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Víctor Cardona Galindo

PÁGINAS DE ATOYAC

*Ayotzinapa, una historia de lucha (Segunda parte)

Ese movimiento logró mejorar las condiciones en la Normal y desde allí Cabañas aumentó su popularidad como líder natural. Arturo Miranda Ramírez y Carlos G. Villarino en su libro El otro rostro de la guerrilla 40 años después escriben que Lucio Cabañas ingresó a la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Brugos de Ayotzinapa para concluir sus estudios de educación primaria en un grupo que funcionaba como anexo a la Normal para las prácticas de los estudiantes de nivel profesional. “El grupo académico estaba dirigido por la profesora María Ramírez, apodada La Tortolita por su pequeña estatura. Era muy apreciada y respetada por su capacidad y seriedad académica”.
En 1956, al ingresar a primero de secundaria, Lucio ya era ampliamente conocido por todos los alumnos y maestros. “A quienes ingresamos ese año, provenientes de diferentes lugares nos causaba extrañeza que siendo compañero de grupo y que se suponía también era de nuevo ingreso ya lo conocieran tantos. Como es tradición en los internados, nadie se escapaba de ser bautizado con sobrenombre y de buenas a primeras alguien le puso a Lucio El Chivo”. Se sabe que en una de sus visitas al internado sus familiares le llamaron Chío y los que escucharon pensaron que le decían Chivo por eso le quedó ese mote.
“Para 1959, Lucio era ya el estudiante más querido por los normalistas –dicen Miranda y Villarino– año en que correspondía el cambio de Comité Ejecutivo Estudiantil. La dirigencia se elegía en asamblea a la cual todos deberíamos asistir. Era una práctica que en los hechos servía de enseñanza política de las viejas generaciones a las nuevas. En esta ocasión compitieron dos planillas; una encabezada por Francisco Santana (a) La Gallina, alumno del nivel profesional y la otra por Lucio Cabañas, estudiante aún de secundaria. La asamblea fue muy agitada, los de profesional argumentaban que no era posible que la sociedad de alumnos fuera dirigida ‘por un secundariano’, pero a la hora de la votación Lucio ganó por amplia mayoría, gracias al trabajo de proselitismo que realizó previamente incluso entre los de profesional”.
El triunfo de la revolución cubana en enero de 1959 tuvo un impacto importante en la historia mundial y despertó la esperanza en el resto de los países de América Latina donde se fortalecieron los movimientos de izquierda. Ese impacto llegó a la Normal de Ayotzinapa, en donde Lucio e Inocencio Castro Arteaga instalaron en la oficina del Comité Ejecutivo de la Sociedad de Alumnos una radio de bulbos que diariamente a las 8 de la noche captaba las transmisiones del Ejército Rebelde desde la sierra maestra de Cuba. Cuando se iba la señal provocaba desesperación entre los oyentes, pero al final, “Lucio aprovechaba el interés y entusiasmo de los radioescuchas para explicar la trascendencia e importancia histórica que tenía para Cuba, México y América Latina la lucha emprendida por los cubanos revolucionarios”, recuerdan Miranda y Villarino.
Con la colaboración de las embajadas del entonces bloque socialista, Lucio recolectó libros y revistas y con ellos fundó la Biblioteca Socialista en las oficinas del Comité Ejecutivo de la sociedad de alumnos. Por eso, Lucio fue objeto de hostilidad por parte de unos maestros que eran miembros de los grupos apegados al poder. Estaba reciente la campaña “Haz patria mata un comunista”.
En ese tiempo se vino el movimiento en contra del gobierno de Raúl Caballero Aburto quien se caracterizó por ser uno de los gobernadores más represores y cometer muchos asesinatos en aras de una supuesta seguridad y justicia en el estado. Se les aplicaba la ley fuga a los presuntos delincuentes. En Atoyac tuvieron fama La Trozadura y El Charco Largo donde fueron ajusticiados muchos ciudadanos de esta ciudad sólo por las sospechas de ser delincuentes o por señalamientos dolosos de algunos vecinos.
Por eso en 1960 la Normal Rural de Ayotzinapa se sumó al movimiento por la caída de Caballero Aburto: “Lucio fue nombrado presidente de la huelga en la Normal y de manera audaz trepó a la azotea del edificio de dos plantas recientemente construido en la parte norte de las antiguas canchas de basquetbol para plantar con mucha solemnidad la bandera rojinegra”. Se organizó la huelga y se hicieron marchas que recorrieron el centro de Tixtla y los alumnos de la Normal se turnaban para montar guardias en la parada cívica de Chilpancingo. También se integraron a las brigadas de estudiantes que recorrían el estado haciendo las denuncias en contra del gobernador.
La huelga general de la Universidad de Guerrero estallada en octubre, constituyó el detonante que hizo generalizar la protesta e inició del periodo de la más grande ofensiva popular de aquella larga lucha contra el despotismo, la corrupción y la represión.
En un informe fechado por la Dirección Federal de Seguridad (DFS), el 24 de octubre de 1960 dice: “Los estudiantes de esta Universidad el 21 de actual se declararon en huelga auspiciados por el Frente Reinvindicador de Juventudes Guerrerenses y Federación Estatal Universitaria, dirigida por Jesús Araujo y no depondrán de su actitud hasta que sea destituido como rector Alfonso Ramírez Altamirano”.
Esta huelga universitaria pedía la destitución del rector Alfonso Ramírez Altamirano, por no tener título universitario, reformar la Ley Orgánica de la Universidad para que no fuera antidemocrática, aumento de subsidio, contratación de maestros titulados, restitución de becas a los estudiantes reprimidos por no ser incondicionales de las autoridades universitarias, destitución de los directores de las preparatorias por represivos y por no tener título universitario.
“Luchaban por una institución de educación superior, con un contorno universitario, es decir, maestros con título universitario y carreras universitarias. Por ello exigen la destitución del rector Alfonso Ramírez A., por tener título de profesor de primaria”.
La comunidad universitaria pedía definir de manera libre y sin interferencia de gentes extrañas al quehacer universitario: sus carreras, planes y programas académicos y de investigación. “En unas palabras, los universitarios luchaban por ejercer plenamente la autonomía universitaria”, escribió Mario García Cerros.
Al día siguiente del estallamiento, se sumaron a los universitarios las 22 escuelas secundarias de todo el estado, junto con las normales de Ayotzinapa y Atenango del Río.
El Frente Estudiantil Cívico de Ayotzinapa, integrado por Lucio Cabañas, Inocencio Castro, Benito Méndez, Ubaldo Baiza, Nazario Efrén Girón y Manuel García Cabañas, firmaba un manifiesto que se distribuyó el primero de noviembre de 1960 durante un mitin en Chilpancingo contra Caballero Aburto.
Después de la caída del gobernador los estudiantes de Ayotzinapa continuaron con su lucha vinculándose a los demás movimientos. Por ejemplo el 18 de diciembre de 1961 en Atoyac se inauguró el Congreso Estatal de Estudiantes Guerrerenses. El 17 de diciembre de 1961Wilfrido Fierro escribió: “A partir de esta fecha y durante los días 18, 19, 20 y 21 respectivamente se celebrará en el Cine Álvarez de esta ciudad, una Convención de Estudiantes de Segunda Enseñanza, para formar la Federación Estudiantil Guerrerense. Los patrocinadores son las escuelas de Chilpancingo, Universidad de Guerrero, Iguala, Tixtla y Ayotzinapa. El acto de apertura estuvo a cargo del Lic. Braulio Maldonado, quien dijo en su pieza oratoria: ‘El deber del estudiantado, es de participar en la vida del pueblo de México y en los problemas que confronta la Patria’. Para el desarrollo de este Congreso, ayudaron económicamente las autoridades municipales que encabeza Félix Roque Solís”.
Uno de los guerrilleros más conocidos Carmelo Cortés Castro al terminar la primaria, continuó sus estudios en el internado de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos a donde ingresó en 1962 para cursar la secundaria. Durante el ciclo escolar 1964-1965 fue miembro del Comité Nacional de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). Concluida la secundaria, salió del internado para continuar sus estudios en la Universidad Autónoma de Guerrero, en la escuela Preparatoria número uno de Chilpancingo porque quería ser abogado.
Al integrarse a la Universidad Autónoma de Guerrero Carmelo Cortés encabezó una protesta en contra de las autoridades universitarias. Pero a raíz de ese movimiento estudiantil fue expulsado el 7 de abril de 1965 junto con otros de sus compañeros. A los pocos días los expulsados se apoderaron del edificio de la Universidad, apoyados por alumnos de la Normal de Ayotzinapa, colocaron una bandera rojinegra y una manta que decía “El estudiantado universitario no puede permitir que se traicionen los principios y dignidad universitaria”. El 8 hubo Consejo Universitario que acordó denunciar por despojo a los estudiantes que tenían en su poder el edificio. Ese día a las 19 horas hubo una manifestación y mitin de estudiantes adictos al rector frente al Palacio de Gobierno.
En ese tiempo, como ahora, la represión contra el movimiento social era la principal agenda del gobierno, el 9 de noviembre de 1966, secuestraron a Genaro Vázquez Rojas en la ciudad de México cuando salía de las oficinas del Movimiento de Liberación Nacional, gracias a que Fausto Ávila Juárez se percató del secuestro y avisó a los líderes del movimiento fue que Genaro salvó su vida, mientras esto sucedía, en Guerrero se fortalecía el movimiento estudiantil universitario contra el rector Virgilio Gómez Moharro apoyados por la Normal Rural de Ayotzinapa.
Mientras esto pasaba en la capital, en la escuela primaria Modesto Alarcón de Atoyac ocho jóvenes maestros recién egresados de Ayotzinapa, llevaban a la institución y al sindicato su tradición de lucha y su amor al pueblo. Así comenzó ese histórico movimiento por la democratización de las escuelas que tenían directores autoritarios e inflexibles ante la situación paupérrima del pueblo y partidarios de ese lema que “La letra con sangre entra”.
Entre estos maestros egresados de Ayozinapa estaban Serafín Núñez Ramos y Lucio Cabañas Barrientos. Muchos jóvenes se educaron con ellos, uno de ellos fue Octaviano Santiago Dionicio que al egresar de la secundaria presentó examen en la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. De 18 espacios que se otorgaban él quedó en el lugar número 7, mientras su compañero el regidor perredista Saúl Pérez Juárez se ubicó en el número 13. De esa generación 1968-1971, Saúl recuerda que a su ingreso como todos eran de escasos recursos querían lograr la tan ansiada beca que daba la escuela.
Por su parte Octaviano nos dijo un día: “Yo vine a hacer examen en Ayotzinapa, me quedé, después me salí, en el 69 vi un ambiente sumamente difícil para mí, sentía que me iban a detener en cualquier rato”.
Los temores de Octaviano no eran infundados, en 1969 el Ejército disolvió una reunión de normalistas en El Ticuí y Octaviano fue detenido temporalmente por los militares. Sus compañeros fueron torturados.
Sobre esta detención, en el Archivo General de la Nación hay una ficha que informa de los hechos ocurridos el 17 de agosto de 1969: “fueron detenidos por militares de la 27 zona el Lic. Tirio Fernández Lugarrique y 6 estudiantes en El Ticuí, porque se les sorprendió tratando de agitar el mencionado poblado. Se les decomisó un mimeógrafo, 19 revistas de la URSS de fechas atrasadas”.
Un agente secreto de apellido Ochoa ubicó a los estudiantes al pasar en pango el caudaloso río Atoyac. Ellos pensaron que haciendo la reunión del otro lado, estarían a salvo de la persecución gubernamental. Pero les cayó encima el pelotón del Ejército destacamentado en la fábrica de hilados y tejidos de El Ticuí.
Los detenidos fueron “Jesús Santiago Nogueda estudiante de la escuela secundaria, Israel Rebolledo Flores estudiante de la secundaria de 18 años, Octaviano Santiago Dionicio de 18 años según los datos estudiante de Escuela Normal Rural Guadalupe Aguilera del estado de Durango, Ramiro Onofre Gudiño de 18 años estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa, Antonio Rodríguez Díaz de 18 años del Ticuí y estudiante de Ayotzinapa, J. Luis Gudiño Vázquez de 18 años estudiante de Ayotzinapa”.
Según el mismo reporte, “con estas detenciones el Ejército y la DFS disolvieron una reunión en El Ticuí en la que participarían estudiantes de diversas normales del país. Los militares y la policía del estado y la DFS sitiaron El Ticuí”. Muchos estudiantes quisieron salir corriendo por las huertas pero el Ejército los alcanzó y los golpeó brutalmente.

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