Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Renato Ravelo Lecuona

 Farenheit 9/11

Primera de dos partes  

El tan esperado documental de Michael Moore resulta una crítica arrolladora armada enteramente con información publicada en los Estados Unidos.

Salvo los testimonios orales y documentos exhibidos por los mismos entrevistados, documentos oficiales de uso público que evidencian su deliberada y fraudulenta alteración de la entrior lucha electoral presidencial entre Al Gore y George Bush por la Presidencia, las actuaciones reales de personas involucradas que dramatizan hechos reales superando convincentemente toda ficción, videos filmados y trasmitidos por las cadenas televisivas y registrados en los momentos reales, son el bagaje de este gran reportaje que se acompaña, casi innecesariamente, de montajes y reediciones para satirizar la crítica y muchas veces provocar la risa.

Quienes desde posiciones ultraderechistas califican al documental de mentiroso, tendrían docenas de escenas y denuncias sobre los personajes políticos señalados para demandar al director por difamación con éxito seguro, pero esto no se sabe que haya sucedido. Lo que evidencia que Moore ha hecho un escrupuloso manejo de la información para armar su valiente denuncia. Esas descalificaciones no se conciben más que producidas por algún republicano ofendido haciendo contrapropaganda.

Moore maneja además una inmensa cantidad de registros video y fotográficos y elige rostros de personajes de esta historia para insertarlos con maestría y hacer que adquieran un significado pleno y claro en su relato. La foto fija sacada de diarios impresos, es una de las mejores actrices del reportaje.

Sin embargo lo más grave del asunto es que a pesar de que en Estados Unidos la cinta batió recórds de taquilla, ¡no parecen haber cambiado la tendencia favorable para la reelección de George Bush! según las más recientes noticias sobre las encuestas preferenciales del voto.

El efecto demoledor que podemos suponerle al documental premiado en Cannes, según esta noticia, le faltó fuerza para remover la dura conciencia reaccionaria de la mayoría de los estadunidense y esto es de temer.

El documental de Moore con su radicalidad cuestiona no sólo la imagen de Bush y su gabinete cómplice en la mentira y en los negocios petroleros si no que también pone en duda la credibilidad de todo el sistema político estadunidense, en su esencia de instrumento cínico del gran capital y la autosastisfacción de una próspera burguesía “postindustrial” cada vez más rica y distante de la población mundial.

Cuestionar esto es en efecto, un hueso muy duro de roer y no basta para ello un solo documental.

Esa conciencia dura, fanática, temerosa, elemental o fascista de esa mayoría de ciudadanos estadunidenses inmersos y ciegos en el mundo de su alienación, que actualmente podrán votar por Bush, requiere un fracaso mas estrepitoso y horrendo que su criminal guerra en Vietnam para caer en cuenta de su irracionalidad.

Después de Vietnam no se creía en la posibilidad de un Irak y ahí está. Quizá esta conciencia está endurecida porque ahora se sintió atacada por el terrorismo el 11 de septiembre de hace tres años.

Cambios súbitos como la opinión de los españoles, con menos evidencias pero también por motivos mas patéticos como el atentado terrorista de Madrid, que al ser malversados por Aznar para dirigirlos contras el ETA, se expresaron de inmediato en la votación que lo derrocó electoralmente. ¿Pero el ciudadano estadunidense qué espera para percatarse de la criminal política genocida de su país tras la que se encubren bajos intereses petroleros y negocios de capital?

Quizá porque el documental, que obviamente vieron o lo pudieron hacer todos los norteamericanos, se centra más en la imagen de Bush y ridiculiza su gabinete en un tono irónico y, además, en tiempos electorales, lo cual hace pasar a segundo plano de interés en el espectador, pese a que muestra con claridad su articulación, el sistema claramente dominado por los intereses desnudos del capital.

Así el filme queda reducido coyunturalmente a material de propaganda electoral, material que no cala en actitudes, fidelidades y concepciones forjadas décadas atrás por todo el sistema ideológico y cultural dominante, por ejemplo, como las del priísmo mexicano que aún pude ganar gubernaturas.

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