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CARTAS ( No llamó delincuentes a Nogueda y a Román, dice Andrea Radilla)

Señor director:

Le agradeceré que inserte en su prestigiado diario el siguiente comentario a propósito de las notas publicadas a nivel nacional y local sobre las supuestas recomendaciones de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) en contra de autoridades gubernamentales del periodo de la guerra sucia en Guerrero.

Israel Nogueda Otero y Francisco Román eran los responsables en 1974 de gobernar a los guerrerenses, de garantizar la impartición de justicia sin atentar contra los derechos humanos de quienes fueran detenidos por cualesquiera acusaciones. Los gobernantes están obligados a ser los primeros en respetar las leyes. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos consigna el derecho del pueblo a modificar la forma de éste, y es en ese contexto que muchos luchadores sociales renunciaron a la vida tranquila que da la sumisión y el conformismo. Mi padre así, fue detenido el 25 de agosto de 1974 por los militares del retén ubicado cerca de la Colonia Cuauhtémoc sobre la carretera Acapulco-Atoyac y hay testigos de que fue llevado al cuartel militar de Atoyac y torturado. Es indignante que aún hoy algunos familiares tengan miedo de denunciar por primera vez la detención-desaparición de sus seres queridos, de incluso, avergonzarse de tener un detenido-desaparecido, lo cual es muestra de la desvalorización de nuestra sociedad. Si la Fiscalía cumple su papel y los responsables directos o indirectos son castigados y sobre todo si eso permite saber la verdad sobre el destino final de nuestros familiares tendrán, creo, el reconocimiento de muchos mexicanos.

Ante la angustiante búsqueda de nuestros detenidos, Rubén Figueroa Figueroa con su muy particular estilo nos decía que estábamos inventando nombres y que los detenidos-desaparecidos que reclamábamos no existían. Así inicié la tarea de escribir el perfil biográfico de Rosendo Radilla Pacheco, mi padre, un ciudadano con identificación, con domicilio, familia, trabajo y reconocimiento de sus paisanos por las gestiones realizadas a través de las distintas representaciones sociales y políticas que ostentó, porque no es posible que los mejores hombres y mujeres de ese momento sean ignorados por la historia, por las generaciones posteriores y por sus propias familias.

Finalmente, por respeto al espacio disponible para estos casos, una breve aclaración: si bien muchos gobernantes llegan a ser verdaderos delincuentes, no lo afirmé así, como apareció en algunas notas periodísticas el día de ayer, entre ellos El Sur.

Agradezco su atención y le envío un cordial saludo.

 Andrea Radilla Martínez

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