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Jaime Castrejón Diez

La bomba dentro del PRD

Los eventos que se han venido sucediendo han puesto de manifiesto la gran heterogeneidad de los grupos que se cobijan bajo el paraguas del Partido de la Revolución Democrática. Esto nos hace ver que el partido puede pasar por una fuerte crisis debido a que las diferencias de opinión sobre lo fundamental y sobre las tácticas de lucha empiezan a tener un efecto desestabilizador, lo que empieza a preocupar a muchos de sus más conspicuos militantes.

La historia reciente nos ha demostrado a importantes miembros de este partido salir por distintos motivos, pero siempre por inconformidades sobre la posición política de las grandes fragmentaciones que hacen de ese partido un ente bastante vulnerable. Hay que recordar que uno de los fundadores Porfirio Muñoz Ledo abandonó el partido haciendo críticas muy fuertes a la estructura y a sus liderazgos. Poco después se empezó a hablar de las “tribus” que conforman el partido y éstas son tan heterogéneas que, se acepte o no, ha perdido su carácter de unidad.

Recientemente las distintas participaciones de militantes del PRD en asuntos nacionales ha hecho que mucha gente condenara la forma en que se han hecho estas cosas cobijándolas bajo el membrete                                   de “tácticas de lucha” que causan temor. Muchos militantes han empezado a cuestionar la forma de hacer política y sobre todo la de evitar las prácticas que molestan a la ciudadanía, lo que finalmente resultaría en que la opinión pública no respondería a un llamado perredista en un futuro electoral. Ganar la calle y negar el sistema legal para cambiarlo por la aprobación popular alejará a una gran parte del electorado, especialmente la clase media y sin ella ningún proyecto electoral puede fructificar.

A todo esto hay que agregar que el porcentaje del voto perredista ha bajado considerablemente. Si hacemos una visión desde 1988 cuando el embrión del perredismo tuvo su momento más importante, vemos como a partir de ahí la aceptación popular expresada en el voto ciudadano ha ido en un constante declive. En ocasiones las encuestas muestran a los candidatos con mayor aceptación que el partido.

Esta actitud de inconformidad contra las prácticas de su propio partido se acaban de manifestar en una gente muy respetable, el senador perredista Demetrio Sodi de la Tijera. Esto muestra que dentro del partido hay gente que no está de acuerdo con las prácticas establecidas. No se trata de tomar la calle, de hacer la política un circo o reinstalar un voluntarismo ya que aunque muchos lo quieran negar el PRD empieza a representar el populismo. A los posiciones extremas empieza a haber una reacción, como el llamado de atención del senador Sodi o se rehacen las formas de hacer política o tendrán que salirse del partido quienes no están de acuerdo con esas formas. El ultimátum de Sodi fue “o se corrigen estas cosas o nos vamos nosotros”. Al hablar de nosotros significa que no es una sola persona sino muchos perredistas que están inconformes                                   con esta forma de hacer política.

El hecho de que en un periodo de la construcción de la democracia se desborden las pasiones es natural, pero hay que evaluar lo que es en un momento dado un avance hacia una mayor democracia sea dentro de un marco que no lleve a lo que puede significar la anarquía y un retroceso. Para atraer a quienes forman el electorado tendrán que establecer ideas comunes pero también prácticas políticas aceptables a la mayoría de los ciudadanos, ya que la democracia es el respeto a las decisiones de las mayorías.

Hay que lamentar que esto pone en peligro la construcción de una izquierda moderna que le hace falta al país, para establecer un sano balance entre las tendencias políticas. Esta forma de actuar no solamente está destruyendo a este partido; está destruyendo también la posibilidad de tener una izquierda moderna que represente un contrapeso a las tendencias derechistas que obviamente han crecido en nuestro país.

En la construcción de la democracia es necesario que esté representado todo el espectro ideológico para lograr un sistema que estimule la convivencia. El mejor ejemplo es el de PSOE español que ha logrado victorias electorales substanciales, ante todo por alejarse de las prácticas tremendistas y abanderar una izquierda realista y moderna.

Cuando en Francia Francois Mitterand ganó la presidencia fue muy criticado porque hizo a un lado a los tremendistas que querían posiciones extremas. El nuevo laborismo en Inglaterra se reposicionó elejándose del extremismo que hacía que el electorado le temiera y se alejara de sus candidatos. Es tiempo todavía de hacer a un lado “las tribus” y hacer un partido viable.

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