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Indígenas afectados por Manuel en Malinaltepec siguen viviendo en campamentos de refugiados

*Los conflictos agrarios y los abusos de las empresas constructoras dificultan la situación de las familias que perdieron sus casas y terrenos en las tormentas de 2013. Las viviendas que les han entregado no son adecuadas a sus necesidades y tienen deficiencias en su construcción

Carmen González Benicio (Tercera parte y última)

Malinaltepec

A un año del paso de las tormentas Manuel e Ingrid por La Montaña de Guerrero, vecinos de diversas comunidades del municipio de Malinaltepec continúan en situación de riesgo y sin recibir ayuda de ninguno de los tres niveles de gobierno.
En la comunidad de Unión de las Peras, después de todos estos meses de recibir la solidaridad de comunidades vecinas que les permitieron asentarse temporalmente en sus terrenos, “la hermandad se rompió”, de acuerdo con el comisario Abel Bruno Arriaga, quien explicó que parte de las tierras adonde asentó el campamento de damnificados pertenece a los Bienes Comunales de Tepecocatlán, municipio de Atlamajalcingo del Monte, comunidad na savi ubicada unos metros atrás, y como no hay respuesta de las autoridades sobre la reubicación, los comuneros les pidieron desalojar la franja que les correspondía.
Así, el 17 de mayo les enviaron un oficio de notificación que dice textualmente: “comunicándole de una forma muy respetuosa en virtud del incumplimiento de la renovación de permiso provisional sobre el asentamiento de sus vecinos, por lo cual el pueblo decidió de manifestarle a usted, para que desocupe el lugar denominado La Venta , en un plazo de 5 días y además el pueblo pide que paguen la renta durante el tiempo que permanecieron en ese lugar, que barca de septiembre de 2013 a mayo 2014”, y lo firman Eduardo de los Santos Bruno Ramírez Cano, Herminio Cano Candia, con copias para Salvador Orduña Flores de la Procuraduría Agraria, y para el delegado de Gobernación regional, Jorge Rodríguez Ponce.
A ese oficio se sumó el hostigamiento de vecinos de la comunidad que subían al campamento, algunos con armas, por lo que acordaron mudar las casas y las carpas de la SEG.
Las comunidades de El Tepeyac y Los Filos vivieron la misma situación frente a la comunidad na savi de Tepecocatlán, por lo que decidieron volver a sus comunidades durante la temporada de secas, pero sin desmontar las viviendas ni las carpas mientras no los reubiquen, además dejaron comisiones en el lugar.
De acuerdo con el comisario de la Unión de las Peras, el caso se desahoga en la Procuraduría Agraria.

Abusos de las constructoras

Los indígenas me’phaa de La Montaña que salieron de las comunidades devastadas, no sólo enfrentan la indiferencia de las autoridades responsables de reubicarlos y garantizar su bienestar, sino también el abuso de las empresas que debían construir sus casas, porque les prestaron a los trabajadores palas, picos y madera que no devolvieron.
Asimismo, no pagaron los alimentos que las señoras de las comunidades que cocinan por encargo les prepararon durante su estadía, a solicitud del encargado de la obra.
Éste es el reclamo de la señora Zenaida Solano Moncayo, quien gana algo de dinero cocinando a quien se lo solicite, y con sus ingresos se encarga de seis hijos, la mayor, de 18 años, con síndrome de Down.
La mujer tiene presente el nombre de la empresa FEEDVERSE SA de CV, porque no le pagó casi 12 mil pesos que le quedó a deber el contratista por la comida que preparó para los albañiles. Dijo que nadie le había hecho eso, que han pasado otras empresas y que siempre le han pagado lo que consumen de su pequeña tienda de abarrotes.
Sobre los adeudos de la empresa, el comisario de Unión de las Peras, Abel Bruno Arriaga, también mencionó a Constructora y Comercializadora Faysal SA de CV.
En la entrevista, doña Zenaida recordó que hace un año salió con su esposo e hijas de Unión de las Peras al escuchar los fuertes derrumbes por varias partes del poblado. Caminaron bajo la lluvia en la oscuridad porque “nada estaba seguro, nos dio miedo”. Y se instalaron en un terreno que es propiedad de su familia, por lo que ellos no tuvieron el problema de buscar un lugar, como sí lo tuvieron otros vecinos.
La mujer dijo que se siente triste de estar en el campamento, donde no tiene su casa ni puede tener los pollos y los guajolotes que le quedaron, porque en el derrumbe perdió la mitad de sus animales.
Contó que ahora es más difícil que sus hijos vayan a la secundaria, porque antes caminaban para llegar a la comunidad de El Tejocote, donde está la escuela, y desde el campamento les queda más lejos, tienen que irse en carro lo que significa pagar 20 pesos diarios. La primaria y el preescolar están en el mismo campamento, bajo las tiendas de lona que envió la Secretaría de Educación Guerrero (SEG).

El caso de El Tepeyac

En la comunidad de El Tepeyac, las familias afectadas encontraron un terreno boscoso que desmontaron para construir las 98 viviendas que edifica Sedesol; quedan por entregar siete, pese a que debieron concluirlas hace meses.
De El Tepeyac es Genoveva Bruno Ortiz, madre soltera y ahora una de las beneficiadas con una de las casas con techos y paredes por los que se filtra el agua porque su construcción es sencilla y “aquí siempre llueve mucho”. Dijo que está contenta y triste, porque tendrá que mudarse a un lugar adonde sólo caben las casas, no hay espacio para los animales ni para siembra.
Sin embargo, agradece estar viva. El día de los derrumbes acompañaba a su hija a la secundaria en la comunidad de Ojo de Agua, a la que caminaron porque ya estaba cerrada la carretera; en un parte lodosa, su hija se hundió “me dio miedo no poder sacarla, la jalé, se quedaron ahí sus zapatos, oí ruidos fuertes, nos espantamos y corrimos para el pueblo, ahí ya todos se estaban reuniendo por los truenos que se escuchaban cuando se hundía la tierra”.
Ella no se quedó en los campamentos porque el pueblo decidió que las mujeres y los niños se fueran con las brigadas de Protección Civil a la Casa Católica de la ciudad de Tlapa, que funcionó como albergue el restó del año.
Dice que no le gustó porque todos los refugiados estaban amontonados, no sabían qué hacer o qué había pasado con sus cosas. Cuando ella podía, regresaba al campamento a preguntar o, si las condiciones lo permitían, llegaba hasta el pueblo.
El comisario municipal y miembro del Comité de Gestoría de Reubicación, Nazario Candia Ambrosio, dijo que en septiembre no festejarían las fiestas patrias “sino un año más que de vida, de que se escaparon de morir aplastados o enterrados por la tierra”.
Reconoció que hay avances en la reconstrucción, pero el apoyo ha sido parcial, no total, y su preocupación ahora es que las viviendas son de mala calidad, además de que son muy caras, pues fueron cotizadas en 120 mil pesos por la empresa constructora, mientras que los vecinos calculan que cuesta unos 80 mil pesos.
Los baños con biodigestores no funcionan, y se han enterado de que en otras comunidades están mejor las casas que construye la Sedatu; las casa de la Sedesol son deficientes y más pequeñas.
El comisario Candia Ambrosio informó que los vecinos dejaron el campamento en abril, por la falta de apoyo y porque en su pueblo estaban sus cultivos, sus animales y todos los servicios de los que carecían en el campamento.
Dijo que no les han entregado el dictamen de Protección Civil para conocer exactamente las condiciones en que está la población, y que es necesario tenerlo.
Al lugar llegó el alcalde me’phaa de Malinaltepec, Aristoteles Tito Arroyo, para presentar ante la comunidad al ingeniero que se hará cargo de la electrificación de las viviendas, Alejandro de Jesús Marrón quien dijo que estarían listas en un mes, con medidor instalado y con un costo de un millón 286 mil pesos.
Los asistentes a la reunión pidieron que los apoyara para rehabilitar el camino a esa nueva colonia, porque está destruido y es difícil entrar, a lo que respondió que se atendería en la semana, y que se verían otros servicios como el agua.

“El rey del Fonden”, le dicen alcaldes a Tito Arroyo

El alcalde Tito Arroyo dijo que le tocó un periodo difícil, porque los fenómenos naturales “le han pegado” a su municipio.
Recordó que en agosto de 2013 cayó una tromba sobre Tilapa, Tierra Colorada y Santa Cruz el Rincón; un mes después, en septiembre, la conjunción del huracán Ingrid y la tormenta Manuel, de la que aún no se repone, afectó varias comunidades y la carretera Tlapa-Marquelia que atraviesa la mayor parte de su territorio, y finalmente cayeron granizadas atípicas el 20, 23 y 25 de julio, que se incluyeron en la declaratoria de emergencia del Fondo para la Atención de Emergencias (Fonden), publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de agosto.
Para aligerar la carga y que sonara a chascarrillo, Tito Arroyo dijo que los alcaldes de la región le dicen “el Rey del Fonden” porque con los fondos de esta dependencia atiende a los pueblos na savi y me’phaa damnificado.
La mala construcción de las viviendas fue señalada por Tito Arroyo, quien dijo que se les filtra el agua por las paredes y los techos de lámina, “se lo hicimos saber a la directora de la Cdi, Nuvia Mayorga y ya hay un nuevo acuerdo, serán aplanadas y les harán su techo de losa para que sean habitables”, dijo.
Reconoció que los fondos fluyeron con lentitud, pues no se han reparado algunos caminos que comunican seis comunidades, pero hay un problema mayor con 11 colonias que siguen incomunicadas porque no hay maquinaria apropiada para cortar los cerros, y en otras ya no hay alternativas por lo difícil del terreno.
Otra dificultad que enfrenta su administración es la de atender los requerimientos impuestos por las instituciones, como el caso de los terrenos para la reubicación de las viviendas y escuelas, “nos piden terrenos planos y grandes, y eso no lo tenemos aquí, así que les decimos que nos debemos adecuar a lo que hay”.
En el municipio hay 24 escuelas de niveles secundaria, primaria y preescolar que siguen en aulas provisionales de la SEG, dijo la regidora de Educación Jazmín Gregorio Vicario, quien comentó que esta autorizada la construcción de aulas en Tilapa, en el mismo lugar donde ya están; en La Unión de las Peras, donde ya hay un terreno; y en La Lucerna, aulas para la primaria y el preescolar.
A propósito de La Lucerna, el alcalde dijo que en ya se construyen casas y que el retraso se debió a la falta de terrenos que tuvieron que comprar con recursos de los gobiernos municipal y estatal, pero antes tuvieron que platicar con los dueños que no tenían intenciones de vender los terrenos donde se instaló el campamento temporal; sobre la comunidad de El Tejocote, dijo que está aprobada la rehabilitación de la carretera, y en la colonia Las Pirámides, donde hubo decesos, también.
Así, a un año de la tormenta, los indígenas me’phaa afectados esperan a que los gobiernos municipales, estatal y federal cumplan los acuerdos y les brinden seguridad en sus territorios.

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