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Cuauhtémoc Sandoval Ramírez

Martín Torrijos, presidente de Panamá

Para Amalia García, que asume como nueva gobernadora del estado de Zacatecas el domingo 12 de septiembre.

Este primero de septiembre tomó posesión el nuevo presidente de Panamá, Martín Torrijos Espino, hijo del legendario General Omar Torrijos, en una ceremonia austera, republicana, con enérgicos y claros pronunciamientos sobre el país hecho trizas que recibió y los enormes retos que enfrentará el nuevo gobierno y el Partido Revolucionario Democrático (PRD), como partido gobernante.

No se trata solamente de un relevo generacional, tomando en cuenta los 41 años del nuevo gobernante panameño, sino también un relevo en muchos sentidos. En primer lugar, accede al gobierno en forma democrática y pacífica, con casi el 50 por ciento del electorado, con una gran legitimidad, lo que marca una clara distancia de la época de los gobiernos militares, sobre todo el del general Manuel Noriega que junto con la invasión estadunidense de diciembre de 1989, representa una página negra de la historia moderna de Panamá.

Su mensaje de toma de posesión, en la que tuve oportunidad de estar presente, representa al mismo tiempo un claro posicionamiento de temas claves heredados al nuevo gobierno: la corrupción, el desempleo, la inseguridad, el saqueo de las arcas gubernamentales, y por si fuera poco, el indulto concedido por la presidenta saliente Mireya Moscoso a cuatro terroristas cubanos, con largo historial delictivo, que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba.

Siendo el tema del indulto el más candente, por haber ocurrido unos días antes de su toma de posesión, era inevitable una postura del nuevo gobierno. Martín Torrijos, con la mirada puesta en Colin Powell, secretario de Estado de Estados Unidos, que representó al gobierno de Bush en esta ceremonia, dijo claramente: “Para mí no hay dos clases de terrorismo: uno que se condena y otro que se perdona. El terrorismo hay que combatirlo no importa cuál sea su origen”.

De inmediato, Martín Torrijos envió delegaciones a Cuba, para reestablecer relaciones diplomáticas y a Venezuela, para normalizarlas. Los dirigentes panameños que claramente condenaron el indulto no entendían la posición cubana que hablaba de una “ruptura indefinida” de las relaciones entre Cuba y Panamá, ya que ellos no tuvieron ninguna vela en el entierro, y claramente se deslindaron de este vergonzoso hecho.

La proyectada ampliación del Canal de Panamá, necesaria a un siglo de su funcionamiento para dar cabida a buques de gran calado y que se realizaría con inversión japonesa, china y brasileña, fue uno de los temas centrales abordados por el nuevo mandatario panameño.

Para decidir la ampliación propuso un referéndum para que el pueblo panameño decida el futuro de estos proyectos, que tendría muchos beneficios para la economía de ese país istmeño y, al mismo tiempo, representaría la inundación de algunas zonas agrícolas, cuyos campesinos de inmediato se movilizaron el mismo día de la toma de posesión diciendo “no al surgimiento de lagos y embalses” que taparían sus tierras.

Otro tema candente que abordó Martín Torrijos fue el del seguro social, que hoy es un tema común en América Latina y que ha detonado con toda su fuerza en México. De entrada asumió el compromiso de no privatizarlo, y al mismo tiempo hacerlo viable para beneficio de los panameños. Sin embargo, el economista Guillermo Chapman, asesor presidencial en declaraciones al periódico La Prensa delineó puntos que contradicen la postura gubernamental.

El de las pensiones y de la seguridad social es un tema heredado que causará dolores e cabeza al nuevo gobierno, ya que los sindicatos que se han movilizado en estos últimos tiempos no están dispuestos a hacer ninguna concesión en este terreno. Asimismo, la inflada nómina estatal que creció en más de un 20 por ciento en el gobierno de Mireya Moscoso, la cuál deberá ser reducida drásticamente, enfrentará problemas ya que el desempleo, sobre todo entre los jóvenes, alcanza cifras elevadas.

El mensaje de toma de posesión de Martín Torrijos es un ciclón de aire fresco, tanto para los panameños como para los latinoamericanos, ya que representa posiciones firmes y puntuales sobre los temas nacionales e internacionales. Es algo que queríamos escuchar los latinoamericanos que estamos buscando nuevos caminos y vías y que no queremos defraudar las esperanzas de nuestros pueblos.

Es claro que el carácter pluriclasista del Partido Revolucionario Democrático de Panamá que se ha reflejado en la integración del nuevo gabinete, enfrentará dificultades a la hora de tomar decisiones fundamentales. Al interior del nuevo gobierno conviven personajes de izquierda y surgidas del movimiento popular como la ex diputada Balbina Herrera, ministra de Vivienda, así como personajes del pensamiento neoliberal como el nuevo Ministro de Relaciones Exteriores, Samuel Lewis Navarro y los del gabinete económico.

En Panamá se han abierto las grandes alamedas, parafraseando al presidente Salvador Allende, donde el pueblo y los sectores progresistas de Panamá tendrán la palabra y la iniciativa, muchas veces secuestrada por los militares y posteriormente por la invasión norteamericana. El gobierno de Martín Torrijos se une a los gobiernos progresistas que hoy existen en América Latina, en Brasil, Argentina, Chile y Venezuela. Bienvenido el cambio.

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