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Marchan en Apango para exigir el regreso con vida de los 43 normalistas desaparecidos

*Con unos 500 participantes, es la manifestación más grande que recuerdan, dicen los pobladores. Demandan al alcalde José Guadalupe Rivera una postura sobre la desaparición de Miguel Ángel Mendoza Zacarías, estudiante de Ayotzinapa originario de Mártir de CuilapaJacob Morales Antonio

Apango

Familiares, amigos y pobladores del municipio de Apango (Mártir de Cuilapa) con una marcha, la más grande que recuerdan los pobladores, demandaron el regreso con vida del estudiante Miguel Ángel Mendoza Zacarías, detenido-desaparecido junto a 42 de sus compañeros por policías la noche del 26 de septiembre en Iguala.
El Miclo, como lo conocían en el pueblo, era peluquero, a sus 32 años y tras no poder continuar sus estudios de medicina en la Universidad Autónoma Latinoamericana Caribeña de Ciencias y Artes (UALCCA) porque el gobierno no avaló los planes de estudio, optó por inscribirse en la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa para ser maestro, otra de sus pasiones.
Ayer unas 500 personas marcharon de la unidad deportiva del municipio. ubicada a las afueras del poblado, al zócalo. Frente al Palacio Municipal realizaron un mitin, ahí los maestros egresados de la normal que convocaron la marcha en apoyo a los desparecidos, exigieron al presidente municipal José Guadalupe Rivera Ocampo una postura sobre la desaparición del normalista originario del población.
Al frente del contingente los familiares de Miguel Ángel, su mamá, papá y dos hermanos acompañaban la protesta que, de acuerdo a los lugareños, era una de las más grandes que recuerdan.
Sin nubes, un viento refrescante y un sol que lastimaba la vista, fue el clima que acompañó la marcha al mediodía de ayer. El contingente pasó por las pintorescas casas de los pobladores que fueron decorados días antes, del 17 de julio del 2013, porque ahí Enrique Peña Nieto inauguró la Cruzada Nacional Contra el Hambre.
La presencia de niños y adolescentes en la marcha fue notable, todos eran afianzados y fieles clientes de El Miclo, quienes esperaban los sábados y domingos para que les cortara el pelo, todos en una sola voz exclamaron “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” y “Ayotzi no estás solo”, además de pancartas en repudio a los hechos “¿Guerrero cumple?, matando estudiantes. ¡Fuera Aguirre!”, “No solo son muertos, son sueños rotos e ilusiones, entiéndalo gobierno inepto”, y “Ayotzi somos todos, Apango exige justicia”.
Pobladores que veían pasar la marcha en las estrechas calles de la cabecera municipal se sumaron al contingente que llegó al zócalo, frente al Palacio Municipal realizaron un mitin. Uno de los oradores llamó al gobierno a no incriminar a la delincuencia organizada en la matanza de Iguala, reiteró que fueron los policías quienes detuvieron y desaparecieron a los estudiantes. Exhortó al gobierno federal y estatal a no tratar de cambiar el cause de las investigaciones.
Uno de los estudiantes egresados que tomó la palabra expresó que la criminalización y satanización ha dado pie al odio y resentimiento de la población a los estudiantes normalistas que son hijos de campesinos e indígenas que quieren dar educación en los lugares marginados, allá en las montañas donde las carencias son parte de la vida.
Tras el mitin, los asistentes entonaron el himno Venceremos y reiteraron que “vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Además, colocaron las pancartas que llevaban en la macha en las puertas de sus hogares en demanda de justicia y apoyo.

Tenía ganas de superarse por eso regresó a la escuela

Sus padres, Margarita Zacarías Rodríguez y Estanislao Mendoza, se negaron hablar de su hijo en pasado porque afirmaron que aún se encuentra vivo, “uno como padre siente y nosotros sabemos que él sigue vivo”.
Doña Margarita lo recuerda como un buen muchacho, adorado, tranquilo y querido por los pobladores, era soltero y le gustaba jugar basquetbol, además desde hace ocho años inició a cortar el pelo luego de tomar un curso en la iglesia del poblado.
La señora recordó que una semana antes del ataque donde desapareció su hijo, fue a su casa para cortar el cabello y obtener algo de dinero que sería utilizado para la compra de material didáctico que necesitaba en la escuela.
Contó que sólo trabajó el domingo porque el sábado se fue la luz, ella le dio 200 pesos para a completar los 400 que necesitaba su hijo. Antes de estudiar en la normal rural, Miguel Ángel buscó alternativas en las normales de Chilpancingo e Iguala pero fue en Ayotzinapa donde fue admitido, “el tenía ganas de superarse por eso regresó a la escuela”, dijo la mamá.
De su apodo su papá dijo que de pequeño se fracturó el pie derecho y le fue colocada una placa y desde entonces le dicen El Miclo. El padre de Miguel Ángel, que ésta temporada cosechará el maíz sin la ayuda de su hijo, con la mirada en el horizonte y sollozos espera volver abrazarlo. Mientras su madre que desde hace 14 años se dedica a la venta de atole, espera que su hijo vuelva a probar el sabor de casa.

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