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José Loreto Herrera, artesano que continúa la tradición de la hechura de guitarras


De Paracho a Chilpancingo

 Ismael Catalán Alarcón  

El señor José Loreto Herrera Salpa, es un artesano fabricante de instrumentos de cuerdas, principalmente guitarras, desde hace más de 37 años, originario de Paracho, en el vecino estado de Michoacán.

Desde hace más de cinco años asiste a la tradicional Feria de Navidad y Año Nuevo en la ciudad de Chilpancingo. Se enamora del clima y de la honestidad y sencillez de su gente; es así que decide montar un tallercito de fabricación y reparación de instrumentos de cuerdas. Dice:

–A veces cuando he estado con problemas para completar para pagar la renta, viene un amigo u otro y sin conocerme me conminan a que no me desespere; si necesita dinero, avíseme; si necesita un taco, pues venga a la casa… y yo les agradezco esos detalles.

El artesano, que nació el 28 de diciembre de 1938, viste un gastado pantalón de mezclilla, el señor José, como prefiere que le digan sus cercanos, recuerda que a la edad de diez años cuando su padre, Pánfilo Herrera, comenzó a enseñarle el proceso de construcción de una guitarra. “A mi nunca me gustó la escuela. Con muchos trabajos llegué a cursar el segundo año”, dice, “aunque con el tiempo, me aficioné bastante a la lectura por distracción”.

Recuerda que todos sus hermanos aprendieron a hacer guitarras guiados siempre por su padre, pero quien más destacó en la fabricación del instrumento, fue su hermano Silvano que fue “uno de los mejores guitarreros de Paracho. No se le dificultaba hacer nada”, afirma emocionado.

Al llegar a los 18 años, recuerda, se casó con María Salpa. Desde entonces y siempre asesorado por su progenitor, aprendió a construir totalmente a mano hasta diez instrumentos de cuerda; a saber, guitarras de 12 cuerdas, guitarras normales, mandolinas, tricornios, violines, laúdes, vihuelas, contrabajos, requintos, “no se me dificulta nada que me manden a hacer”, afirma con modesto orgullo.

El oscuro origen de la guitarra

La guitarra es un instrumento de cuerdas pulsadas sobre cuyo origen no se han puesto de acuerdo los investigadores, aunque se menciona que su presencia y difusión en España se relaciona con la invasión de los árabes a ese país; a México llegó, también como consecuencia de la invasión española. La guitarra española consta de una caja de resonancia, de un mango que termina en un clavijero, dividido en 19 trastes y cinco o seis cuerdas. Así son también las que construye el señor José.

El entrevistado recuerda que “antes casi el 90 por ciento de los habitantes de Paracho (45 mil) se dedicaban a producir guitarras totalmente a mano y con materiales de la región, pero a la llegada de las fábricas que construyen el instrumento en serie y con materiales tan baratos y poco duraderos como el triplay, es que la artesanía de la guitarra se desploma”.

Era común todos los domingos de plaza ver llegar al pueblo a “muchos burritos cargados con maderas para la creación de guitarras”; provenían de poblados cercanos como Cherán, Nagüatzen y Quintzeo. “En esos hermosos tiempos en que todos teníamos trabajo no entraba madera de otros países como ahora se acostumbra”, denuncia.

Las maderas regionales que más se usaban para la fabricación de guitarras, eran “el chirimo, el chicarurapiti o palo blanco y el kiri chin du kua o madera de haya (nombre purépecha). Estas, para que se hicieran más durables y no se reventaran, eran enterradas unos cuanto días. Después, se tornaban más blandas para su manipulación y ofrecían mejor sonoridad. Antes todos vivíamos de la guitarra, ahora ya no”, se lamenta.

El TLC afectó a quienes vivíamos de hacer guitarras

De una conversación fluida y luciendo un bigote bien recortado, el artesano guitarrero michoacano radicado actualmente en la ciudad de Chilpancingo, manifiesta desilusionado que la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio firmado por Carlos Salinas de Gortari con los Estados Unidos y Canadá, “afectó profundamente la artesanía de la guitarra, pues esta se encuentra agonizando”.

Ejemplifica: “antes yo me vendía instrumentos de cuerda en las ciudades más importantes de la frontera con Estados Unidos; durante 30 años cubrimos las necesidades de esos lugares. Ahora, ya no vendemos nada. No podemos competir con las empresas que hacen guitarras churro; de esas muy baratas de 300 pesos”.

Recuerda que trabajando 12 horas diarias un artesano puede crear a mano tan solo una guitarra al día; en tanto en una empresa tecnificada, elabora en el mismo tiempo, hasta mil instrumentos, aunque la calidad de los mismos sea diametralmente opuesta. “A la guitarra que nosotros hacemos no se le gana casi nada, por eso hay que buscar en otros mercados”.

En virtud de que los recursos maderables regionales casi están extinguidos debido a la sobreexplotación, falta de reforestación y nula vigilancia de las autoridades correspondientes, la industria de la guitarra desde hace algunos años, tuvo que importar maderas y partes de otros países; ejemplifica: “el palo santo, que es lo máximo en madera para el instrumento, viene de la India; de Brasil, llega el palo de rosa; las tapas, se importan de Checoslovaquia, de Canadá y de Alemania”.

Me acompaña en la conversación con el guitarrero, el concertista chilpancingueño Luis Fernando Méndez, quien mientras conversamos ejecuta varios instrumentos musicales recién terminados por don José;

Le escuchamos, fragmentos del Concierto en re mayor de Vivaldi; Intermezzo de Manuel M. Ponce y Guadalajara de Pepe Guízar.

–¿Usted sabe tocar alguno de los 10 instrumentos que construye? –le pregunto.

–Sí los toco cuando los estoy haciendo, pero no los sé ejecutar, responde entre risas.

–¿Entonces como los puede poner al punto ideal?

–No sé. Yo no necesito que una guitarra tenga cuerdas para saber si va a sonar o no. Al ver y oír la madera, me doy cuenta si es buena o mala. Nunca me ha fallado.

–¿Cuántas guitarras habrá construido en los 37 años en que la ha trabajado?

Sin dudarlos responde: “poco más de seis mil instrumentos”.

Finalmente don José Loreto Herrera Salpa dijo que desea enseñar el oficio a los niños o jóvenes guerrerenses que lo deseen, “pues yo ya voy de salida”.

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