Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Salazar Adame

El pensamiento social de José María Morelos y Pavón 1

La conmemoración del 191 aniversario de la instalación del Primer Congreso de Anáhuac y la proclamación de Los Sentimiento de la nación más que el cumplido repaso a la lección cívica, ahora promovida por la 57 Legislatura del H. Congreso del Estado de Guerrero y el Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, arrojan nuevamente a los cuatro vientos del mundo el pensamiento social del generalísimo José María Morelos y Pavón.

Precisamente porque el acontecimiento más importante del proceso histórico de la Independencia Nacional no ocurrió en los campos de batalla ni en las cancillerías, sino en las mentes visionarias de Hidalgo y Morelos que van a transformar a la Nueva España en lo que va a ser la República Mexicana.

Ese acontecimiento es la expedición de Los Sentimientos de la nación por José María Morelos y Pavón, pues entre sus 23 postulados se halla la esencia del respeto por los derechos humanos, la defensa de la soberanía popular y el establecimiento del estado de derecho en el que va a descansar el constitucionalismo mexicano.

El humilde cura de Carácuaro y Necupétaro adquirió así un dominio de alcance superior sobre su adversario: el imperio español, pues a pesar del martirio al que fue sometido Morelos por la degradación sacerdotal llevada a cabo por los tribunales de la inquisición, éste trasciende su tiempo y llega hasta nosotros como estadista, legislador y genio de la guerra.

El cambio de estatuto jurídico dependiente y colonial a uno libre y soberano proclamado en Los Sentimientos de la nación, constituye para la historia de México un cambio de importancia tal, que equivale a un salto cualitativo, a una mutación de pueblo sometido y subyugado, a una nación soberana con división de poderes, con un gobierno propio que luchó desde un principio por la justicia, la libertad y la paz.

En la prudente navegación costanera por los mares del tiempo no buscamos en Los Sentimientos de la nación la verdad documentaria, sino las enseñanzas del hecho fundador por la decisión de Morelos de luchar por una patria libre y nueva, pues el 12 de abril de 1813 con la toma de Acapulco, el caudillo del Sur expresó que “…La nación quiere que el gobierno recaiga en los criollos, y como no se le ha querido oír, ha tomado las armas para hacerse entender y obedecer”.

Después de la epopeya de Morelos, pues cubre con su espada el vasto territorio de las provincias del Sur, en 1811 había decretado la creación de la Provincia de Tecpan para que el movimiento insurgente formara su propio gobierno, desde entonces ya nada fue igual. Acude a Chilpancingo, aquí la guerra parece detenerse, y establece el Congreso Nacional, que ha pasado a la historia como el Primer Congreso de Anáhuac, de ésta asamblea deliberativa va a nacer la nación moderna y todo el México contemporáneo.

El genio de la insurgencia el 13 de septiembre de 1813 elevó a rango de ciudad a la villa de Chilpancingo con el nombre de Nuestra Señora de la Asunción y al día siguiente, el 14, instaló el Congreso representado por Ignacio López Rayón, por Guadalajara; José Sixto Berdusco por Michoacán; José María Liceaga, por Guanajuato; Andrés Quintana Roo, por Puebla; Carlos María de Bustamante, por México; José María Cos, por Veracruz; José María Murguía y Guillardi por, Oaxaca; José Manuel de Herrera, por Tecpan; en calidad de secretarios: Cornelio Ortíz de Zárate y Carlos Enríquez del Castillo.

El Congreso tuvo por objeto sentar las bases jurídicas del movimiento insurgente y en su seno se declaró a México independiente de España; Morelos fue designado encargado del Poder Ejecutivo, nombramiento que rehusó inicialmente pero que se vio obligado a aceptar y condescender no sin antes dejar claramente asentado que no se le llamase con el título de Alteza como habían aprobado los legisladores, sino que modestamente prefirió el de Siervo de la nación.

El ideario social de Morelos ya había sido expresado en ocasiones anteriores; en una proclama lanzada en 1812 había dicho: “Ya no hay España, porque el francés está apoderado de ella; ya no hay Fernando VII porque o él quiso ir a su Casa de Borbón a Francia, y entonces no estamos obligados a reconocerlo, o lo llevaron a la fuerza, y entonces no existe”. Tal fue la ilusión de los enciclopedistas franceses que a través de la filosofía rompieron las cadenas y sacudieron el yugo de la autoridad divina.

En un bando expedido a principios de 1813 decía que por ausencia y cautividad de Fernando VII, el gobierno había recaído en la nación mexicana, la que había instalado una junta de individuos naturales en la que residía el ejercicio de la soberanía. En lo relativo a materia social, Morelos abolió las castas y substituyó el término criollo por el de americano; suprimió los tributos y declaró que todos disfrutarían de las mismas prerrogativas legales.

Al iniciarse las labores del Congreso de Anáhuac, Morelos dio a conocer cuáles eran sus deseos para la organización de un gobierno. Pidió la religión católica, apostólica, romana, como la única en el estado sin permitir el ejercicio de ninguna otra; la supresión de las obvenciones parroquiales, para que así el pueblo pagase lo que quisiese; indicó que la soberanía dimana del pueblo, que ninguna nación tiene derecho de impedir a otra su libre ejercicio y que es el pueblo mismo quien la deposita en tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

La visión de Morelos se extiende no sólo a los confines nacionales, sino al mundo contemporáneo porque en otros puntos expuso la necesidad de moderar la opulencia y disminuir la miseria otorgando mayores jornales; proscribió la esclavitud, la distinción de castas y la desigualdad. Declaró que los puertos estarían francos con objeto de expeditar el tráfico internacional; asimismo, la propiedad privada sería respetada suprimiéndose los diversos impuestos existentes a cambio de un impuesto único basado en las ganancias obtenidas.

Los puntos de Morelos dados a conocer en el seno del Congreso de Anáhuac fueron expuestos como Sentimientos de la nación porque precisamente el prócer insurgente si aprendió los caminos polvorientos de la arriería fue para salir a encontrarse con la tierra y escuchar las angustias de su pueblo.

Después de que el Congreso declaró la Independencia de México, los miembros del gobierno recién elegido se vieron obligados a iniciar su largo peregrinar por diversos lugares de los actuales estados de Guerrero, Michoacán y Puebla; la lucha contra los insurgentes se tornaba cada día más cruel y despiadada.

Días después en Tlacotepec, el Congreso decidió asumir el Poder Ejecutivo; Morelos no interpuso la menor objeción y simplemente como uno de sus miembros, siguió al Congreso a los diversos lugares a donde por necesidades de la campaña tenía que trasladarse, y él, hombre de ideas políticas, de luchas libertarias, con él

la acción y la proyección se cerraban porque a partir del Congreso parece tirar de un fardo que lo inmoviliza.

Fue hasta el día 22 de octubre de 1814 después de andar a salto de mata cuando luego de vencer muchas vicisitudes se logró finalmente en la ciudad de Apatzingán, Michoacán, la promulgación y juramento del nuevo código político que se convirtió en Constitución en la fecha señalada.

Morelos actuando con gran visión comprendió la necesidad de que el movimiento insurgente tuviese un gobierno que fuese respetado y obedecido; que adquiriera prestigio que traspusiera las fronteras patrias. Así se significó no únicamente como gran conductor de hombres sino también como uno de los más brillantes estadistas del Continente Americano.

Los ideales del Rayo del Sur recogidos en Los Sentimientos de la nación son un monumento imperecedero para las generaciones de mexicanos que en este momento que nos ha tocado vivir debieran asumir para conducir los destinos nacionales por la senda de la tolerancia, el respeto por la diferencia, y sobre todo anteponer los intereses superiores del país a los de grupo o partido sean del signo y color que fueren para conducir a México por derroteros alejados de la confrontación y el odio que sólo conducen al retroceso y al estancamiento social, económico, político y cultural, y se aleja del humanismo que cual inestimable tesoro nos legara el caudillo suriano.

Este mundo globalizado se caracteriza porque nunca antes habían sido más rápidas las comunicaciones, más estrechas las relaciones y la solidaridad de los hombres, pero también nunca antes habían sido más profundas sus divisiones, más enconados sus odios, más irremediable el estancamiento social.

Parafraseando al escritor Francisco de Icaza diremos del gran Morelos que sus dichas y sus desdichas son las de los suyos, las de su tiempo y las de su patria. A 191 años de distancia de la proclamación de Los Sentimientos de la nación, Morelos sigue en marcha, ¡nosotros sigamos su ejemplo!

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1 Texto leído en el foro “Los Sentimientos de la Nación”, convocado por el Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri del H. Congreso del Estado. Chilpancingo, septiembre 10 de 2004.

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