini ñuu –el que vio noche–, ta ni xini kivi –el que vio el día–, ta ni xini kuiya –el que vio el año–, ta ni xuxa –el que obtuvo madurez–, ta ni xa´nu mil ciento kivi ñuu –el que creció mil cien días en el pueblo.

La fiesta es el momento propicio para pedir a las novias y hacerse de compadres, reconciliarse con familiares, dialogar y resolver rencillas. Es el momento de discusión y plática para elegir a las autoridades comunitarias porque tienen como invitados de honor los espíritus de sus antepasados. De esta manera se revitaliza la memoria histórica colectiva que se expresa en un mandato comunitario, para que las nuevas autoridades cumplan con sus responsabilidades, de lo contrario la mirada de los antepasados hará justicia. Ellos tenían dones y los han heredado.

Ta ni xi ni´i tu´un –El que tenía palabras–, ta ni xi ni´i tachi –el que tenía aliento–, ta ni xi ni´i tu´un –el que tenía palabras–, ta ni xi ni´i tachi –el que tenía aliento–, ta mii ndi an koo tu´un dí –Y nosotros no tenemos palabras–, nkoo tachi ndí –no tenemos aliento–, nkoo tu´un dí –no tenemos palabras–, nkoo ndusu ndí –no tenemos voz.

La fiesta representa un entramado simbólico, ritual, económico y que permite a Na Savi de La Montaña de Guerrero mantener su cohesión social en torno a costumbres, creencias y reforzar su identidad. Las actividades se encuentran regidas y vigiladas por las almas. El incumplimiento de ciertas prácticas trae consecuencias negativas a la familia y la comunidad. La armonía, la alegría, la convivencia y el respeto son las actitudes de la gente. Se olvidan los rencores y predomina el festejo en presencia de las almas. El lenguaje ceremonial, los rezos y las palabras de respeto ocupan un lugar importante en la fiesta. La utilización de un lenguaje ceremonial crea prestigio y respeto en la población. Además las palabras son para que a Na Savi no se les “oculte el rostro”, “no tengan vergüenza” y para “cumplir con la costumbre por el bien del pueblo”.

Así Na Savi muestran apego a su costumbre, mantienen el respeto entre sí y con las almas de sus  ancestros, que los protegen en cada actividad. No hay temor, sólo respeto por los ancestros que vienen, conviven y los vigilan. Hacen y reafirman su costumbre e historia cotidiana en La Montaña de Guerrero y como sujetos del México contemporáneo. Son las almas de los muertos las que determinan

Koo na naa –Que no haya quien se oscurezca, koo na nda´va –que no haya quien se apague–, an ka´nu ndo tu´un –no quiebren la palabra–, an ka´nu ndo tachi –no quiebren el aliento–, an ka´nu ndo tu´un –no quiebren la palabra–, an ka´nu ndo tachi –no quiebren el aliento–, mii ndi na nda´vi –de nosotros humildes–, saya ñuu yibi –hijos del mundo.

 

* Historiador y maestro en antropología social. Miembro de la Casa de la Lengua de la Lluvia (Ve´e Tu´un Savi).

 

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