Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Llegaron a Ayotzinapa para ser maestros y enseñar a los niños; están desaparecidos

Cada año marchan y protestan para exigir la matrícula del siguiente ciclo escolar y garantizar a la siguiente generación, ante la amenaza del Estado por desaparecer las normales rurales

 

Lourdes Chávez

Tixtla

Martín Getsemany Sánchez García tuvo la oportunidad de estudiar en otra escuela, en otra ciudad, pero quiere ser maestro de primaria, y solamente la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa ofrece esta licenciatura.
Solicitó su ingreso este año escolar, es uno de los 43 alumnos detenidos por la Policía Municipal de Iguala y se desconoce su paradero desde los ataques a balazos a estudiantes y civiles la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre.
Fuentes que participaron en un círculo de estudio la mañana del viernes 26, con alumnos de primero C, sobre ¿por qué los jóvenes decidieron ser maestros?, recordaron que él dijo que “quería ser importante”, cuando se le preguntó si recordaba a algún docente importante en su vida, luego de pensarlo un poco, declaró que no.
Incluso, señaló que los maestros de primaria dividían a los estudiantes entre buenos y malos; los primeros, los obedientes, y los segundos, los más atrasados, “yo no quiero ser así”.
A 15 días de su desaparición forzada, una de las fuentes destacó que fue raro que Martín, originario de Zumpango, se haya interesado en entrar a Ayotzinapa, pues casi no hay de esa cabecera municipal; incluso opinaron que en esa población se ha criminalizado a los normalistas de Ayotzinapa por sus acciones de lucha.
Cada año, los alumnos de la normal rural marchan y protestan para exigir la matrícula escolar del siguiente año escolar, y garantizar a la siguiente generación, ante las amenaza del Estado por desaparecer el normalismo rural; también exigen plazas para los egresados, entre otras demandas educativas y políticas.
Sus familiares, unas 40 personas que se identifican como Los Sánchez, se están manifestando activamente en las marchas por su presentación con vida.
De Tixtla, Jorge Álvarez Nava (otro de los desaparecidos), reconoció que “no había de otra”, pues en esta escuela recibe comida y dormitorio, que no podrían solventar su familia.
Es originario de La Palma, del municipio de Juan R. Escudero (Tierra Colorada), se le describió como “un niño muy tranquilo, con ojos de sueño, noble”.
Por su cabello “rebelde”, desde niño usó el pelo casi a rape, y para sus conocidos y amigos no fue raro verlo pelón, como andan todos los alumnos de primer grado en la normal rural.
“¿Por qué aquí?”, se le preguntó en la reunión. Reconoció que no tenía condiciones para ir a otra escuela, aunque no estaba muy convencido de su vocación, “ya estoy aquí, y le voy echar muchas ganas”.
Jhosivani Guerrero de la Cruz, de Omeapa, municipio de Tixtla, tampoco estaba convencido, pero sorprendió a sus compañeros cuando dijo que estaba leyendo La Metamorfosis, de Franz Kafka, y leyó La lucha de clases, de Carlos Marx.
Compartió con quienes participaron en la mesa de diálogo que en su familia hay montadores de toros en rodeos, y se comprometió de jinete en el siguiente jaripeo que se organizara en la normal.
Un amigo de José Ángel Campos Cantor, el estudiante de primer grado de 33 años de edad, que tiene esposa y dos hijas en Tixtla, la menor de tres meses de nacida, recordó que él dijo sobre la carrera: “yo quiero enseñar a los niños”.
Cuando se le pidió profundizar, añadió “también quiero estudiar, si en su momento no le puse atención al estudio, ahora lo quiero hacer”, y recibió el respaldo de su familia. Añadieron que desde niño lo llamaban La Tripa, porque era gordo; su oficio es albañil.
A la reunión también asistió Adán Abraján de la Cruz, tixtleco de 27 años de edad, casado, con dos niñas de siete y tres años.
Así como Jorge Aníbal Cruz Mendoza, un joven de 18 años, vecino del barrio de El Santuario en Tixtla, que siempre expresó su deseo de estudiar en la Normal Rural, y recordaron que su hermano menor reveló en una plática familiar su interés de estudiar en esta escuela, “el quería estudiar en Ayotzi, porque le gusta andar en las marchas”, dijo en tono de broma.
Luego, el grupo de primer grado fue llamado a poner una losa de cemento en el estacionamiento, y por la tarde, fueron a pedir cooperaciones para los movimientos estudiantiles, en Iguala.

468 ad