Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Octavio Klimek Alcaraz

Un año de la tormenta Manuel

 

Hace poco más de un año, los efectos de la tormenta tropical Manuel generaron severos daños en los bienes de los guerrerenses, pero en especial causaron la pérdida de más de un centenar de vidas humanas.
En la teoría del desastre y del riesgo, se dice que éstos son socialmente construidos. Es decir, no es posible magnificar a la tormenta Manuel como la causante de los desastres que azotaron Guerrero. El principal problema fue que se habían creado las condiciones de vulnerabilidad social, ambiental y económica que nos llevaban a potenciar los peligros de Manuel. Recuerdo que en los primeros días de la emergencia existía una discusión sobre si se había informado a la población acerca de la presencia de la tormenta. Como si fuera el punto central del origen del desastre. Lentamente, empezaron a surgir cuestionamientos a lo largo y ancho del estado. En general, todo tenía que ver con infraestructura mal planeada y mal realizada, así como con asentamientos en sitios inadecuados. Es decir, más allá de la calidad de la información en tiempo y forma sobre la tormenta, se empezó a ver que las cosas no estaban bien hechas, que el desastre no era meramente natural, sino provocado por los propios seres humanos.
Véanse tres casos conocidos: en el caso de Acapulco se observó cómo en algún momento la capacidad de soporte del ecosistema fluvial del río La Sabana se fue para abajo. La principal causa, el acumulamiento de asentamiento tras asentamiento en sus zonas bajas, áreas de inundación natural. Se encapsuló al río, se selló y  éste busco seguir su curso.
En el caso de Chilpancingo, se observó también como se destruyó el ecosistema del río Huacapa. Administración tras administración buscó encauzarlo en un canal estrecho y mal hecho. No se respetaron sus márgenes históricos, lo invadieron con vialidades y asentamientos. Se ignoraron los principios más elementales de la gestión integral de un río, y la consecuencia fue el desastre provocado por las grandes avenidas de agua.
En el caso de Tixtla, la laguna se fue rellenando de azolve producto de la erosión de las laderas del valle. Al ser una cuenca cerrada, como una cubeta llena el agua se desparramó a las áreas de asentamiento de la ciudad. Una nueva Venecia se creó en el centro de Guerrero. Algunas de las lecciones aprendidas desde el sector ambiental fueron:
1. Que el ordenamiento ecológico del territorio debe ser el instrumento principal para decidir sobre el tipo de uso de suelo, y que la evaluación del impacto ambiental es un instrumento muy limitado que ha sido degradado a un mero trámite burocrático para justificar lo injustificable.
2. Que las evaluaciones del impacto ambiental de cada proyecto deben dejar de evaluarse de manera aislada.  Se deben considerar los impactos acumulados por todos los asentamientos en el ecosistema, entendiendo que dichos impactos no son lineales, sino que son modelos muy complejos y azarosos, como la naturaleza.
3. Que la opinión de las áreas del desarrollo urbano y de la protección civil debe ser vinculante; debe trabajar en cooperación el sector ambiental con dichas áreas. Si el área de urbanismo dice que ahí no se puede construir más que un máximo de viviendas, debe atenderse esa indicación; si el área de protección civil dice que el área es de inundación, debe también atenderse esa indicación. Si no existe opinión alguna en los tiempos formales de la evaluación por precaución, se debe negar la autorización ambiental.
4. Que también en la evaluación del impacto ambiental en áreas de ecosistemas fluviales debe tener una opinión vinculante preponderante la autoridad del agua. Si tampoco existe opinión alguna en los tiempos formales de la evaluación, por precaución se debe negar la autorización ambiental.
5. Que se debe ser cuidadoso con aplicar soluciones aisladas, meramente tecnológicas, de canales y dragados. Se deben buscar soluciones integrales y ecosistémicas de ingeniería ecológica.
6. Que en los planes de ordenamiento urbano, los cabildos no deben jamás trabajar a la complacencia del inversor para construir un asentamiento, me niego a decirles desarrolladores.
7. Que la participación de la sociedad organizada en la toma de decisiones debe ser real. Los principales proyectos deben tener seguimiento por parte de la sociedad en todas sus fases, considerando siempre internalizar costos ambientales y sociales.
8. Que se debe ir con la naturaleza y no en contra de ella. Un defecto humano es la necedad apuntalada por la necesidad, la gente no puede permanecer en zonas expuestas a nuevas inundaciones o deslaves. Ninguna obra hidráulica puede garantizar que eso no vuelva a suceder, hay que reubicar a aquellas personas que se encuentren expuestas y vulnerables a peligros como las tormentas y sismos.
9. Que es necesario evaluar e informar de manera detallada a la sociedad sobre las causas del desastre de septiembre de 2013. No con un afán meramente punitivo, sino correctivo, para que esto no se vuelva recurrente y más grave en el corto plazo.
10. Que si no se toma de manera real la opinión de la sociedad, se está condenado a repetir la misma historia. Al parecer, muchos de los proyectos en la reconstrucción se han vuelto como el tejido de Penélope, se reconstruye para que se vuelva a destruir –ahí está el canal del río Huacapa de ejemplo. Es un círculo perverso donde sólo ganan los mismos de siempre y pierden los mismos de siempre.
P.D. Hay que seguir insistiendo, la nueva dirigencia estatal del PRD debe garantizar la puesta en práctica de sus principios y programa. Los consejeros estatales tienen esa responsabilidad, deben votar sus decisiones en esa perspectiva. Además, la izquierda unida jamás será vencida.

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