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Jaime Castrejón Diez

La toma de la Cámara de diputados

La nota principal, la tarde del 5 de octubre, es para Ripley: la Cámara de Diputados tomada por legisladores. Esto nos hace pensar seriamente sobre el rumbo que lleva nuestra supuesta democracia, que lleva la lucha política al nivel de los conflictos estudiantiles de los 60´s. En aquel momento el objetivo era tomar la calle para hacerse sentir ante un régimen represivo que no permitía la expresión directa. Pero tomar una institución en épocas en que se empieza a construir una democracia no tiene el mismo sentido, y en última instancia socava lo que puede consolidarse en un estado democrático porque cuando se pierde el estado de derecho, se pierde también la opción de construir una democracia.

La variación la dan las circunstancias, tomar la calle por los asambleístas del Distrito Federal sería difícil porque ni tienen poder de convocatoria con la ciudadanía. Los legisladores, no sólo los de la Asamblea sino los legisladores de las cámaras federales, han perdido presencia. Una marcha de los legisladores no tendría el mismo impacto que tuvo la marcha ciudadana por la seguridad que hubo hace algunas semanas, porque el poder de convocatoria de los legisladores es casi inexistente.

Esto es un reflejo del nivel de prestigio que tienen nuestros legisladores ante la opinión pública. Tal vez hubieran podido hacer una marcha organizada con los sistemas clientelistas que se han utilizado tradicionalmente, pero no creo que el liderazgo de los legisladores pudiera provocar una presencia tan importante que se les escuchara por esta vía extrainstitucional.

Es factible tomar la tribuna de la Cámara de Diputados porque en última instancia no representa un acto de gran sagacidad o de gran peligro, con irrumpir el salón de sesiones, subirse a la tribuna es suficiente para lograr paralizar la sesión legislativa. Se debe evaluar si esto es el objetivo que tenían porque además, viéndolo objetivamente, se incurre en un delito porque los legisladores tienen que ser respetados; legislar es ejercer su derecho de opinión que no debe ser violentado. Hay que recordar los héroes civiles de las cámaras Belisario Domínguez y Eduardo Neri, que confrontaron a quienes impedían realizar libremente sus labores y expresar sus opiniones.

Parece que regresáramos a los años 60´s y es lo más negativo porque se recurre al tan reprobable sistema del asambleísmo estéril, que era una de las armas más generalizadas del populismo a través de la historia y lo sigue siendo aún ahora. Se logra paralizar una institución o un sistema, pero la pregunta que nos hacemos ¿esto es lo que queremos de la democracia? Volvemos a aquellos tiempos que la provocación era la forma de hacer caer al adversario en algún error. Los ejemplos de la historia, inclusive de nuestra historia, nos hacen ver que los actos de provocación ocasionaron hechos sangrientos y no se logran los objetivos que se expresaban como el motor de sus acciones.

Se está estableciendo una costumbre que es grave, es atacar a las instituciones por dentro de las mismas instituciones. Quienes atacan al Congreso no son vándalos de la calle son también legisladores y legislar es discutir, encontrar soluciones, negociar, pero nunca presionar con violencia para obligar a que se tomen las opiniones que se deseen establecer. Yo pensaría que los legisladores son personas conscientes, que conocen la historia de las instituciones y que conocen que las luchas políticas no significan anarquía, aun cuando se le llame resistencia civil o resistencia pasiva.

Esa resistencia civil que admiramos en Ghandi no fue confrontar la violencia con violencia, sino la pasividad ante la violencia, a los ojos del mundo hizo que se respetara la verdadera resistencia civil y se rechazara la violencia. Pero en el caso de la toma del Congreso es utilizar la violencia como arma. También hay que reflexionar ¿qué sería esta resistencia llamada civil si no existieran los medios de comunicación? ¿qué pasaría si la toma del Congreso por los asambleístas no fuera magnificada por los medios? El suceso pasaría desapercibido, tal vez incluso las fuerzas de seguridad desalojarían el recinto de legisladores que tienen derecho a utilizarlo para sus fines establecidos y no para hacer este tipo de sainetes, que lo único que están haciendo es que la opinión pública tenga menos respeto por ellos de lo que ya se tenía.

El fondo de la Reforma al Artículo 122 de la Constitución fue una de las recomendaciones de la Convención Nacional Hacendaria, en donde participó el jefe de Gobierno de la ciudad y suscribió las recomendaciones. Esta comedia le hace daño al PRD, vuelve a ser el partido conflictivo de hace 16 años, parecía que superaba esta etapa, que habían quedado atrás las tomas de pozos petroleros y el bloqueo de carreteras. Dentro del mismo partido hay quienes ven en estos actos una regresión.

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