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Cuauhtémoc Sandoval Ramírez

Una izquierda plural, la que ganó en Uruguay

Montevideo. En un final de sprint, con el 51 por ciento de los votos, el candidato de la coalición izquierdista uruguaya, Tabaré Vázquez ganó este domingo las elecciones en Uruguay, el país más pequeño del Cono Sur de nuestro continente, rompiendo de este modo el bipartidismo tradicional (Blancos y Colorados) que duró más de siglo y medio. Asimismo la izquierda ganó la mayoría en las dos Cámaras del Congreso uruguayo.

El Frente Amplio del Uruguay (FA), formado en 1971, aglutina a más de 18 agrupaciones de la izquierda uruguaya que a lo largo de estos 33 años han logrado no sólo construir un solo paraguas electoral, sino también un programa de gobierno, que les permitirá enfrentar el desastre de la derecha que, según el escritor Eduardo Galeano “convirtió al Uruguay en una fábrica de mendigos y delincuentes”, y lo deja con una abultada deuda externa.

Tabaré Vazquez, quién dedicó su triunfo al general Líber Seregni, constructor del FA, es un médico oncólogo que fue alcalde de Montevideo de 1990 a 1995 y se presentó en 1999 como candidato a Presidente de la República Oriental del Uruguay, nombre oficial de este país sudamericano, y pese a que quedó en primer lugar en la primera vuelta, en la segunda perdió por la alianza de los partidos tradicionales que cerraron filas para derrotar a la izquierda uruguaya.

El Presidente saliente, Jorge Battle del Partido Colorado hizo tan mala gestión que el candidato del Partido Colorado, Guillermo Stirling quedó en un lejano tercer lugar. El electorado castigó al candidato colorado sobre todo por su equivocada política económica, el aislamiento de sus vecinos y su escasa iniciativa ante la integración sudamericana del Mercosur, integrado originalmente por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.

Por eso, el candidato triunfante de la izquierda uruguaya ha señalado con insistencia que la ruta a la solución a los problemas económicos y sociales de Uruguay debe verse en el contexto de su inserción en el Mercosur y de buenas relaciones con los dos gigantes con los que tiene fronteras y que tienen gobiernos progresistas, Brasil y Argentina. Asimismo el nuevo gobierno espera que el gobierno de Hugo Chávez anuncie en breve un programa para abastecerlo de petróleo, cuya compra en el exterior representa el 21 por ciento del presupuesto nacional.

El sistema electoral en Uruguay es muy complejo, un galimatías que sólo los uruguayos pueden entender. Pero permite que bajo un paraguas electoral puedan participar conjuntamente diversas fuerzas y corrientes que mantienen su identidad propia y que suman sus votos. Este es el caso del Frente Amplio.

De este modo, la agrupación izquierdista más votada al interior del Frente Amplio, fue el Movimiento de Participación Popular (MPP), un organismo surgido recientemente, que reúne a dirigentes de ex Tupamaros, así como a dirigentes sociales que han recibido sobre todo el voto juvenil izquierdista.

El principal dirigente del MPP es el senador José Mujica quien utiliza un lenguaje muy popular en sus arengas políticas, y hace agudas criticas acerca de algunos absurdos de la realidad uruguaya. Ha insistido, por ejemplo, que Uruguay siendo un país agroexportador, “el año pasado 140 estudiantes comenzaron estudios de agronomía, mientras mil 400 iniciaron abogacía y hay miles en ciencias de la comunicación”.

El senador Mujica, de 70 años y quien pertenece a la generación histórica de los dirigentes Tupamaros, en una reciente declaración que caló hondo en el equipo del actual gobierno, llamó a Batlle Presidente “belinún”, que en el lenguaje uruguayo significa tonto o menso. Ante el acartonamiento del lenguaje izquierdista de la mayoría del Frente Amplio, este tipo de lenguaje chabacano tiene eco, sobre todo en el sector juvenil.

Los otros dos agrupamientos más votados dentro del Frente Amplio, fueron el Partido Socialista del Uruguay, partido al cual pertenece Tabaré Vazquez, y por otro lado, Asamblea Uruguay, sector dirigido por el único Ministro que fue anunciado dias antes de la elección, la cartera de Economía del gobierno electo, el actual senador economista Danilo Astori. Esta designación ha tranquilizado a los mercados financieros nacionales e internacionales, ya que el senador Astori representa las posiciones más de centro dentro del Frente Amplio.

La participación electoral es históricamente alta y en esta ocasión rebasó el 90 por ciento del electorado. No sólo porque el voto es obligatorio (al ciudadano que no vota se le multa con un equivalente a cien pesos mexicanos y si es funcionario público o con título universitario es el doble), sino porque la gente “resuelve sus cuitas en las urnas”, según rezaba un periódico montevideano.

El padrón electoral es de casi 2.5 millones de votantes, de una población de 3.4 millones, lo que refleja un envejecimiento y el poco crecimiento de la población uruguaya.

Otro elemento social significativo es la migración que representan el millón de uruguayos que viven sobre todo en Argentina y Brasil, así como en España y varios países europeos y aún en la lejana Australia. El deseo de cambio es tan grande que el Aeropuerto Internacional de Montevideo y las terminales de buques, procedentes de Argentina, estuvieron saturados con entusiastas uruguayos que vinieron expresamente a votar y que a ratos parecía que acudían a un partido de futbol, con sus cantos y banderas y su tradicional bebida de mate. Tabaré Vázquez ha prometido que les dará el voto a los uruguayos en el extranjero.

El Presidente electo de Uruguay tendrá cuatro largos meses para conformar su gabinete que entrará en funciones el primero de marzo de 2005. Sin duda, pesará la composición interna del Frente Amplio pero también los perfiles y no se descarta que funcionarios de los partidos tradicionales formen parte del nuevo gobierno.

El nuevo Presidente uruguayo al encabezar las ruidosas manifestaciones de júbilo de miles y miles de uruguayos, ha anunciado que seguirá viviendo en su misma casa de siempre, y que dos o tres veces a la semana, seguirá dando consultas médicas en su sanatorio. Asimismo, que será suprimido todo gasto superfluo y de boato que caracterizó a anteriores presidentes. La austeridad republicana será una norma del nuevo gobierno dijo, mientras Uruguay estaba de fiesta y esta noche no dormirá.

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