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Pérdidas y derroche desde el principio

Finos muebles de EU e Italia para el despacho de Carmen Romano, aumento de 100 por ciento al presupuesto y la primera gran remodelación

A tres meses de haberse iniciado la construcción del Convenciones, el 13 de abril de 1976, el presidente José López Portillo hizo la primera supervisión de los trabajos, y aunque ya estaban separados se hizo acompañar de su esposa Carmen Romano a quien, por facultad administrativa, le correspondía el cargo de presidenta del comité del consejo administrativo del nuevo lugar.

El episodio lo recuerda el ingeniero José Beltrán, a quien, como encargado entonces del área técnica, le tocó hacer el recorrido con López Portillo y Carmen Romano. Destaca que en cuanto llegó, Romano tomó posesión de las oficinas destinadas a su nuevo cargo, y mandó traer de Estados Unidos mobiliario “acorde a sus necesidades”, como una enorme sala de caoba y una silla de piel importada de Italia, con el fin de instalarse “como era debido”.

Al año siguiente, en 1977, la señora Romano se convirtió en presidenta del Comité Técnico del Fideicomiso del Centro de Espectáculos, Convenciones y Exposiciones de Acapulco, creado por decreto presidencial el 28 de junio de 1977, dándole un nuevo nombre al centro al que se le añadía la función de presentar espectáculos.

Con este fin, Carmen Romano solicitó un aumento de 100 por ciento al presupuesto y, a menos de un año de inaugurado, emprendió la remodelación total del lugar auxiliada por el creador de la Reseña Mundial de Cine, Giaccomo Barabino, con la cual se instalarían bares, restaurantes, cafés, cine, discoteca y diversos salones en los que se presentarían shows internacionales.

Gustavo León, entonces trabajador de mantenimiento del Centro, hoy jefe de esa área, señala que aunque la actividad y la afluencia de turistas aumentó en los primeros años de operaciones, durante ese periodo se manejaron pérdidas absorbidas por el subsidio federal. Sin embargo, el Centro de Convenciones se consolidó rápidamente como una atracción turística que “logró renovar la desgastada imagen del puerto a finales de los setenta”.

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