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Arturo Solís Heredia

CANAL PRIVADO

* Opiniones remisas

El affaire de Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana, el viernes 11 de mayo, y la explosión estridente del debate público sobre la protesta de los chavos, fueron motivos más que suficientes para recurrir al silencio editorial de esta columna la semana pasada.
Y es que en medio de alegatos semejantes resulta muy difícil, al menos a mí, concentrarse para serenar el ánimo y aclarar la mente, antes de opinar cualquier cosa medianamente inteligente, concreta y objetiva, especialmente cuando los asuntos a pensar son tan relevantes como los mencionados.
Ni me convencían las versiones priístas de sabotajes maquinados desde cuarteles perredistas, con chavos revoltosos e intolerantes que ni siquiera son estudiantes de la Ibero; ni me convencían los deslindes perredistas, especialmente los de algunos mal afamados operadores de numeritos parecidos.
Confieso que en esos días, tampoco me convencían los primeros decires de los chavos anti-Peña Nieto, sobre su autoría espontánea de la protesta, ni la organización independiente de los participantes.
Con tantas dudas en la cabeza, me pareció irresponsable escribir el miércoles pasado, na’ más para ocupar un espacio en El Sur, e irrespetuoso, con los 12 documentados lectores de esta columna, opinar con calor subjetivo sobre el tema.
No me sentía, ni me siento, soldado de ninguno de los bandos discrepantes, como para condenar furioso presuntas manipulaciones de rebeldía juvenil, ni para celebrar eufórico presuntos despertares democráticos.
Por eso no opiné entonces, lo que opino ahora.
Opino que los chavos son estudiantes de la Ibero, críticos y participativos, que se organizaron solos, con pleno derecho y total libertad para expresar sus opiniones políticas.
También opino que Peña Nieto merecía mejor trato, siendo legítimo candidato a la Presidencia, de un partido en un sistema democrático como el nuestro, y mínima cortesía, siendo además invitado oficial de las autoridades de su universidad.
Opino que Peña Nieto y los que no protestaron su visita, también tenían y tienen derecho a proponer y escuchar, como lo tuvieron y tendrán los otros candidatos.
Opino que Peña Nieto debió aguantar vara, con buena cara y mejor voluntad (aunque reconozco que está cabrón para cualquiera en su lugar y circunstancia), e intentar convencerlos de sentarse con él a discutir ideas y argumentos, y hasta atreverse a desafiar sus verdades con las propias.
Y también opino que los chavos también debieron enfrentarlo, y atreverse a discutir en serio ideas y argumentos propios y ajenos.
Opino que las explicaciones de los voceros de la campaña de Peña Nieto, sobre origen, razón y motivos de la protesta, dan pena y decepcionan, por la retórica tradicional del discurso, y por la lógica simplista y maniquea de sus percepciones políticas.
Por último, opino, aunque en realidad lamento, que seguimos eludiendo el debate verdadero de los temas principales de esta elección, con el pretexto facilón de las descalificaciones y acusaciones recíprocas, con la terca ceguera de los proyectos excluyentes, en perjuicio de todos y beneficio de unos cuantos.
Y también opino, aunque en realidad celebro, que los jóvenes mexicanos se decidan a participar de lleno en el debate público de la política, y a manifestar abiertamente sus simpatías y antipatías, sean las que sean.

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