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Desesperando a Godot arranca carcajadas al público del Corral Plateresco en las Jornadas

Anarsis Pacheco Pólito

Taxco

La alegría festiva llegó a las Jornadas Alarconianas con los jóvenes actores de Guerrero y Nuevo León  que presentaron la obra Desesperando a Godot, obra de Gabriel Brito.
Quienes han seguido las diferentes presentaciones en los seis días de las jornadas se veían expectante en la entrada del auditorio del Centro Cultural de Casa Borda, pues los actores que intervienen, participaron como pregoneros durante estos días ganándose la simpatía de quienes los conocieron.
Los cinco jóvenes que integran el grupo que presentaron Desesperando a Godot, se revelaron como actores consumados arrancando carcajadas al público que disfrutaba del ingenio en el que dominaba el lenguaje juvenil y el baile de ritmo pegajoso con el que amenizaban su actuación.
Desesperando a Godot, es una desacralización de la obra ubicada como teatro del absurdo Esperando a Godot de Samuel Beckett, que durante muchos años se mantuvo en cartelera como parte del teatro universitario en la ciudad de México.
La obra inicia previniendo al público de la supuesta improvisación de la pieza. Los actores aludían a la falta de un actor y al riesgo de que quienes se quedaran a presenciar la obra salieran decepcionados, de manera que bajo esa condición ellos no tendrían culpa.
Para justificar su improvisación y la improductividad de su papel, dijeron que harían lo que acostumbran los políticos, no hacer nada y cobrar. El talento supuesto para pasar como actores era el gafete extendido por los organizadores. Como el actor que esperaban, (y que nunca llegó) era Godot, después de tres piezas de música que alternaban, se detenían y dialogaban sobre la ausencia de dicho actor, hasta que aparece en la escena una muchacha que decía buscar a quien la esperaba, dispuesta a hacer casting para formar parte del mejor teatro del mundo, el teatro de la nada, la que desespera a quienes esperan que aparezca Godot.
El ritmo y la intensidad de la obra mantuvo al publicó alegre y festivo todo el tiempo y durante casi una hora la risa y las carcajadas cundieron en el pequeño auditorio.
Al final luego del reconocimiento público por su desempeño el director de escena, Luis Alberto Rodríguez, explicó que efectivamente faltaba un actor que al final lo suplió el acapulqueño Moisés Salas Chamoy, quien en un solo día se aprendió el papel.
El escenario era un simple exhibidor de ropa con una cortina de plástico, la indumentaria común de los actores (de la que se despojaron para quedar en paños menores), tres pelucas, una capa, una máscara de luchador, unos lentes y una trompeta.
El que más se divirtió viendo la obra fue el mismo director de escena, quien sentado en el piso de una esquina del escenario festejaba el desempeño de sus compañeros.
A los actores no se les escapó ni siquiera la crítica al teatro y a los actores, a las políticas culturales del gobierno y a la baja calidad del público para la apreciación de las obras, demostrando que la calidad de lo escrito por Gabriel Brito, un simple texto bien actuado, es suficiente para tener éxito.
El reducido espacio del auditorio de Casa Borda pasó a segundo plano en el momento en que el público se integró en la jovialidad de la obra llena de ingenio y creatividad de cada uno de los actores que a pesar del contratiempo de no tener a uno de sus integrantes salieron avante sin restar mérito alguno.
Los jóvenes actores hicieron sátira de cada uno de los ingredientes del teatro: sus actores, los textos y la puesta en escena, señalando el sinsentido de las obras que aunque sean bien llevadas no son suficientes para que el público obtenga lo esperado. Desesperando a Godot es una obra en la que se espera a un actor que nunca llega, siguiendo, mientras tanto, al pie de la letra el guión.
“Pase, pase usted al teatro de la nada. Sea parte del mejor teatro del mundo. Haga casting, haga casting en el teatro de la nada. Pase. Bienvenido al espacio donde nada es mejor que todo. Aquí encontrará sorpresas, sucesos insólitos, chismes de lavadero, tristezas perdidas, ilusiones rescatadas de la boca de un dragón, pase, pase, pase…”.

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