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Resguardan más de 400 policías antimotines el Palacio de Gobierno tras el incendio

*Se dividen las opiniones a favor y en contra de los estudiantes de Ayotzinapa entre los burócratas y los uniformados

Redacción

Chilpancingo

Ayer en la mañana el humo aún salía del edificio Tierra Caliente del Palacio de Gobierno, en la planta baja, todo se redujo a cenizas y el lugar fue convertido en un búnker con más de 400 policías antimotines.
Las labores en las instalaciones gubernamentales fueron suspendidas, ya que no había condiciones para que el personal ingresara a trabajar, además temían que estudiantes de Ayotzinapa intentarán otra vez apoderarse del edificio público.
La sede del poder Ejecutivo fue resguardada por cientos de policías antimotines que tenían la orden de no permitir otra toma de los normalistas, quienes el lunes exigieron la renuncia del gobernador Ángel Aguirre Rivero y la presentación con vida de sus 43 compañeros desaparecidos desde la noche del 26 de septiembre en Iguala incendiando el edificio Tierra Caliente.
“Aunque uno no quiera hay que entrarle a los chingadazos, si uno de mis hijos desapareciera haría lo que fuera necesario para encontrarlo. Me cae que me agarro a balazos con los pinches narcos”, comentó un policía que dijo simpatizar con los estudiantes.
A las 9:00 de la mañana, rescatistas de Protección Civil y bomberos seguían en el inmueble para evitar que la lumbre se reavivara. A pesar de que el incendio estaba sofocado, aún salía humo del edificio, lo que mantenía en alerta a los integrantes de ambas corporaciones.
Este fue el edificio con más daños. En la planta baja se apreciaban sólo cenizas y la fachada estaba cubierta por completo por una capa negra debido al fuego que se apoderó del inmueble durante la tarde del lunes. Las llamas afectaron el suelo y las paredes.
En los edificios Centro, Norte, Costa Chica, Costa Grande, Acapulco y Montaña, los daños también eran evidentes. Los ventanales estaban quebrados por las pedradas de los estudiantes, además en el interior había muebles, archiveros y equipos de cómputo completamente destruidos y en el suelo.
Al lugar llegaron el secretario General de Gobierno, Jesús Martínez Garnelo y el de Seguridad Pública, Leonardo Octavio Vázquez Pérez y recorrieron el lugar acompañados de notarios y peritos de la Fiscalía General del Estado (FGE), que se encargaría del conteo de los daños.
También ingresaron el consejero jurídico del Ejecutivo, Efraín Cardoso, y el vicefiscal de Investigación, Víctor Jorge León Maldonado. Al lugar no se permitió el paso de reporteros.
Desde temprano, alrededor de 200 trabajadores esperaban afuera del Palacio para intentar entrar porque adentro quedaron algunos vehículos, documentos personales y otras pertenencias.
Los encargados de la seguridad del inmueble sólo permitieron el acceso a quienes tenían adentro sus automóviles, antes de que se los llevaran las autoridades debían valorar si fueron víctimas o no de las acciones de los normalistas para incluirlos en el conteo de daños.
Al resto les informaron que nada podía moverse de su lugar hasta que los peritos y notarios concluyeran su trabajo, y se comprometieron a que quienes fueron afectados serían incluidos en el monto de los daños, así como los vehículos oficiales.
En los estacionamientos se veían algunos vehículos con los parabrisas rotos y golpes en la carrocería. Se pudo apreciar que había por lo menos 20 unidades, entre particulares y oficiales, pero no fue posible saber cuántas estaban dañadas.
Los uniformados permitieron el paso de jefes de departamentos y directores de área para que entraran a ver las condiciones de sus edificios y tomaran fotografías.
En el acceso principal había 20 policías, hombres y mujeres, con cascos, escudos y equipo de protección. Pero alrededor se encontraban al menos otros 200 antimotines, y se supo que en el interior había otro número similar de policías escondidos, en espera de la llegada de normalistas.
-Uno no siempre está de acuerdo en estas cosas ¡Imagínate, agarrarnos a golpes con esos chamacos! Es como si me peleara con mi hijo. Pero son órdenes y hay que acatarlas- dijo otro policía que, aunque no simpatiza con el movimiento de Ayotzinapa, no está de acuerdo con enfrentarse a los estudiantes.
En contraste, hubo policías que se dijeron en contra de los normalistas, incluso externaban su gusto por participar en operativos de desalojo.
-Estos mocosos es lo que quieren, que los agarremos a chingadazos y los metamos a la cárcel. La gente está harta de lo que hacen, nomás andan robando, destruyendo negocios, edificios, bloqueando y vandalizando- era el comentario de otro, que sostenía su escudo en espera, deseando incluso, la llegada de los estudiantes de Ayotzinapa.
Afuera, entre los trabajadores que no pudieron entrar se escuchaban pláticas de todo tipo. Algunos contaban la forma en que salieron del Palacio de Gobierno, otros, lo que sintieron cuando estuvieron retenidos adentro. Unos más aprobaban la lucha de los normalistas, y también hubo quienes justificaron la desaparición de los 43 estudiantes.
-Por eso les pasa lo que les pasa, al rato van a andar chillando de que los matan o los desaparecen-, expuso un burócrata, pero cuando se percató de la presencia del reportero cortó la plática.

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