Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Fernando Lasso Echeverría

El cáncer, un problema sanitario que va aumentando

En 2004 –hace apenas 10 años– escuché de boca de un experto en una conferencia alusiva al cáncer, que en menos de una década esta enfermedad iba a ser una de las primeras causas de muerte en el mundo; a pesar de la incredulidad de muchos de los oyentes, entre los que yo me encontraba, lo puntualizado en aquella fecha lamentablemente ya se está cumpliendo, sin olvidar que parte de este aumento se debe al incremento de las expectativas de vida de grandes núcleos de la población que hace 50, 40 y 30 años morían más jóvenes de enfermedades infecciosas, ahora ya curables o prevenibles por vacunación, y asimismo por la adquisición de la sociedad de hábitos y costumbres inherentes a la modernidad.
Sin duda alguna, uno de los dramas más crueles y una de las batallas más cruentas que pueda enfrentar el ser humano es la de afrontar el cáncer en carne propia o en un familiar cercano. La vida cambia totalmente en el núcleo familiar; los días se oscurecen y vive uno paso a paso con el enfermo la tragedia. Es una situación infeliz que no se le desea a nadie. Y a pesar de que existen numerosos sobrevivientes a este desastre, el paciente y su núcleo familiar –después de la terrible experiencia vivida con las cirugías radicales, las radiaciones y las temidas quimios– continúan viviendo en la zozobra, porque la enfermedad podría volver en uno, tres, o cinco años, y habría que reiniciar la lucha por la vida. Para evitar batallas mayores o similares a las que ya se pelearon en la primera etapa, se debe continuar con las consultas de control en forma puntual, con los estudios de todo tipo, con los onerosos gastos que debilitan la economía familiar y que empeoran la neurosis permanente de todos. Las familias que han vivido esta experiencia jamás volverán a ser las mismas, suceda lo que suceda.
Por ser el cáncer una de las primeras causas de muerte en la historia de la humanidad –pues algunas momias egipcias de 4 mil años AC halladas lo presentaban–, a través de los años se han invertido miles de millones de dólares en la búsqueda de la cura de esta enfermedad, hecho que ha permitido indudables avances que permiten la erradicación del mal en pacientes tratados oportunamente, o bien una sobrevida importante de muchos de los enfermos; sin embargo, los expertos han observado que el cáncer no es una sola enfermedad, sino muchas enfermedades; es decir, no es lo mismo el cáncer de mama, que el cáncer uterino, o el cáncer pulmonar, o de páncreas o del hígado; no es lo mismo el cáncer de la sangre (leucemia) que el cáncer de próstata o el de los huesos… ¿Por qué? No todos tienen la misma causa, y aunque hay cánceres que terminan con la vida del paciente rápidamente, no todos son mortales a corto plazo; incluso, dentro de un mismo tipo de cáncer algunos son muy agresivos y otros no; esto hace que también los tratamientos tengan variantes importantes, que requieren la intervención de especialistas competentes.
Dentro de los avances notables que se han logrado en el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad se destacan dos, que los cánceres vienen anotados en nuestro alfabeto genético personal y son hereditarios, y que las medidas preventivas pueden evitar el cáncer, o bien, permiten tratarlo con tal oportunidad que pueda curarse; se sabe pues, que la genética o herencia de los caracteres genéticos es fundamental en el futuro sanitario de la persona; esto ya había sido notado por la gente común, desde tiempos inmemoriales, pues era notorio que algunas familias tenían muchos miembros que fallecían de cáncer y que, por el contrario, existían núcleos familiares en los cuales el cáncer era raro o no existía entre sus componentes, hecho que llamaba la atención; sin embargo, también se ha visto claramente que estos cánceres genéticos o familiares requieren de un estímulo que “despierte” al gen cancerígeno, como sucede con el tabaquismo en el cáncer pulmonar, o con el cáncer de estómago con la ingestión crónica de bebidas alcohólicas o con el consumo de tabaco; también se han dado cuenta los investigadores, de que muchos cánceres tienen relación con la portación crónica de algunos virus, como sucede con el cervicouterino relacionado con el virus del Papiloma Humano.
En este punto, vale la pena mencionar el dato espeluznante que me dijo personalmente el distinguido oncólogo chilpancingueño Arturo Ortega Beltrán, según el cual “está científicamente comprobado que el 30 por ciento de todos los cánceres está provocado por el tabaquismo”. Es decir, los fumadores, están en riesgo –si su adicción coincide con genes cancerígenos– de sufrir no sólo cáncer pulmonar, sino también cáncer de boca, lengua, garganta, esófago, estómago, pulmón, vejiga e, increíblemente el de mama ¡también!, cuando las mujeres portan estos genes.
Abonando a esta teoría del factor genético ya comprobada, recordemos que a muchos fumadores empedernidos nunca les da cáncer pulmonar, por no tener el gen cancerígeno correspondiente, pero que estas personas enferman a corto o mediano plazo –según el número de cigarrillos consumidos al día y el tiempo que tienen de fumadores– de insuficiencia respiratoria crónica o males cardiacos que los matan; y por otro lado, los alcohólicos sin el gen que desata el cáncer, terminaran su vida cirróticos y con tantos problemas en su aparato digestivo y otras áreas de su organismo, que requerirían un texto especial para nombrarlos y describirlos a todos, pero no morirán de cáncer. Todas estas patologías se están complicando cada vez más en la actualidad con el aumento exorbitante de diabéticos en la población, otra enfermedad crónico-degenerativa que también tiene que ver con la genética y los malos hábitos alimentarios.
Pero no son nada más el alcohol y el tabaco, los agentes cancerígenos importantes con los cuales la población se expone a contraer este padecimiento crónico y generalmente mortal; en la actualidad, se han encontrado numerosos agentes cancerígenos en los conservadores de los embutidos y de la comida chatarra que los niños y los jóvenes consumen cada vez en mayor cantidad; lo mismo sucede con un gran número de productos industrializados producidos para consumo humano que actualmente la población usa en forma indiscriminada; por otro lado, el consumo abusivo de algunos medicamentos como las hormonas femeninas en las mujeres de más de 40 años, que ya concluida su menopausia deciden continuar siendo jóvenes y se exponen a presentar cánceres genitales o mamarios. La lista es larga.
El otro descubrimiento importantísimo y promocionado ampliamente en los últimos años en la sociedad es el de la prevención contra algunos tipos de cáncer; numerosos programas se han desarrollado en diferentes países, y muchos de ellos se encuentran funcionando en México, con el objetivo de –mediante medidas específicas– evitar o disminuir el número de enfermos de algún cáncer determinado, como el de mama, o bien detectar estas enfermedades en etapas tempranas para lograr su curación en la mayor parte de los casos.
Ha sido difundido en forma repetida y machacona entre la población el conocimiento de que un diagnóstico temprano de cualquier cáncer significa para el paciente una sobrevida importante, y aún la curación definitiva, y recomiendan que las personas –en determinados grupos de edad– se chequen periódicamente, e inclusive, como en el mismo caso de cáncer de mama, la propia mujer se auto explore los senos con regularidad, y aprenda a conocer su anatomía mediante la palpación frecuente, de tal manera que detecte cualquier cambio en la topografía de sus mamas que le indique que debe consultar a un médico para que la valore. Este profesionista debe decidir si es necesario realizarle a la paciente una mastografía para confirmar alguna sospecha.
En el caso del cáncer cervicouterino, una prueba rápida y fácil como el papanicolau que se pueden realizar las mujeres cada seis meses en cualquier institución de salud pública y en forma gratuita, da la oportunidad de resolver oportunamente el problema cancerígeno en forma definitiva. El melanoma, el cáncer de piel más grave, y uno de los más malignos e invasivos de todos los existentes, debe ser diagnosticado por un especialista prudente que lo maneje adecuadamente. Cualquier lunar obscuro que tenga un paciente debe ser remitido por los médicos generales a servicios especializados para su diagnóstico, pues cualquier equivocación al respecto puede ser mortal para el paciente; baste saber que al general Lázaro Cárdenas le fue electrofulgurado por su médico familiar, un melanoma en su mejilla, que le fue confundido con un lunar banal y benigno llamado verruga seborreica; a los seis meses tenía metástasis en la garganta, y al año de la electrofulguración mal indicada murió de un cáncer hepático secundario al melanoma mal tratado.
El cáncer, este viejo problema de salud pública que no respeta sexo, edad, ni clases sociales, y que afecta a un número de mexicanos cada vez más grande debe ser tratado en todas sus etapas con el cuidado necesario; debe ser evitado, si es posible, con medidas preventivas eficaces; debe ser diagnosticado tempranamente y debe ser tratado con oportunidad por especialistas que sepan que están haciendo lo necesario para salvar la vida del paciente, o cuando menos para prolongar su vida lo más posible. Debemos ver al enfermo de cáncer con respeto y calidez.
Finalmente, creemos necesario señalar que las familias que tengan la mala suerte de perder a uno de sus miembros por un cáncer terminal, entiendan que cuando la batalla está perdida el medio más sano y adecuado para que su familiar se vaya es su casa, su cuarto, su cama y acompañado de su familia, de sus mascotas y de sus amigos (a la antigüita, pues); que lo mejor para esa persona que sufre tanto es que su familia no se aferre a mantenerlo en el hospital, rodeado de desconocidos, con vida artificial, mediante tubos, venoclisis, respiradores artificiales y demás parafernalia hospitalaria que sólo hace sufrir más a quien ya ha soportado demasiado. La familia debe comprender que su enfermito se debe ir… debe entender que esa persona ya no puede soportar más, y la única manera de evitarlo es abandonar la inútil lucha por su existencia.

* Ex presidente de la Sociedad Médica de Chilpancingo y ex presidente del Colegio Médico Estatal.

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