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Jaime Salazar Adame

Rally de la beca al despeñadero  

Como un auténtico rally calificamos al evento en el que l@s trabajador@s universitari@s que gustan de los desafíos de la velocidad y la adrenalina lograron el dominio de reunir aproximadamente en dos semanas laborables un expediente capaz de operar el nuevo modelo académico de la Universidad Autónoma de Guerrero, al límite del que los trabajadores pueden llegar sin tronar del todo porque se trató de probar estabilidad, dominio y pericia posibles para no perder tiempo y puntos con los contratiempos a los que se enfrentaron.

El reto de desafiar las leyes de la gravedad, de la concentración total, para lograr hacer el mejor tiempo de quienes sueñan con subir cada nivel no piensan más que en ser los más rápidos para llegar a los nueve peldaños y por eso queremos compartir cómo es lo que se vive y se siente al correr el rally de la beca al despeñadero académico 2004-2005, el más rápido que jamás se había corrido, por ello, ojalá que imaginen conmigo el escenario uagiano desde que empieza ese rally, a partir de una salida espectacular.

Un día previo al período vacacional, cuando ya están las maletas listas para salir disparados de la rutina, aunque sea a la playa más cercana o la visita del familiar más visto, el ánimo se te apaga por la noticia de que el rally de tu propia sobrevivencia salarial ya se anuncia, y hay que quedarse a trabajar además, en los programas institucionales motor de los rallies.

Si quieres estar en forma para calificar en permanencia sólo un 10 por ciento te contará, en dedicación el puntaje es un 20 por ciento y en calidad la valoración se estira hasta un 70 por ciento. No obstante esa estrategia de contención emocional al reventar mentalmente los planes vacacionales porque la mayoría se pone tensa y empieza a pensar en el plan de ruta que seguirá para no quedar fuera del rally que arrancaría nomás fuese inaugurado el año escolar por las autoridades educativas.

Regresas de “vacaciones” el mero día del rally y te levantas temprano, desayunas ligero, sólo café o té y fruta y empezamos a hacer los reconocimientos de la ruta: donde quedan los puestos de validar documentos ya validados por la SEP, fotocopiar actas de múltiples reuniones de academia, peregrinar por todas y cada una de las dependencias que organizaron eventos académicos para recoger constancias que nunca fueron entregadas justo al final de cada evento.

Poner la computadora a punto y sobre todo hacer la libreta de la ruta, aquí la concentración es completa no te puedes equivocar en medir una curva, una recta, un salto, el piso mojado o no, tratar de llegar al límite de velocidad sin tener el riesgo de un accidente, es decir, tienes que traducir cuidadosamente el tabulador de la competencia, pues hay triangulaciones burocráticas muy pensadas y entregar trabajos de propiedad intelectual aún sin publicar ¿para saber qué fin van a tener?

Ahora debes apuntar con tu navegante y comentar los detalles de sí está bien el pedir en forma retrospectiva invitaciones muy formales para dictar conferencias dadas un año antes o el valorar la divulgación de la cultural mediante la escritura periodística a sólo 0.1 puntos por artículo, el pedir que escribas y publiques sólo lo que tiene relación con tus líneas de investigación registradas y financiadas ¡y la cantada curricula flexible así como la creatividad donde se ubican! Todo esto ya es difícil y agotador, sólo queda admirar el sombrío panorama de la ciudad: basura, baches, alcantarillas sin rejas, banquetas carcomidas, autoridades indolentes.

Por fin llega la salida en el centro del edificio de la Rectoría con centenas de competidores y con un aliciente del factor permanencia que no es otra cosa que la experiencia docente acumulada –no podría ser de otra manera– que es otro saber que lamentablemente no puede ser heredado y sin embargo está infravalorada pues lo mismo cuenta para profesores con 10 años de antigüedad que para los que tienen arriba de 11 hasta llegar a los 30 y más años.

A la semana del arranque era de desearse que el auto no se rompiera y que aguantara la caja o el motor que es lo más importante, y empiezas a pensar en tantas cosas como un accidente, que no diese tiempo de entregar el expediente completo y entonces tratas de que tu cerebro dibuje todas las curvas que se te pueden presentar frente a ti, o sea las dependencias y personas a las que tienes que entrevistar para que te expidan y firmen una constancia, algunos te miran con recelo como si lo que pides es alguna dádiva y no algo ganado a pulso, es como mendigar papeles.

Sigues adelante, buscas a los organizadores, te cercioras del número de etapas, de la distancia total, del tipo de superficie, la primera junta de comisarios –que no se hace por cierto– en fin no hay manera de apartar lugar sino de inscribirse con el expediente en la mano y de allí a la segunda etapa que es la evaluación, la tercera etapa es la de resultados para las impugnaciones y la última y más complicada: la de los pagos difíciles que es cuando el cerebro estalla de la adrenalina y la concentración porque cuando paras solo quieres saber cuántos niveles hiciste y pensar que nunca puedes disponer de un recurso que sólo Dios y el rector saben cuándo se pagará.

Porque este rally es de los más sofisticados con una serie de candados que todo indica que más que de estimular se trata de inhibir la participación para dejar que los dineros fluyan por otros lares, así como para endosar a los cuates. Por eso se afirma que esta competencia es para campeones y para pilotos de mucha experiencia pues el ritmo exigido es la locura hecha presión.

Muchos accidentes de competidores que de reojo logras mirar los carros volteados o en el precipicio y que tu tienes que ir cada vez más veloz si quieres acercárteles y no puedes más que pensar en la próxima convocatoria y meter todo el acelerador, aunque vas prácticamente a ciegas, ya que es tan rápido que las rectas a 250 kilómetros parecen curvas que no da tiempo de mirarlas pues las reglas cambian cada año y sólo estando muy concentrado logras salir pero con tu estado de salud en el despeñadero no en el desempeño.

Cada competidor piensa salir adelante en el tabulador, aunque esta compensación de minisalarios debería formar parte de los sueldos, se aplica como una competencia ya no entre diferentes personas sino perversamente se atenta contra uno mismo. Cada cual es su propio competidor. Tal vez llegar al podium se exprese en cantidad de trabajo, esfuerzo y sacrificio que se observa en las puntuaciones que se obtienen sólo para comprobar que se trata de compañeros que nunca han corrido juntos y constatar que nunca hemos corrido juntos porque la esencia del programa de becas al desempeño académico es la exaltación del individualismo, que es decir del neoliberalismo.

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