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Ramon Sosamontes Herreramoro

Autodefensa de los pueblos

La autodefensa de los pueblos ha sido una forma de lucha permanente en la historia de México. La podemos encontrar desde la misma conquista, pasando por la colonia, antes y después de la independencia, en las guerras de reforma y contra las invasiones extranjeras, a  finales y principios del siglo XIX y XX y desde luego durante los más de 70 años del priismo. Aun ahora después de haber perdido el PRI la presidencia, reaparece esta figura de luchas legítimas.

Desde luego aparece con distintas intensidades y lugares, con diversas radios de acción, incluso durante gobiernos legales y legítimos como fueron el de Benito Juárez y Lázaro Cárdenas del Río, porque las zonas de pobreza o de injusticias en nuestro país nunca han desaparecido. Las reivindicaciones de la autodefensa han tenido diferentes motivos; desde la defensa de tierras y recursos naturales, hasta las propias luchas de independencia y contra los extranjeros. Por las reivindicaciones de lugares de trabajo, contra los caciques y gobiernos nacionales, estatales o municipales déspotas y autoritarios que hemos padecido.

Estas se han producido a partir de asuntos que a simple lectura podrían parecer difusos, como por ejemplo la disputa por la defensa de los profesores en Atoyac, cuando tuvo Lucio Cabañas que adoptar esta forma de lucha. No era un asunto contra una autoridad escolar, sino que había y hay raíces profundas para que pueblos enteros se defendieran. Así como también fue la autodefensa de Genaro Vázquez, que después ante la respuesta déspota del gobierno adoptó la forma de guerrillas.

Es cierto e incluso constitucional el que los pueblos tienen el legítimo derecho a organizarse para plantear sus demandas y de ahí que en todo el país y desde luego en Guerrero surjan nuevos puntos de resistencia popular.

No porque quieran, sino por que la situación social, económica y política de México hace que esto surja y sé multiplique aún más. No podemos dar la espalda a las decenas de agrupamientos de autodefensa que existen en las Huastecas; en la sierra y costa de Oaxaca; en la sierra y montaña de Guerrero, en este caso     las demandas de la Liga Agraria Revolucionaria del Sur Emiliano Zapata, pero también en los valles de Morelos, Veracruz, Puebla entre otros estados.

El EPR, ERPI, Rubén Jaramillo, el EZLN entre otros tiene razón social de existir y más cuando se entra a un momento de posible ingobernabilidad y hora cero para el Estado mexicano.

Estamos en momento en que los poderes de la unión, Ejecutivo federal, cámaras de diputados y senadores, y el poder judicial no garantizan que el pueblo ejerza plenamente su soberanía como lo marca el artículo 41 de la Constitución.

Parte de la sociedad empieza a pedir mano dura en los gobiernos y no sólo entre los empresarios sino también en el otro extremo, entre la gente más desprotegida, y así nos lo hacen saber diferentes encuestas nacionales y latinoamericanas.

Existen condiciones para que pueblos enteros adopten la forma de autodefensa y la respuesta del Estado, de la sociedad, de los gobiernos del PRI, PAN y PRD no puede ser ni la represión, ni paliativos, calmantes, analgésicos o sedativos que sólo enmascaren la realidad y prolonguen los males.

Con todo y el descrédito creciente de  los partidos, de los diputados y senadores y muchas veces la falta de representatividad de los gobiernos deben ponerse de acuerdo para aplicar un gran programa emergente contra la pobreza, hacer una concertación para que  se vayan solucionando los problemas de tierras, de los recursos naturales, de la legitimidad de los gobiernos y respeto de los derechos humanos. Esto antes de que sólo cambien las reglas para las próximas elecciones federales.

Simplemente es exigir el derecho a la vida, la libertad y la seguridad, de igualdad ante la ley, respeto a las garantías de cada uno, al trabajo, a la tierra, a la libertad de expresión y opinión, sin torturas, y vejaciones. Cosas que no se tienen garantizados en el México del “cambio”, en este siglo XXI.

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