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La organización comunitaria de los indígenas, fundamental para su supervivencia: Montemayor

Tras la Segunda Guerra Mundial hubo presión de organismos internacionales “para preservar los derechos de los indígenas”, lo cual quedó en el Convenio 169 de la OIT, que México ratificó en 1990 y retomó el EZLN en los acuerdos de San Andrés, “pero de nada ha servido”, lamenta el historiador

 Teresa de la Cruz Chilpancingo

La organización comunitaria dentro de las comunidades indígenas, como parte de sus usos y costumbres, ha sido “fundamental” para que éstas hayan “sobrevivido” a situaciones de agresión, despojo, persecución y engaño, expuso ayer el escritor e historiador Carlos Montemayor, en la conferencia magistral Vicio y Virtud de los Usos y Costumbres de los Pueblos Indígenas.

Ante unos 200 asistentes, ente ellos investigadores, historiadores y ex presos políticos, el escritor Carlos Montemayor trató el tema Vicio y Virtud de los Usos y Costumbres de los Pueblos Indígenas, como parte de lo actos que realizan los próximos egresados del Centro de Investigaciones y Postgrado de Estudios Territoriales de la Universidad Autónoma de Guerrero.

Ahí, en el auditorio de los gobernadores del Instituto Guerrerense de la Cultura (IGC), citó que el término usos y costumbres dentro de los pueblos indígenas se refiere a un “conjunto de pequeñas regularidades no escritas, a costumbres de naturaleza obligatoria y que forman las instituciones de estructura regional en múltiples sentidos” mercantil, social.

Luego, indicó el también autor de Guerra en el Paraíso que a esas regularidades no escritas “de los pueblos llamados indígenas no les llamamos sus sistemas normativos o instituciones normativas, o sistemas de derecho, les llamamos sus usos y costumbres”, elementos que en conjunto con cuestiones lingüísticas, demográficas, religiosas, políticas, sociales así como ideológicas “nos impiden ver” a estos pueblos.

Enseguida hizo un recuento histórico sobre la época de la conquista española, de la que señaló: “no sólo confundieron –a los indígenas– con habitantes de la India, llamándolos indios, sino que pusieron en duda su condición humana”.

Mencionó que incluso fue en ese tiempo cuando los pueblos indígenas comenzaron a sufrir los primeros despojos de sus tierras, situación que continuó con los liberales del siglo XIX, con la idea de que así “se lograría el progreso de México, de ahí que muchos pueblos tomaron las armas y defendieron sus tierras”, lucha que se prolongó con el EZLN, “pero sus 10 años no son nada, es el despuntar de un nuevo día”.

Carlos Montemayor expresó que un elemento que surgió ante la falta de reconocimiento de los usos y costumbres es la lengua, “que da identidad propia a los pueblos, de ahí que cuando llegó Cristóbal Colón había 170 lenguas, a finales del siglo XIX habían 110, hoy sólo quedan 62, pero por el proceso de devastación de culturas todo indica que en 20 años no habrá ni 40 pueblos”.

Relató que tras la Segunda Guerra Mundial se originó una “fuerte presión” de organismos internacionales “para preservar los derechos de las comunidades minoritarias de tipo indígena”, cuyas propuestas quedaron plasmadas en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, documento que México ratificó en 1990 y que retomó el EZLN con los acuerdos de San Andrés, “pero de nada ha servido”.

Con las reformas constitucionales en política indígena realizadas en 2002 –según Carlos Montemayor– el Convenio 169 tuvo “un retroceso de más de 50 años porque ahí el término usos y costumbres queda muy estrecho para entender la dinámica cultural de los pueblos” indígenas.

Por ejemplo –dijo– el trabajo comunitario que se lleva a cabo cuando se ejecuta alguna obra social en las comunidades “se vuelve un trabajo obligatorio, solidario, vinculante, pero no es remunerado”.

Indicó que a pesar de que los pueblos presentan “carencias”, “el trabajo comunitario ha sido fundamental para su sobrevivencia”, aunque lamentó que éste “sea aprovechado” por los gobiernos para “ahorrar” dinero que posteriormente utiliza para “pagar a sus familiares o llevarlo a las cuentas bancarias”.

De ahí que señaló que a los usos y costumbres se les debe entender como “instituciones políticas y económicas”, en donde “la distribución de cargos va desde responsabilidades en fiestas religiosas a nombramientos en ramas de administración económicas, políticas, así como de medio ambiente”.

Estas instituciones políticas, de acuerdo con Carlos Montemayor, son “supervisadas por una asamblea comunitaria, la cual se encarga de repartir los cargos” estructurando así un “tipo único” de autoridad en la que sus representantes “van ascendiendo porque demuestran capacidad de organización, responsabilidad y no porque tengan más dinero”.

Con la autoridad comunitaria –dijo– “el pueblo no necesita de partidos políticos, necesita sólo congruencia y respeto a su mecanismo de responsabilidad de autoridades, misma que a través del trabajo comunitario le ha permitido sobrevivir a signos de agresión, despojo, de persecuciones, engaño y dolo”.

En las comunidades no se necesitan partidos políticos, dice el historiador

En las comunidades indígenas “el partido político no se requiere porque las autoridades comunales siguen sus usos y costumbres, pero posiblemente sea necesario cuando la comunidad o el municipio indígena designa a un representante ante autoridades o niveles federales, senadores, diputados”. expresó.

Como ejemplo, refirió la situación jurídica en Oaxaca, “que cuenta con la única Constitución local que ha homologado las designaciones de autoridades tradicionales con los procesos electorales constitucionales”.

De ahí que consideró como un “engaño o artimaña” la idea de que “la autonomía en las comunidades indígenas significa la creación de un estado dentro de otro estado, pues no hay tal, pero la autonomía permitiría un país más justo y más natural”.

Los reclamos sociales “no son vistos por los             derechos humanos”, asegura

En la ronda de preguntas, algunos asistentes, como la ex presa política Alejandra Cárdenas, pidieron su opinión sobre el tema de los derechos humanos dentro de los usos y costumbres, y al respecto Carlos Montemayor cuestionó el porqué la falta de alimentación, vivienda y desempleo en las comunidades indígenas “no se consideran como violación a los derechos humanos”.

Continuó: “¿eso no es la abolición de todos los derechos humanos? la alimentación, que afecta en talla y estatura a más del 60 por ciento de la población infantil indígena, o la falta de vivienda que se presenta con mayor frecuencia en Guerrero y Chiapas”.

Explicó que los derechos humanos surgieron “con la burguesía europea que buscaba reconocimiento e igualdad ante la aristocracia”, incluso “si repasamos un poco, el financiamiento de los organismos de derechos humanos viene de Estados Unidos”.

A ello atribuyó que “los reclamos sociales no sean vistos por los derechos humanos” y “nos asustamos de que haya asambleas comunitarias que determinan la vida de las comunidades, pero no nos aterra que haya una asamblea comunitaria financiera que gobierna el mundo entero y a la que le importa sólo seguir en el mercado” y no el empleo y la alimentación.

Consideró que los derechos humanos “deben ajustarse al contexto de quien pertenezcan” y aseguró que la discusión del tema de derechos indígenas “no es gracias a que los mexicanos hayamos madurado políticamente o hayamos evolucionado socialmente, se debe a la presión de los pueblos indígenas es mayor”.

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