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Abelardo Martín M.

Ni los veo ni los oigo

De una o de otra forma, son varios los políticos o funcionarios de gobierno que ante la realidad de la sociedad y la ingobernabilidad adoptan la actitud de la avestruz de ocultar la cabeza, o dicho de otra forma tener sordera ante el clamor y ceguera ante los acontecimientos, por más que haya voces que lo griten, o escritos e imágenes que insistan en el agravamiento de la situación.
Lo que le ocurre al gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero es más común de lo que parece. No es el único funcionario que intenta minimizar los hechos y hacer como que no pasa nada, salvo por las narraciones desgarradoras, trágicas y muy aleccionadoras de todos los cercanos que hablan de sus familiares o amigos desaparecidos de quienes a 17 días de que se los llevaron no se sabe que les pasó.
A la vista está el fracaso del gobierno para enfrentar los problemas que ya se vivían desde el momento mismo en que tomó posesión de la administración pública.
Renuncie o permanezca en el cargo es irrelevante. En una situación a todas luces menos compleja que la actual, el gobierno no pudo. No tendría porqué creerse que, frente a una crisis agravada, agrandada y multiplicada, ahora sí va a salir victorioso y resolverá los graves problemas.
A muchos gobernantes les ocurre esto, que como a Vicente Fox en su sexenio, albergan la fantasía de que por su sola intención los problemas se solucionan. La realidad no es así. El primer presidente no priista no fue capaz de resolver en 15 minutos el conflicto zapatista en Chiapas ni en todos los lugares donde se manifestó. Tampoco resolvió el desempleo, ni impulsó la economía. Dejó su sexenio peor de como lo recibió. A Felipe Calderón, su compañero de partido, le pasó lo mismo. Legó un país sumido en la violencia y en una guerra que no logra terminarse aún.
Quizá a Aguirre Rivero también le ocurrió lo que a aquellos, quienes creyeron que con sólo desearlo los problemas se resuelven y, le ganó el tiempo… Ahora se ha dado otro frentazo con la realidad, como siempre ocurre a quienes les gana la soberbia.
La mayoría cree que el estado que gobierna está hecho un desastre. El crimen y la delincuencia organizada cabalgan impunemente por todo Guerrero y el (des) gobernador reacciona y da la impresión de que se da el lujo de entorpecer la investigación sobre los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, y el encuentro de cadáveres en fosas clandestinas en las cercanías de Iguala.
Su real o aparente enfrentamiento o contradicción con el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, respecto a la identidad de los cadáveres de las fosas halladas que, hasta ahora no existen elementos para confirmar o descartar que los cuerpos encontrados en Iguala sean de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, desaparecidos desde el 26 de septiembre.
El titular de la PGR se reunió en Chilpancingo con familiares de los normalistas desaparecidos y el presidente interino de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Guerrero (Codehum); ahí les dijo que no se tienen elementos para determinar la identidad de los cuerpos rescatados de las fosas clandestinas ubicadas en diferentes puntos de Iguala.
“En este momento, los 43 están desaparecidos”, dijo. Y agregó: “Yo les puedo decir claramente, porque acabo de consultar, que no se han terminado las pruebas y por lo tanto no puedo dar mayor información. No sé en qué se base (el Gobernador), yo cuando les dé información será porque tengo la certeza de que así fue, y además coordinado con los padres de familia que ya son coadyuvantes”.
Sin embargo, el funcionario federal dijo desconocer cómo se habían obtenido estos datos y sostuvo que dará información oficial sobre el tema hasta que concluyan los estudios periciales correspondientes.
Aunque Ángel Aguirre ya había asegurado que algunos de los cuerpos encontrados en las fosas de iguala no eran de los estudiantes normalistas desaparecidos, el procurador general de la República Jesús Murillo Karam aclaró que aún no es posible identificarlos.
Las pruebas periciales de los restos humanos encontrados en nueve fosas descubiertas en Iguala no han concluido, por lo que no se puede confirmar ni desmentir lo dicho por el gobernador.
Lo ocurrido en Guerrero ha desencadenado una irritación, zozobra y miedo nacional e internacional, no tanto porque la violencia en los otros estados del país sea inferior, sino por el grave perjuicio que ha ocasionado al proyecto nacional que encabeza el presidente Enrique Peña Nieto, quien ha tenido que tomar cartas y acciones en el asunto.
México está en boca del mundo, desafortunadamente de la peor manera posible por los hechos de Ayotzinapa, que han regresado al país a los peores momentos del (des) gobierno anterior que encabezó Felipe Calderón y que no pueden, por ningún motivo, repetirse.

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