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Exigen 300 manifestantes en Ometepec la presentación de los normalistas; generan temor en la población

*Dos estudiantes desaparecidos en Iguala el 26 de septiembre son de la región, Luis Ángel Francisco Arzola, de Tlacoachistlahuaca, y Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, de Huajintepec

Misael Damián

Ndyowe (Ometepec)

Desde temprano, los familiares de dos estudiantes desaparecidos en Iguala el 26 y 27 de septiembre, uno de la comunidad de San Cristóbal, municipio de Tlacoachistlahuaca, Luiz Ángel Francisco Arzola; y otro de Huajintepec, Ometepec, Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, empezaron a reunirse en el crucero de Igualapa, desde donde partió la marcha para exigir al gobierno del estado que presente con vida a los 43 estudiantes desparecidos.
La marcha estaba prevista para la 1 de la tarde, pero empezó una hora después con más de 300 participantes de las comunidades de San Cristóbal y de Huajintepec, quienes gritaban más consignas contra del gobierno del estado que del gobierno federal, entre las que más repetían estaban “Aguirre borracho, entrega a los muchachos”, “Aguirre culero”, “Para Aguirre Rivero, matar es primero” y “gobierno farsante que matas a estudiantes”, entre otras.
En la marcha también participaron estudiantes de la preparatoria popular José Vasconcelos, de Huajintepec, de donde egresó el estudiante ahora desaparecido, pero de los 70 estudiantes inscritos sólo acudieron 30, pues de acuerdo con el director de la institución, Armando García de la Cruz, los padres de familia no dejaron que sus hijos asistieran por temor a que los maten, como sucedió en Iguala.
El director de la preparatoria recordó que el estudiante desaparecido, egresó de la escuela que él dirige, y que siempre fue muy dedicado a sus estudios y a su familia, pues su madre es ama de casa y su papá albañil. Relató que tienen unas jardineras que hizo Carlos Lorenzo, pues ya estaba aprendiendo la albañilería con su padre, “él siempre fue buen muchacho y su familia una de las más humildes de la comunidad”, afirmó.
Recordó que ocho días antes, fue por su certificado para hacer el examen de ingreso a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa.
Dijo que la madre del estudiante desaparecido, Soledad Muñoz Rodríguez, está en cama desde la fecha de los ataques y sólo pide que le digan la verdad acerca de su hijo, pues los familiares de los desaparecidos están espantados, porque la mayoría piensa que el gobierno no es sincero, “ella ha dicho que le digan la verdad, si su hijo está muerto que se lo digan, para que ella descanse, y si está vivo que se lo entreguen”.
Aida Arzola Cruz, tía de José Luis Francisco Arzola, estudiante de San Cristóbal también desaparecido, dijo que su sobrino siempre fue tranquilo, que no merece lo que le está pasando, “él no era un mal muchacho, no salía de su casa, era obediente. Vivos se lo llevaron y vivos los queremos”, y ya no pudo hablar, pues las lágrimas le ganaron, “no sabemos nada, San Cristóbal lo reclama”, alcanzó a decir al final. Otra tía de José Luis dijo que ya no van a mandar a estudiar a sus hijos a la capital o en Ayotzinapa, porque luego “los matan”.
Una activista dijo que había “lambiscones” del Ayuntamiento tomando fotografías a los que participaron en la marcha y que no era para bien, y lamentó que los de la cabecera participaron poco en la marcha, “sinceramente les pido que sigamos con esta lucha, que caiga quien caiga, pero tiene que haber justicia”, lo mismo dijo un integrante de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG).
Antes de la marcha, corrió el rumor de que los normalistas vendrían a hacer destrozos a Ometepec y que podría repetirse lo de Iguala, lo que provocó que los comerciantes de la avenida principal cerraran sus negocios.
En entrevista, el activista Javier Martínez Juárez dijo que los padres de familia exigen saber dónde están sus hijos y que el hecho de que los comerciantes hayan cerrado sus negocios cuando se dieron cuenta que iba a haber una manifestación, fue porque le tienen miedo a la delincuencia organizada, “el miedo no es sólo de los comerciantes, es de todos”, abundó.
En el Ayuntamiento, estudiantes de la preparatoria popular de Huajintepec quemaron una lona que decía “Gobernador no está solo, el pueblo está contigo”, la concurrencia tiró botes de gua y de refrescos, mientras otros tiraron piedras y rompieron el vidrio de la presidencia municipal en tres ocasiones; al mismo tiempo que el orador repetía que el presidente municipal, Antonio Atenogenes Vázquez, sólo ha ocupado el erario para publicitarse en los periódicos locales y estatales.

Psicosis en Ometepec

Aunque no hubo mucha difusión de la marcha de familiares de normalistas desparecidos, los ometepecanos se enteraron por la mañana, lo que provocó temor entre la población.
Los comerciantes cerraron sus negocios, pues se habló de que los normalistas, enojados por el secuestro de sus compañeros vendrían a hacer destrozos en la tierra natal del gobernador Ángel Aguirre, como había pasó en la capital del estado, y que podría ocurrir lo mimo que en Iguala.
Al mediodía, vecinos que estaban en el centro de la ciudad empezaron a correr, y cuando alguien preguntaban el porqué, “es que ahí vienen los de Ayotzinapa”, respondían otras.
El domingo pasado, los habitantes de Huajintepec, de donde es Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, desaparecido el 26 de septiembre, habían acordado marchar en esta cabecera municipal para urgir al gobierno estatal la presentación con vida del joven de 19 años.
Durante la semana pasada, un perifoneo en un carro que circuló por la ciudad anunciaba que el viernes habría una marcha en apoyo al gobernador del estado, mientras que un grupo se apostó en el zócalo invitando a los automovilistas a dejarse pegar una calcomanía en sus carros con la leyenda “gobernador no está solo”. El jueves, el mismo carro anunció que se posponía la marcha, sin dar más detalles.
En un sondeo que se hizo entre quienes observaban a los estudiantes y familiares, sobre su opinión acerca de que algunos cerraron sus negocios, dijeron que la gente estaba confundida, por un lado pensaban que los estudiantes harían destrozos, por otro, temían que la delincuencia o el gobierno tratara de intervenir, lo que ocasionaría más violencia, y que podría repetirse una historia como la de Iguala.
El Ayuntamiento también cerró sus puertas con candado, cuando los funcionarios municipales se enteraron de que habría una marcha a favor de los normalistas.

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